Santiago.
Sus labios me saben a gloria, jamás pensé que disfrutaría tanto de un beso, que me haría sentir como un tonto adolescente enamorado y con esas habituales y descomunales mariposas en el estómago, que con tan solo besarla sintiera mi sangre hervir y quisiera hacerle el amor todas las noches, enteras.
No me es suficiente lo que obtengo por lo que me acerco aún más, practicamente la obligo a profundizar el beso pero no se opone y sonrío de gozo mientras acaricio su mejilla.
-¡No!- me aparta de pronto. -¡Esto no está bien Santiago!
Me ve horrorizada cubriendo su boca con su mano, se debate entre hablar o no y puedo asegurar que se siente culpable, pero, la cuestión aquí es que yo no me siento así...
¿Por qué?
Porque acabas de hacer algo que llevas deseando desde hace cinco malditos años.
-¿Por qué...?- su voz me saca de mis pensamientos. -¿Por qué juegas así conmigo Santiago? ¿Acaso soy un juego para ti?
-No, jamás serías algo así para mí - respondo seguro de lo que digo.
-¡Maldición! ¡Vas a casarte! ¡Con mi odiosa hermana!- farfulla -No puedes, no tienes el derecho de usarme así, ¡Yo no voy a ser tu juguete maldito idiota y egoísta!
-¡No soy nada de lo que acabas de decir!- musito -¿A quién planeas engañar Ariadna? ¡Acabas de decir que te duele saber que Alessa se ha comprometido conmigo!
Sus ojos se abren como dos enormes platos, ella no se dio cuenta de lo que había dicho, niega lentamente tratando de asumir que ha hablado demás.
-Ariadna, he querido besarte desde hace tanto tiempo... - confieso en un arranque de valor.
-¿Por qué? - pregunta sollozando.
-Porque el día que me confsaste tu amor no me atreví a corresponderte, temí herirte y no ser el hombre para ti... ¡Y cómo serlo! Eras apenas una muchachita de dieciséis años, ¿Qué podías saber de hombres o de amor? Decidí dejarte ir sin hablarte de mis sentimientos, sin decirte que yo también estaba enamorado de ti y que mi corazón latió tan fuerte esa noche que no pude dormir en un buen tiempo... - sonrío recordando - Pero me jugó en contra sabes, poco a poco me di cuenta de que gran parte de mi corazón se fué contigo a Nueva York y morí lentamente.
-Santi... - solloza una vez más y veo lagrimas deslizarse por sus mejillas.
-Me comprometí con tu hermana tiempo después luego de que ella me co fesara sus sentimientos, nuestros padres estaban encantados y me persuadieron de unir ambas familias... - suspiro. -Todo iba medianamente bien, no era del todo feliz pero estaba bien por mí. Hasta que volviste mi bailarina.
-Daría lo que fuera por escuchar todo eso estando en otra situación... - susurra secando sus lágrimas.
-No te vayas, no vuelvas a irte porque moriré ésta vez- suplico.
-No voy a ser la otra, no puedo, soy una mujer de códigos y aunque te ame como lo hago, aunque me esté quemando por dentro, no le puedo fallar así a mi familia - espeta con valentía y no puedo hacer otra cosa más que sentirme orgulloso por esa mujercita pero también grito de júbilo en mi interior al saber que aún me ama.
-Dame tiempo, romperé el compromiso con tu hermana - anuncio.
-¿Y luego qué? ¿Ambos pasearemos de la mano como si nada hubiese pasado? - sonríe incrédula -No, eso es algo espantoso.
-Has dicho que me amas Ariadna Castillo y te juro que no voy a dejarte ir de nuevo, voy a pelear por ti aún cuando sea contra ti misma- la veo a los ojos.
Me acomodo en el asiento, coloco el cinturón de seguridad y ella me imita. El silencio es comodo y me ayuda a pensar qué carajos es lo que acaba de pasar, cuánto más lo repaso en mi mente más convencido estoy de que es lo correcto. Sin embargo, siento que debo planear muy bien todo, primero que nada debo encargarme de los preparativos para la condenada boda, hablar con Lessa y su padre, luego con mi familia y como prioridad máxima está Ariadna y su jodido carácter.
Tengo más que por seguro que ha decidido poner cuanta distancia pueda entre nosotros, ya ha decidido que no debemos estar juntos y que la felicidad de Alessa es mucho más importante -aunque su hermana haya sido una completa bruja odiosa y sí, lo admito, la mayor de los Castillo puede llegar a ser insufrible-, pues esa es mi pequeña, nunca ha dejado de poner la felicidad de los demás por sobre la de ella.
La observo de reojo, se ha quedado dormida, lo que me permite disfrutar de su apacible rostro tanto como se me antoja y es que jamás vi mujer más bella...
¿Qué hay de tu "futura esposa"?
No puedes compararlas... Ni en un millón de años podrás encontrar algo que las iguale.
Es imposible.
Alessa es muy linda, de bonito cabello y sonrisa perfecta, tranquila y refinada.
Pero mi Ariadna es... Todo lo opuesto en actitud a su hermana mayor, apasionada, impulsiva, vivaz, alegre, de sonrisa endemoniadamente encantadora, cabello ondeado y castaño aún más largo que el de Lessa, de tez algo bronceada pero sólo apenas y lo suficiente, hermosos ojos verdes como dos brillantes esmeraldas y tan sensual que pone mi mundo patas para arriba.
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Editado: 06.05.2019