Atrevidos

Veinte

Me encuentro en el estudio de papá, me ha dejado usarlo para preparar las clases que voy a impartir en el Instituto. 
Luego de la gran concurrencia de personas a las clases de bachata que damos con Philippe, la directora decidió agregar un ritmo más, el tango; y para ello me ha dejado a cargo de todo lo que le compete al ritmo. Estoy muy emocionada, pretendo dar lo mejor de mí ya que esto me da créditos extra en mi beca y ni hablar de la experiencia que adquiero.
Coloco el móvil conectado al parlante, la melodiosa tonada de "Por una cabeza" -un famosísimo tango compuesto por Carlos Gardel en la letra y Alfredo Le Pera en la música, en la ciudad de Nueva York en mil novecientos treinta y cinco- suena invadiendo cada rincón de la habitación, cierro los ojos e invento en mi mente una posible coreografía, algo sencillo que los alumnos puedan entemder y practicar sin problema alguno pero me hace falta un compañero.

-Sería más fácil si Philippe pudiera seguir mis pasos...- pienso dando algunas vueltas.

-Lástima que no esté aquí - la voz de Santiago me sorprende.

-¿Qué haces aquí?- susurro viéndolo.

-Bueno, verás, salí de la empresa ya que terminé mis tareas allí- pasea por la salita- Estando seguro de que Alessa y tus padres no se encuentran vine a relajarme y fumar algo pero, te encontré a ti.

-Lamento arruinar tu descanso - respondo deteniendo la música.

-Yo no dije eso- ríe, de la manera más encantadora que puede hacerlo- Veo que necesitas ayuda, ¿Te sirve la mía?

-No lo creo- sonrío- ¿Qué puedes saber tú de tango?

-Podría sorprenderte- se encoge de hombros- No juzgues un libro por su portada, tal vez parezco un simple empresario pero tengo sorpresas bajo la manga.

-¿No me digas?- le sonrío, no puedo evitarlo- Bueno, veamos lo que puedes hacer fortachón.

Me sonríe como quien ha conseguido lo que quiere, procede a quitarse el saco para quedar ligero con su camisa, las arremanga hasta arriba de sus codos y yo no pierdo detalle de nada, observo todo de él y me siento obnuvilada por su presencia, su encanto masculino.

-¿Me veo bien?- me observa egocéntrico sabiendo lo que causa en mí.

Paso por su lado orgullosa, no pienso dejarle saber que sí se ve bien a mis ojos, en realidad, es el hombre más bello que he visto.

-Muy bien niño lindo, el tango es un género musical y una danza, característica de la región del Río de la Plata y su zona de influencia, principalmente de las ciudades de Buenos Aires -en Argentina- y Montevideo -en Uruguay- y eso es lo que vamos a bailar ahora, si puedes claro.

-Que niña egocéntrica eres- niega divertido -Sé de tango tanto como tú- elevo una ceja- El poeta Eduardo Giorlandini destaca sus raíces afrorioplatenses, con la cultura gauchesca, hispana, africana, italiana y la enorme diversidad étnica de la gran ola inmigratoria llegada principalmente de Europa.

-Éste baile es una danza sensual con pareja abrazada que propone una profunda relación emocional de cada persona con su propio cuerpo y de los cuerpos de los bailarines entre sí- suspiro sonriendo- Una danza llena de pasión, elegancia...

-Enrique Santos Discépolo, uno de sus máximos poetas, definió al tango como «un pensamiento triste que se baila."- agrega serio y tranquilo.

-Bueno, has estudiado- intento no parecer sorprendida de que sepa aquello- Para que tengas más información te diré que la investigadora Beatriz Crisorio dice que el tango es deudor de aportes multiétnicos, gracias a su pasado colonial (indígena, africano y criollo) y al sucesivo aporte inmigratorio que ha tenido.

-Eres una sabionda- rueda los ojos.

-Admítelo, soy mejor que tú en esto Santiago- lo enfrento sonriendo.

-Yo nunca he dicho lo contrario Ariadna- susurra acercándose.

-Parecias querer ser mejor que yo hace unos momentos- elevo una ceja divertida.

-Me gusta jugar contigo- sonríe rosando la punta de su nariz con la mía.

Tal gesto me hace sentir increíble, mi corazón siente que va a colapsar por tanta emoción.

-¿Cómo sabes tanto de tango?- susurro tratando de no parecer nerviosa.

-Cuándo tenías catorce años me invitaste a tu primer recital de baile internacional, esa vez bailaste un tango, estabas emocionada y parecías flotar en el escenario... - me observa fijamente- Aprendí todo sobre esa danza por ti, yo te escuchaba recitar tus apuntes y practicabas frente a mí, ¿Recuerdas? Yo era sólo un muchacho, normalmente me aburría ver bailar a mis amigas o chicas que pretendían conquistarme, pero contigo era diferente, tan diferente Ariadna...

Sus manos acarician las mías, un toque suave, nada sugerente y me pierdo en sus ojos, esos ojos oscuros que siempre me han hipnotizado por la expresividad que llevan, la profundidad con la que miran, sin máscara alguna.

-Bésame Ariadna, bésame o juro que voy a morir... - susurra, sus labios están a centímetros de los míos, apenas nos separan unos milímetros cuando él vuelve a acercarse a mí.

No puedo, no debo...




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