Atrevidos

Veinticinco

El ballet, – es reconocida como tal como palabra francesa por la Real Academia Española, pero es proveniente del italiano balletto, diminutivo de ballo, que significa "baile". – danza académica o danza clásica es una forma concreta de danza y también el nombre de la técnica correspondiente. Según las épocas, los países o las corrientes y el espectáculo, dicha expresión artística puede incluir mímica, danza y teatro, personas y maquinaria.

En lo personal pienso que es una de los bailes más maravilloso que hay, difíciles d ejecutar sin la preparación adecuada para ello pues sus movimientos se basan en el control total y absoluto del cuerpo, el cual se debe enseñar desde temprana edad y por ello tengo ante mí un grupo de unas doce niñas de entre tres y cuatro años de edad – cuando me dijeron que le enseñaría a niñas realmente pensé que tendrían más edad-. Esta edad es la más adecuada para que empiecen los estudios de la danza ya que es una disciplina que requiere concentración y capacidad para el esfuerzo como actitud y forma de vida, para mí, es más que eso, más que una forma de vida es... la manera en la que me conecto al universo, en la que fluyo a través de mis movimientos y dejo de ser yo sino parte de algo más grande e importante, dejo de lado todo lo material y lo que me rodea para ser una extensión de la música que me incita salvajemente a dar giros, a saltar tan alto como mis piernas me lo permitan, a expresar con mis manos y brazos en movimiento lo que la melodía me cuenta a través de sus notas.

Es, sencillamente, único.

― Muy bien, mi nombre es Ariadna y seré su maestra de Ballet ― les sonrío.

― ¿Vamos a bailar como las princesas de las películas?― una niña rubia me sonríe entusiasmada.

― Sí, o por lo menos lo vamos a intentar ― respondo ayudándolas a posicionarse.

Las observo a todas con una sonrisa, recuerdo mi primera clase, llevaba un tutu rosa igual que ellas y no paraba de hacer preguntas.

―Haremos un juego, quiero que hagan cuatro filas ― les indico donde y corren divertidas ― Ahora, quiero que caminen las primeras de cada fila con sus piecitos en punta, así.

Me imitan a su manera, más de una vez vuelven a la postura natural y se elevan en sus piecitos, así comienza el juego. Se cruzan en el centro de la habitación y la consigna es no caer de sus puntitas al hacerlo, las risas van y vienen, se alientan entre ellas y otras solo presumen el tutu con galantería, son tan lindas.

Gracias a todos los espejos que tengo en la sala puedo ver a una pequeña pelirroja sentada a uno de los lados, mantiene el rostro triste y parece perdida en lo que sus compañeras hacen. Me aproximo a ella y tomo asiento a su lado, me ve con una sonrisa forzada, de las más difíciles que alguien me ha enseñado, en verdad le cuesta mostrarse alegre.

― ¿Qué ocurre Lina?― su nombre es Catalina, pero el apodo es más usado por sus pares.

― Mamá baila muy bien ― suspira ― Pero lo hace cuando está triste por papá, quería aprender para poder bailar con ella y así no este sola...

Me parte el corazón escucharla hablar así, una niña debería preocuparse por sus muñecas y juegos y no por los problemas de los adultos que la rodean, suspiro, es una situación complicada.

― Bailar puede enseñarle a los demás tristeza, amor, alegría, todo lo que tú quieras mostrar ― acaricio los rizos rebeldes que escapan de su moño ― Si tu mami esta triste puedes bailar con ella y mostrarle alegría. Si tú eres feliz ella también lo será.

― ¿De verdad?― abre los ojos asombrada y sonriente.

―Sí, pero debes jugar como tus amigas― la ayudo a ponerse de pie.

Asiente y corre a una de las filas, al menos su semblante ha cambiado y espero que la situación en su hogar también lo haga.

La hora y media pasa realmente rápido, entre juegos y risas he podido aprender el nombre de la mayoría de las niñas y ellas se refieren a mi como "Adna", justo como mi hermano solía decirme, casualidades de la vida supongo.

A diferencia de otras danzas, en el ballet cada paso está codificado y estrictamente planeado por lo que el manejo del cuerpo debe ser excepcional por ello les doy ejercicios rítmicos y con música donde participan invariablemente las manos, brazos, tronco, cabeza, pies, rodillas, todo el cuerpo en una conjunción simultánea de dinámica muscular y mental que debe expresarse en total armonía de movimientos – claro que a su edad dicha armonía no existe, a menos que tenga una especial vocación o talento para esto y aun así-.

Entro a uno de los camerinos que están designados a los maestros, me cambio de ropa y chequeo los mensajes de mi móvil, hace dos días que le escribo vía e-mail a mi tía Leticia, no me responde las llamadas y al parecer los mensajes no están llegándole, no tengo una completa respuesta de ella; solo me dijo que estaba ocupada y que pronto me llamaría. Espero no se meta en problemas.

―Buenos días señora profesora― Philippe me sonríe.

― ¿Eres consciente de que estás en el camerino de damas?― elevo una ceja divertida.




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