Atrevidos

Veintisiete

La noche pinta ser maravillosa, la brisa fresca alborota un poco mi cabello y refresca mi rostro, el cielo estrellado nos recibe en plena calle mientras el auto se encamina al restaurante "La Fontana di Trevi" y mi corazón salta agitado de emoción sacándome una y otra sonrisa.

― Te ves muy feliz ― mi hermano me sonríe y noto el peculiar hoyuelo que tiene en el mentón.

― Sí, me gustan estas salidas, además Mery pasará por mi luego del postre ― pongo en marcha el plan ― Iremos a bailar, ya sabes, algo de diversión entre amigas.

― Me agrada la idea, espero todo salga bien, sabes que si necesitas algo puedes llamar, no importa el horario ― dobla a la derecha.

― Gracias, estaremos bien. Ahora a escuchar las noticias de papá. ― le sonrío y ambos vemos la fachada del lugar.

Por fuera se ve un lugar modesto y familiar, decorado en un tenue color rojizo con enredaderas floridas en los pilares. Puede verse la enorme fila para ingresar, una bonita morena vestida de negro nos sonríe y recibe, toma nuestros nombres y nos conduce al interior del edificio; es poco decir lo hermoso que se ve por dentro, paredes color beige, mesas a lo largo y ancho de la enorme sala vestidas de blanco y las sillas a juego, elegantes floreros sobre cada una de ellas con margaritas perfumando el ambiente; simple, elegante y acogedor, perfecto a mi gusto.

― Aquí está su mesa ― sonríe la chica.

― Gracias, que amable ― le devuelvo el gesto y noto a mi hermano viéndola demás― Él es mi hermano Adrián, ustedes tienen mucho en común. Conózcanse.

Salgo triunfal y sonriente, me dirijo al tocador sin antes voltear y ver la cara roja como un tomate cherry de mi hermano – cabe destacar que me ve con ganas de matarme pero me lo agradecerá en un futuro-. Antes de poder siquiera ingresar en el baño de damas me jalan hacia el interior del pasillo de servicio, río en voz baja al ver a Santiago enfundado en un increíble traje azul marino, Dios mío sí que le sienta bien.

― Hola pequeña escurridiza ― susurra besándome con fiereza ― No sabes las ganas que tengo de quitarte ese vestido, solo porque te hace aún más tentadora.

― Vaya, estas hecho todo un Shakespeare― beso su cuello.

― Mejor dejamos esto así, o terminaremos dentro del baño y en una situación comprometedora ― ríe ― Vuelve con tu hermano, iré en unos momentos cuando termine de hablar con el cocinero, mi mamá tiene una dieta estricta.

Asiento y nos separamos, muerdo mi labio inferior al pensar en las últimas palabras que ha dicho, ¿En verdad hubiera sucedido eso? ¡Dios!

Para cuando he vuelto a la mesa mi hermano sonríe gustoso, deduzco que ha obtenido el número de la recepcionista y le guiño un ojo en cuanto tomo asiento frente a él – obviamente rueda los ojos el muy creído-. Mamá y papá llegan minutos después acompañados por Alessa quien no deja de arreglarse el cabello y ver la puerta de entrada, deduzco que espera a Santiago y yo me pongo a pesar que será de nosotros tres, ¿Hasta cuándo seguirá este estúpido triángulo amoroso? ¿Seguiremos escondiéndonos con Santi? ¿Alguna vez podremos decirles a nuestros familiares? ¿Su relación con mi hermana ha terminado realmente? ¿En qué me convierto yo entonces? ¿Qué soy en la vida de Santiago si me tiene oculta en las sombras? ¿En qué me convierto a los ojos de mi hermana y de mi familia?

¿Acaso importa?

Claro que sí.

Deberías pensar en ti, solamente en ti por una vez en la vida Castillo.

No estoy segura de que estés siendo de ayuda.

Pues allá tú, después de todo soy tu.

― ¡Pablo, Laneya! ¡Santi! ― Mi madre se pone de pie y saluda a los DiSanto, Santiago le regala un beso en la mejilla, es tan tierno.

― Que bueno verlos ― Pablo me abraza y Laneya me sonríe gustosa.

― Bueno creo que ya podemos iniciar la cena ― ríe mi papá y comparte miradas cómplices con su mejor amigo y socio.

Alessa se desvive por recibir una mirada de su ex prometido pero este se limita a hablar con nuestros padres, en una tonta excusa por tomar la mano de él ella derrama su copa de champagne y mi madre le regala una mirada furiosa, de esas que parecieran poder asesinarte.

― Bueno, la principal razón por la que estamos reunidos esta noche es porque nuestra empresa vitivinícola ha hecho relaciones y negocios con un importante país productor de vinos, en especial el vino Bonarda ― Pablo sonríe orgulloso de lo que ha dicho ― Y dicho proyecto va a llevarse a cabo en unos meses, y estarán al mando del mismo Santiago y Adrián― mi hermano por poco y se ahoga con su bocado y observa a ambos progenitores atónito.

―Pero, es un puesto muy importante ― susurra.

― Lo sabemos, consideramos que ambos están listos para llevarlos a cabo, después de todo son quienes heredan la empresa además de Alessa y Ariadna ― papá sonríe.

Entiendo bien lo que hace, después de todo yo estoy abocada a la danza y Alessa no tiene el cerebro ni el carácter como para dirigir una empresa de semejante magnitud.

― Propongo un brindis por los nuevos empresarios ― sonrío, estoy orgullosa de ellos.

Tras levantar las copas y felicitar a ambos muchachos Santiago toma el mando de la conversación y carraspea un poco llamando la atención de todos.




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