Atrevidos

Veintiocho

Santiago.

Me encuentro aquí, en el banco del parque principal esperando a Alessa, necesito hablar con ella y decirle lo que realmente siento, me parece que ya es hora de terminar con esto que se volvió una rutina tediosa y estúpida solo porque no había nada más importante para que me llenara. Pero, ahora las cosas sin distintas, en un comienzo si me gusto Alessa, sentí cariño y llegue a quererla muchísimo pero jamás la he amado y creo que siempre he sabido el por qué; Ariadna, siempre estaba presente en mí, pensaba en ella – no era consciente realmente de lo mucho que la quería y la necesitaba hasta que se fue- y luego vuelve de manera abrupta a mí, golpeándome con fuerza y haciendo que todo mi soso mundo se viniera abajo, incluyendo mi matrimonio.

Seguramente todos se preguntan porque me comprometí con ella, pues verán, las familias eran amigas desde hace años, nosotros éramos la pareja que unía a ambas y nos volvíamos todos una familia con nuestra unión. Beneficiaba en parte a la empresa también y no me pareció mala idea ya que pasaba buenos momentos con Lessa, no eran increíbles pero nos llevábamos bien y éramos compañeros.

Hasta que mi bailarina regreso.

―Hola Santiago ― la voz de la rubia me saca de mis cavilaciones. ― No sabes lo mucho que esperaba que me llamaras.

― Lo sé, lamento la demora, necesitaba tiempo para pensar en todo lo que estaba ocurriendo y poner en orden mi mente ― ella toma asiento junto a mí.

― Tranquilo, entiendo, fue una crisis. Es normal cuando vas a dar un paso tan importante en la vida como lo es casarte pero no hay de qué preocuparse, sabía que pensarías las cosas con calma y dejé todo reservado y suspendido los pagos― gesticula.

― Espera, ¿Qué? ¿Crisis? ― Niego, ella no cambia. ― No he tenido ninguna crisis Alessa, escucha, he pensado bien las cosas y me he tomado el tiempo para analizar nuestra relación y he llegado a la conclusión de que ya no podemos seguir, no quiero seguir con esto.

― ¿No quieres casarte conmigo? ― veo algo de tristeza en su rostro.

― No quiero seguir en una relación contigo Alessa, no somos el uno para el otro y merecemos tener a alguien que nos ame de la misma manera en que nosotros lo amemos ― suspiro ― No soy el hombre para ti, no te amo como debería, ni siquiera sé si estoy cerca de amarte y por ello no quiero hacerte más daño del que ya he hecho.

― ¿Hay alguien más? ― desvía la mirada.

Quisiera decirle que sí, que es su hermana la que vuelve loco cada rincón de mi ser, que me quita el sueño, que hace mis mañanas más alegres pues apenas abro los ojos su sonrisa está ahí para mí pero no quiero darle más problemas a Ariadna, no quiero que su hermana tome medidas contra ella o que sus padres piensen cosas que no son. Debo ser cuidadoso, llevar las cosas con calma y analizar todo lo que tenga que ver con ella.

― No, no hay nadie más, no es un problema de terceros― veo una mueca burlona en su rostro y me echo hacia atrás extrañado.

― ¿Crees que soy estúpida acaso? ― sonríe. ― Hasta hace un mes estabas feliz por la decisión que habías tomado pero llego esa gatita trepadora de Nueva York y tu mundo se vio cabeza arriba, ¿No?

― ¿Cómo puedes hablar así de tu hermana? Ella no tiene nada que ver, me alegra no casarme con alguien tan envidioso como tú, no puedo creerlo, envidias tanto a tu hermana menor que eres capaz de hablar ponzoñosamente de ella sin ninguna culpa.

― Y tu estas aquí para defenderla, vaya que caballero eres DiSanto ― ríe. ― No voy a darme por vencida, alguna vez me amaste y voy a hacer que suceda de nuevo.

― No pierdas tu tiempo ― me pongo de pie.

― ¡Eres un cerdo! ― escupe con ira ― ¿Qué hay de las invitaciones? ¿Lo que ya hemos pagado? ¿El salón y todo lo demás no importa?

― Me encargare de eso Alessa ― suspiro viendo la hora, debo alistarme para la cena de esta noche.

― ¡El dinero es el que hemos perdido! ¡Mi dinero! ― grita y algunos transeúntes comienzan a vernos.

― ¿Dinero? ¡Es el dinero de tu padre! ― Río ― Tú ni siquiera trabajas Alessa, manejas dinero y tarjetas a tus anchas pero nada ha salido de tu esfuerzo y sacrificio, niña consentida, deberías intentar ser más como Ariadna.

― Ni siquiera oses nombrar a esa malcriada en mi presencia, mucho menos compararme con ella, soy una mujer y ella una niñita llorona que utilizo tu cumpleaños hace años para engatusarte ― grita llena de odio. Al parecer su "tema" con Ari viene de hace varios años.

― Voy a decirte esto una vez Alessa ― le apunto con mi dedo índice ― Cuida esa boca tuya y no vuelvas a decir algo contra Ariadna o tomaré medidas drásticas contigo ― me preparo para irme y vuelvo a verla ― Una vez. ― puntualizo nuevamente.

Me encamino a mi auto, no pienso seguir escuchando sus estupideces de mujer insegura y mucho menos soportar que hable a sus anchas de la menor de los Castillo, estoy más que seguro que la situación no se acaba aquí; voy a tener aún más problemas con ella y de seguro se desquitara con Ari, por ello esta misma noche debo anunciar nuestra ruptura y hacerle saber que entre Lessa y yo no hay nada más.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.