Atrevidos

Treinta y Cuatro

Luego del funeral de Leticia volvimos a París. En mi caso, volví porque papá prácticamente me suplico terminar de pasar los supuestos tres meses que debía pasar con ellos y me vi obligada a decirle que sí pues de todas formas aun no estoy lista para quedarme en casa sin la compañía de Leti. Francia nos recibió con un día lluvioso, bastante gris y algo amargo pero supongo que era de esperarlo, como si las fuerzas del universo entendieran mi dolor y se esforzaran por acompañarme – lo sé, suena estúpido pero a mí me gusta pensar así-.

― Creo que es momento de tomar algo, estoy cansada de tanto viaje y problemas ― mi madre toma asiento en el sofá.

― Vaya, parece que ver a tu hermana ha sido toda una encrucijada para ti ― la veo desde la entrada.

― No tenía intenciones de verla pronto, pero los problemas surgen y uno tiene que encargarse de todo Ariadna y eso cansa ― suspira masajeando sus sienes. ― Algún día lo entenderás.

― ¿Cómo puedes hablar así de tu hermana? ¡Por Dios! ¡Parece que la odiaras! ― exclamo molesta.

― Cierra esa boca niña, ya estoy cansada de tus berrinches y tus locuras, madura de una vez y compórtate como una mujer educada y culta y no como una loca sin futuro alguno ― se pone de pie molesta y yo le sostengo la mirada, no me voy amedrentar por ella ― Sabía que era un error enviarte con Leticia, todo su mundo de locura y sin sentido te han hecho lo que eres ahora. No puedes siquiera aceptar opiniones ajenas sobre tu tía, te diré algo Ariadna, no todos aman a Leticia y yo soy una de esas personas.

― Estás loca ― susurro ― Lo que ocurre es que tienes celos y envidia, porque nunca podrás ser como ella.

― Yo no le tengo envidia a los muertos ― suelta tajante.

El silencio se cierne entre nosotras, Adrián ha abandonado la sala y Alessa se encuentra junto a la ventana pero parece no inmutarse por la situación. Paso por su lado, ni siquiera intento ver a mi progenitora y me dirijo a mi habitación; apenas paso el umbral cierro con pestillo y me lanzó a la cama, ¿Por qué volví? ¿Qué caso tiene seguir aquí si la boda se canceló? No puedo seguir complaciendo a papá cuando lo único que deseo es volver a Nueva York, a mi vida y a mi tiempo de luto por Leticia pero, luego pienso en Santiago. No estoy segura en lo que estamos haciendo, ni siquiera sé si tenemos un futuro juntos pero deseo fervientemente que así sea. Y tal vez por eso no puedo irme del todo, la excusa de que mi padre me necesita es solo una parte de la realidad.

― ¿Ariadna? ― La voz de papá al otro lado de la puerta me sobresalta― ¿Puedo pasar?

― Adelante ― me incorporo.

― ¿Te encuentras bien? ― Él me conoce, mejor que nadie.

― ¿Por qué la odia tanto? ¿Qué hizo que no le interese ni siquiera la muerte de su propia hermana? ― no puedo no preguntar aquello, he notado el desdén hacia Leti desde hace tiempo, jamás logré comprender el porqué.

― Cuando conocí a tu madre sentí una gran atracción hacia ella, comenzamos a salir y me presentó a su familia en una linda cena. ― sonríe recordando aquello ― Yo estaba tan nervioso, sentía que echaría a perder la ocasión y lo peor de todo era que su padre era uno de los socios en un proyecto que estaba llevando a cabo en esos tiempos. Pero todo eso pasó a segundo plano cuando vi a Leticia, quedé maravillado con ella, no solo por lo bonita que era sino por su actitud, su personalidad, la manera de caminar, de moverse e incluso la forma en la que sus labios se movían al hablar sin ningún recato. Tan distinta a tu madre... ― suspira ― No es necesario aclarar que me enamoré de Leti, perdidamente pero yo ya estaba oficialmente saliendo con su hermana.

― ¿Te enamoraste de Leticia? ― abro los ojos y la boca a más no poder, creo que mi quijada va a caerse al suelo ― ¿Qué ocurrió entonces?

― Tu mamá lo supo esa misma noche, no sé cómo, quizás fui demasiado obvio pero eso la molesto mucho. Debió enojarse conmigo, darme a mí un gran sermón pues yo estaba enamorado y no su hermana ― suspira ― Fue un caos, ellas se distanciaron por mi causa y yo intente explicarle la situación a Leticia, la busqué y le pedí perdón por todo lo que había ocurrido aun cuando ciertas cosas no fueran enteramente mías.

― ¿Por qué no te quedaste con mi tía? ― pregunto algo triste.

― Leticia era una mujer libre, independiente que no quería casarse ni tener hijos ni nada de lo que su hermana tiene ahora y creo que eso ya lo sabes ― ríe ― Ella salió de viaje por el mundo y yo entendí que no era nuestro tiempo y al final, nunca lo fue. Los años pasaron y yo me casé con Marina, Adrián nació luego y Alessa llegó a nuestra vida, para cuando tú naciste Leticia se había asentado en la gran manzana y venía de visita algunas veces al año pero su hermana aún guarda rencor hacia ella porque siempre la he mirado de la misma manera y no pude evitarlo.

Ahora lo entiendo, mi mamá odia a Leticia por robarle su amor de toda la vida, aunque papá no expresó nunca querer separarse de ella siempre ha tenido un fuerte sentimiento por Leti, creo que es triste.

¿Qué es lo triste?




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