Atrevidos

Treinta y Siete

― Muy bien, ya dime, ¿Dónde te llevará? ― Mery se encuentra más emocionada que yo.

― No me ha dicho, es una sorpresa ― río ― Estoy algo nerviosa.

― Yo también lo estaría ― recoge mi cabello en un lindo tocado.― Listo, estas preciosa.

― Gracias ― le devuelvo la sonrisa.

Llevo toda la tarde en casa de mi mejor amiga, no pude evitar contarle lo dicho por Jasper y mi acuerdo con él de ser amigos. Según Mery esto no va a funcionar, el chico no va a darse por vencido pero creo que sabiendo que estoy saliendo con alguien al menos va a verse amedrentado.

Me coloco los zapatos negros, van a juego con mi vestido –ni muy lago ni muy corto, lo esencial-, de espalda descubierta y detalles dorados sobre el escote, termino de colocar algunas alhajas en mi cuerpo, observo mi reflejo en el espejo y me gusta lo que veo, mucho.

― Oye, creo que el Audi negro que se encuentra aparcado en la puerta es para ti ― mi mejor amiga no puede en sí de la emoción, creo que va a darle algo ― ¡Ya sal!

Tomo mis llaves, el móvil y un bolso de mano y salgo como alma que lleva el diablo de la casa, apenas pongo un pie fuera veo a Santiago enfundado en un traje azul marino de satén, no trae moño o corbata y luce el cuello de la camisa – negra– desabotonada, se ve... sexy. Recargado en el auto observa su móvil con gesto despreocupado, una que otra mueca divertida cruza su rostro y doy por sentado que está viendo las fotos que publiqué en instagram hace unas horas –las cuales tienen que ver con Jasper–.

― Buenas noches buen mozo, ¿Espera a alguien? ― me coloco frente a él.

― Oh, mierda ― se me queda viendo unos minutos embobado y yo me siento completamente bien ― Te ves magnífica. ― Sus ojos recorren toda mi anatomía de arriba a abajo.

― Gracias, y tú te ves esplendido ― beso sus labios, aun esta atónito.― ¿Dónde iremos?

― Es sorpresa, ven entra al auto ― toma mi mano y abre la puerta del acompañante para mí.

Lo veo dar la vuelta, subir elegantemente al asiento del conductor y luego verme sonriente, trama algo, estoy segura.

― Necesito que te pongas esto ― muestra un pedazo de tela rojo ― Es por una buena razón ― sonríe al ver mi cara de confusión ― Quiero que sea sorpresa hasta el último momento.

― Bien, pero comienzo a pensar que vas a venderme en el mercado negro ― río.

― ¿Qué? ¿Y dejar que otro goce del espectáculo de tu cuerpo? Jamás ― suelta serio y yo siento las mejillas arder.

Asiento lentamente, Santiago se acerca tanto a mí que prácticamente nuestros labios están rozándose, siento como anuda el pedazo de tela alrededor de mi cabeza privándome de la vista para finalmente reclamar mis labios en los suyos. Jamás pensé que un beso se sentiría tan bien.

― Ahora disfruta el viaje ― susurra en mi oído.

El viaje fué lento a mi parecer pero podía escuchar todo con mayor claridad, sentir con mayor fuerza y eso me dio nuevas ideas para una coreografía y es que la danza esta en todos lados, en todos los movimientos, actos humanos sean conscientes o no; si añades música y un buen swing –el que marque tu propio ritmo– entonces puedes bailar como los dioses.

― Llegamos soñadora ― la voz de Santi me hace sonreír.

Me ayuda a bajar, sus manos se posicionan en mi cintura y lo siento detrás de mí, lentamente la venda cae y yo me quedo boquiabierta, frente a mis ojos se encuentra el bellísimo Teatro del Châtelet –conocido aquí en Francia como Théâtre du Châtelet–, es un teatro parisino situado en el primer distrito de la ciudad. Es uno de los dos teatros construidos sobre la antigua ubicación de una pequeña fortaleza (chatelet). Fue diseñado por Gabriel Davioud a petición Barón Haussmann entre mil ochocientos sesenta y mil ochocientos sesenta y dos. En su interior se entregan cada año los Premios César, los cuales suelo ver por televisión sin falta pues soy admiradora de los mismos.

― No puedo creerlo ― sonrío de oreja a oreja ― Es muy difícil conseguir entradas aquí, ¿Cómo...?

― Tengo contactos, vi en una revista que se interpretaría el trabajo del famoso ballet Petrushka, claro que es una especie de homenaje hecho por un grupo de bailarines que recién comienzan como compañía, pero creí que te gustaría verlo ― apoya su mentón en mi hombro.

― ¿Gustarme? ¡Estoy encantada! ― casi grito de la emoción ― Aquí han actuado muchos ballets además del original Petrushka, desde mil novecientos seis se representaron ópera y ballet. Aquí actuó Serguéi Diáguilev y los Ballets Rusos y fué el teatro donde se estrenó el ballet Parade de Erik Satie y Jean Cocteau en mil novecientos diecisiete. Actuaron Chaikovski, Gustav Mahler y Richard Strauss. ― suspiro ― Poder estar aquí es algo indescriptible.

― Eres una apasionada de la danza sin dudas ― ríe ― Bueno, hay que entrar, creo que en nos minutos comenzará ― toma mi mano y besa mis nudillos.

Demás está decir que quede totalmente embobada con el interior del lugar, la estructura, el diseño, todo era de ensueño y la lámpara que colgaba en plena recepción se robó mis ojos por más de diez minutos; si duda alguna sería uno de los lugares que recordaría por siempre.




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