Atrevidos

Cuarenta

― Entonces, siempre estuviste enamorada del mejor amigo de tus hermanos pero él se comprometió con tu hermana y para cuando volviste conquistaste su corazón sin esfuerzo y ahora tendrá un bebé lo que te pone en una situación complicada pues tu hermana es una demente, tu familia es tradicionalista y tú no deseas tener que lidiar con todo eso ― concluye Jasper bebiendo su café con leche.

Asiento, ha entendido todo a la perfección asique no hay mucho que agregar de mi parte.

― Mira, creo que estás ahogándote en un vaso con agua – me sonríe ― Como yo lo veo tienes dos opciones, seguir adelante con él, formalizar y afrontar lo que haya que afrontar o dejarlo ir.

― No es sencillo ― suspiro.

― No, no lo es, pero tienes todo lo necesario y más para triunfar en la vida Ariadna, eres hermosa, inteligente, divertida y talentosa en demasía; no necesitas pasar un mal rato solo por un poco de amor– rasca su nuca ― No me mal entiendas, creo que necesitas un hombre que te ame por encima de todos y todo, que seas su primer y única prioridad, que comparta contigo y que sepa lo especial que eres. ― Toma mi mano – Santiago puede amarte mucho pero tener un hijo es una situación que cambia todo, él deberá poner atención tanto a la madre como al niño, ser un padre presente y esas cosas y todo lo que acarrea la situación puede no gustarte pero no podrás reprochar nada porque para él la prioridad es ese niño no tú.

Lo veo en silencio, no me había planteado todo eso y sé que Jasper tiene razón, mucha razón.

¿Qué hacer? ¿Cómo decidir?

― Gracias, en verdad necesitaba alguien que viera las cosas desde afuera – pruebo bocado del pastel de limón que pidió Jas a la camarera. ― Rico.

― ¿Ves? Y tú siempre decías que nunca podría gustarte algo hecho con limón – se carcajea.

― Ya, era una niña cuando lo dije – ruedo los ojos divertida.

Mis ojos viajan a la ventana, veo a Santiago pasar y deduzco por la manera en la que se mueve que está buscándome. Jasper también lo ve y me observa pero no dice nada y me limito a verlo pasar. Me gustaría correr a sus brazos, decirle que no me importa la situación pero la cuestión es, que sí me importa. Nunca he sido de las que deja de lado lo que le ocurre para conformar al otro, no por una razón de egoísmo sino porque simplemente no puedo, estaría siendo egoísta conmigo misma.

― ¿No irás con él? ― Jasper me ve sorprendido.

― No, me quedo aquí – bebo mi licuado ― Oye, sé que quizás esto sea demasiado pero, ¿Puedo pasar la noche en tu casa? No me parece correcto volver ahora, al menos por mi bien.

― No hay problema, puedes dormir en mi cama y yo en el sofá de la sala – asiente.

― No te pregunté cómo está yéndote aquí – le sonrío, que tonta soy, no soy la única persona con problemas.

― Pues bien, mi tío me ha dado empleo en su restaurante y trabajo algunos días como maestro de danzas para niños ― se encoge de hombros – En cuanto al departamento, mi tía me consciente y me presto el suyo hasta que pueda comenzar a pagarle la mensualidad. Es bueno que ellos no tengan hijos, me tratan como suyo.

― Al menos estás bien, eso es importante – río.

Tengo tanto en la mente que siento que las palabras no me salen, apenas puedo pronunciarlas y deseo tanto a mi amada Leti, ella sabría qué decirme, los consejos me vendrían bien...

Tal vez tu madre pueda serte de ayuda.

¿Mamá? ¿Ayudarme? ¡Ja! Es la peor broma que me has hecho consciencia, ella jamás me ha ayudado en nada.

Pronto recibo una llamada de Adrián, no contesto y me quedo viendo el móvil, algo no me cuadra. Llámenlo instinto o sexto sentido, pero sé que hay algo más detrás de todo esto... Recordando lo que Alessa me dijo en el restaurante me percato de que ella tenía conocimiento de mis citas con Santiago, entonces... Ella debe habernos visto la noche del teatro o quizás alguien de su entorno, recuerdo haberme sentido observada; también viene a mí la conversación que mi hermano y ella tuvieron en la sala de estar de casa, ¿Y si es esto lo que ella no quería decir? Seguramente Adrián le exigió que el dijera la verdad al padre de su hijo ya que tenía la certeza de quien era y también para que no siguiéramos con lo nuestro.

Bingo.

No puedo creerlo...

Deberías.

Ella esperaba el lugar, la hora y el estar todos juntos para soltar la bomba sin anestesia alguna.

Toda una víbora, pobre criatura.

― ¿Estás bien? ― Jasper mueve su mano frente a mí.

― Sí, necesito hablar con mi hermano pero sigue en pie lo de pasar la noche en tu casa– me pongo de pie ― Te envío mensaje en cuanto termine.

― Perfecto, me da tiempo de ordenar un poco – ríe.

Salgo de la cafetería como alma que lleva el diablo, corro como nunca antes lo he hecho y llego hasta la esquina donde un taxi parece ver mis intenciones y se detiene; en un dos por tres estoy dentro y doy la dirección de mi casa. Demás está decir que llegamos más rápido de lo que hubiera deseado, pago el importe y bajo, camino decidida y entro en la casa donde veo a mis papás conversar –tal vez de su futuro nieto– con los DiSanto y yo me dirijo escaleras arriba hacia la habitación de mi hermano.




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