Atrevidos

Cuarenta y Tres

 Me remuevo entre las sábanas, no puedo dormir bien, suspiro repetidas veces y decido ponerme de pie, tal vez una taza de leche tibia me haga bien.

Me dirijo a la cocina, enciendo la luz y lo primero que hago es revisar la nevera, hay varias latas de cerveza; pienso bastante hasta que me decido y tomo la latita entre mis manos, está helada. Me siento en una banqueta cerca de la isla de la cocina, muevo mis pies mientras bebo la cerveza, cierro los ojos, hacía tiempo que no disfrutaba de una, sonrío; la última vez que tome una fue con Leticia, aquel verano en el que me esforcé por obtener esa beca y lo logré.

― Mamá, te extraño tanto – susurro con una sonrisa.

No me duele el que no esté, me duele la mentira de esas personas, el grado de maldad y envidia que los carcome. Mi mamá al fin de cuentas estuvo siempre conmigo, estuvo presente en todos los momentos importantes, tanto en mi niñez como mi adolescencia. Lamento no haber podido decirle "madre" cuando estaba con vida pero no me privé de hacerle saber siempre que podía cuanto la amo.

― ¿Hablando sola de nuevo? ¿Debo preocuparme? – Jasper entra en la cocina.

― Calla, estaba pensando en voz alta – le sonrío.

― ¿Estás bien? – toma asiento frente a mí.

― Sí, por primera vez en mucho tiempo estoy segura de lo que quiero, de lo que necesito ― me desperezo.

― ¿Y eso sería...? – eleva una ceja curioso.

― Volveré a Nueva York, tengo una casa que reorganizar, una coreografía que preparar, personas que olvidar y una nueva vida por delante – suspiro sonriente.

― Comprendo ― asiente.

― Creo que es lo mejor, asique tengo unas maletas que preparar, deberé volver a mi casa un par de horas para poder irme definitivamente – termino la cerveza.

― Te ayudaré, terminaras más rápido – se ofrece, que lindo.

― No, tú ve a trabajar, no descuides tus responsabilidades – sonrío ― Le diré a Mery que me ayude, hoy no tiene universidad.

― Bien, sabes que pase lo que pase puedes llamarme y yo estaré allí – toma mi mano.

― Lo sé, quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí, creo que tengo mucha suerte de tener un ex novio que aún puede quererme un poco – río ― De verdad, gracias Jasper.

― Yo te voy a querer siempre bichito, no importa que pase o donde estés, cuentas con mi apoyo – me sonríe.

Es exactamente como cuando lo conocí, eso que me enamoró de él, la forma en la que me hacía sentir bien, segura y capaz de todo sin hacerme sentir una mujer frágil, por el contrario; parecía que Jasper sabía que podía dar mucho más de lo que yo creía y siempre era así.

Me quedo perdida en esos recuerdos adolescentes, esos recuerdos que ojala fueran eternos, que si estuvieran ahora tal vez seguiría viviendo una mentira pero al menos sería más feliz, ¿no?

De pronto sin previo aviso siento que toman mi mentón y me acercan, los labios de Jas están sobre los míos, bailando lento. Mis ojos se encuentran entreabiertos por lo que puedo ver sus bonitos ojos viéndome.

― Jasper ― me separo de él, no sé qué decir – No es momento.

― Lo siento, me voy a trabajar, llama si necesitas algo – asiente tranquilo.

No estoy molesta y el no parece incomodo, entonces, ¿Qué es lo que siento realmente?

Buscas algo amor y contención en la única persona que quiere dártelo.

Eso suena espantoso, ¿Qué clase de mujer soy?

Una herida, lastimado por todos y por todo lo que creía y querer algo de amor no te hace menos ni débil, es una necesidad humana.

No deja de parecerme mal.

¿Acaso Jasper te causa repudio? ¿No puede él ser la persona amada que fue en un principio?

No lo sé...

¿Por qué?

Por... Él, por Santiago.

Tu misma lo dijiste, tendrá un bebé y no uno cualquiera sino el de tu hermana o media hermana, como quieras verlo. Tiene otras responsabilidades y prioridades y tú no estás en ellas y que quiera renunciar a ellas solo te demuestra lo desesperado e inmaduro que está, apenas puede con su situación. No es para ti, necesitas seguir.

Estas muy filosófica hoy.

Solo te muestro lo que ya sabes.

Vuelvo a la cama, son las cinco de la mañana y la verdad es que está refrescando bastante. Pobre Jasper, debe ir con su tío y recibir el camión repartidor, espero no tenga tanto trabajo. Me cubro con el edredón, entro en calor en cuestión de segundos, tomo mi móvil y marco el número de Mery.

― "¿Hola?"– su voz me recibe del otro lado de la línea.

― Hola morena, sé que estas despierta, eres la única que pudo haberle dado la dirección a Santiago – sonrío.

― "Mierda, ¿Qué hizo? ¿Pelearon? ¿Y Jasper? " ― río ante la catarata de preguntas y las posibles ideas que tiene en la cabeza.

― Cielos, no, le dije que ya no quiero verlo ni que venga por mí – un gran silencio se escucha al otro lado ― También le dije que se ocupe de su hijo y de Alessa, yo tengo mi vida en Nueva York y volveré en unos días a la gran manzana – suelto de golpe.




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