Atrevidos

Cuarenta y Cinco

Termino de ordenar las maletas, ya tengo los pasajes listos para volver a la gran manzana –solo viaje de ida, no hay regreso a este país- y me lanzo sobre la cama de Jasper. Mery se encuentra en la cocina con el mencionado preparando todo para esta noche, quieren hacer una fiesta de despedida para mí y me pareció lindo el detalle, después de todo necesito algo de alegría en mi vida.

― Ve a darte una ducha, en unas horas anochecerá y comenzaremos el jolgorio – mi mejor amiga golpea mi nariz con su dedo ― Al menos pon algo de maquillaje en esa cara monstruosa.

― Siempre tan linda – río ― Mi vuelo es el primero, a las seis treinta de la mañana.

― Ahí estaremos – guiña un ojo. ― ¿Lista para beber hasta que tu hígado no pueda más?

― Estás loca ― niego con una sonrisa.

Mientras el agua de la regadera cae y el vapor se acumula en la pequeña habitación me quedo viendo la nada unos minutos, pensando en todo lo que ha sucedido en tan solo tres meses, ha sido realmente rápido y diría que casi mágico; desde las peleas, el amor, los amigos, mi familia... Todos los acontecimientos que me asaltaron han dejado una marca importante en mí y siento que ya no soy la misma que cuando llegué. Echo la cabeza hacia atrás y dejo que el agua caliente se deslice por mis cabellos, tantos sentimientos encontrados, verdades descubiertas y decepciones amorosas... De pronto, viene a mí, abro los ojos de golpe y me quedo viendo los halos de vapor danzar en el espacio de la habitación, ¿Y si con todo lo que ha sucedido pudiera contar una historia bailando? ¿Si pudiera contarle al mundo sin palabras lo que siento solo con los movimientos de mi cuerpo? ¡Sí! ¡Es perfecto! Una coreografía que tenga una historia, una trama y un mensaje siempre es más rica que la que solo intenta hacer lucir a la persona que la ejecuta.

Tomo el shampoo y el acondicionador y me dispongo a lavar mi cabeza, tarareo una canción que hace poco escuche y cautivo mi corazón ya que el ritmo permite usarla para varios tipos de coreografías.

― ¡Deja agua para el resto de las personas! – el grito de Jasper desde la puerta me hace reír.

― Siempre hace lo mismo, es una egoísta – le sigue el juego la morena.

― Si no se van de la habitación dudo que pueda salir – les grito mientras enjabono mi cuerpo.

― Yo no tengo problemas con verte desnuda ― ruedo los ojos al oír al pelirrojo.

― ¡Pervertido! – se carcajea.

Me envuelvo en la toalla, es algo corta pero cumple su función, ¿es que los hombres no compran toallas más grandes? Bueno, supongo que tengo que arreglármelas así. Camino hasta la habitación y comienzo a secar mi cabello hasta que unos brazos se envuelven en mi cintura y me estrechan; giro la cabeza encontrándome con aquel que alguna vez fue mi novio, me ve serio y algo cabizbajo y me limito a apoyar la cabeza en su pecho.

― Sé que piensas que no es el momento y no quiero hacerte creer que me aprovecho de la situación Ariadna, es solo que, te quiero y mucho – suspira ― De verdad.

― También te quiero ― respondo.

― Sabes a lo que me refiero bichito, eres mala para hacerte la distraída – su risa me hace sentir bien aunque no se compara a la de cierto moreno.

― Sería injusto de mi parte decirte que puedo darte una oportunidad cuando ni siquiera quiero dármela a mí misma – lo veo a los ojos ― Solo voy a causarte males, sigo pensando en él y me vuelve loca el solo recordarlo, ¿Qué clase de mujer sería si te usara para olvidar a otro hombre?

― No me causas ningún mal, en todo caso, deja que sea yo el que juzgue eso ― me obliga a estar de frente a él – No te estoy pidiendo que me ames de inmediato ni quiero obligarte a olvidar a ese idiota porque no funciona así, porque tiene un proceso por el cual debes transitar, porque el corazón humano es frágil y los sentimientos delicados, porque no soy ese tipo de persona y porque quiero ser yo quien te ayude a sanar.

― Tal vez no funcione – susurro.

― ¿Y qué? ¿Cómo lo sabrás si nunca lo intentas? ¿Cómo puedes dar certeza que algo no puede ser si no te atreves a probar? – eleva una ceja ― Ya estuvimos juntos una vez y no nos fue para nada mal, si yo me atrevo a quererte aun, ¿Por qué no puedes atreverte tú? ¿Dónde está esa latina atrevida y valiente que me enamoro?

― Es que me han roto y no sé si puedo seguir Jasper ― suspiro, me siento estúpida.

― Todos estamos rotos Ari, a todos nos han herido y nos han hecho cosas terribles pero venos aquí, de pie dando pelea y colocando banditas en el corazón – me sonríe ― Te estás perdiendo la vida por un miedo que puedes superar fácilmente.

Sonrío, cuánta razón tiene, ¿En qué momento se volvió tan filósofo? Río, no sé qué haría yo sin mis amigos.

Acaricia mi mejilla, da media vuelta dispuesto a irse del cuarto pero lo retengo por la muñeca, voltea viéndome curiosa –tal vez esperando que diga algo más- pero decido dejar de pensar tanto y actuar más, seguir mis impulsos sin miedos, como dice él. Estampo mis labios sobre los suyos, inmediatamente me recibe con un fogoso beso y me estrecha en sus brazos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.