Atrevidos

Cuarenta y Seis

― ¡Que comience la peda! – Mery alza su copa y todos los invitados gritan a viva voz. ― Vamos Castillo, es tu última noche con tus amigos parisinos, vas a disfrutar y a olvidar a esos infelices.

― Para ser francesa eres bastante latina – rio abrazándola ― Gracias por todo.

― Lo sé, mis papás se equivocaron de país cuando nací – me sonríe ― No hay nada que no haría por ti amiga, ahora cuenta, ¿Qué ocurre con tu ex novio?

― Oh, ¿Qué te hace pensar que algo ocurre? ― bebo mi bebida.

― No quieras engañarme, te ve como si quisiera comerte y la tensión sexual, ¡Dios mío! Hasta me dan ganas de ser tu – se carcajea.

― Estamos intentándolo, pero vamos lentamente, nada de apresurar las cosas – me encojo de hombros.

― La invitada de honor jugará con nosotros – Kim toma el micrófono y todos aplauden ― Haremos dos equipos, en esta bolsa hay retos que hay que cumplí y si se niegan a hacerlos pues aquí hay otra con los castigos.

Y así comienza la noche, los dos equipos se armaron –quedamos iguales por un golpe de suerte-, Jasper tuvo el primer desafío; su lengua tuvo que recorrer una mesa pintada con jugo de limón y vaya que sus muecas eran graciosas, Cameron –hermano menor de Mery- tuvo que bailar el calzoncillos sobre la mesa una popular canción de Britney Spears y creo que jamás he reído tanto como en ese momento.

― Ariadna, tesoro, te toca – sonríe mi morena, algo trama.

Introduzco la mano en la bolsa de tela, revuelvo un poco y saco un pequeño papelito blanco que lleva escrito en letra cursiva dos palabras; "baile erótico".

― Wojooo – gritan algunos y de inmediato la música comienza a sonar.

Muevo mis caderas al ritmo y subo sobre una improvisada tarima –la cual espero no se desmorone conmigo arriba-, comienzo a seguir la música y escucho a todos gritar y animarme, sonrío al ver a Jasper no quitarme los ojos de encima y para cuando la canción termina recibo algunos billetes de mis amigos en una tonta broma.

― Mi turno – Adrián ha llegado hace unos minutos y se lo ve de lo más fresco para la ocasión.

Para su mala suerte el desafío que le tocó era besar al perro salchicha de la vecina, podría haberse negado pero dijo que no era un cobarde y aquí lo vemos besando al singular cachorro que desea salir corriendo de sus brazos para nunca más regresar. Me carcajeo a más no poder, me duele el estómago y creo que el efecto del alcohol está haciendo estragos en mi sistema.

― Ahora, una última sorpresa, un regalo improvisado de último momento que esperamos te guste – Kim me sonríe desde el "escenario"― Solo escucha.

Me colocan una venda en los ojos, me llevan a una habitación y escucho como cierran la puerta; elevo una ceja intentando escuchar que más ocurre a mí alrededor y me percato de que no estoy sola en el cuarto, las cuerdas de una guitarra comienzan a sonar y yo sonrío esperando. Me siento ansiosa y nerviosa, alguien me ayuda a tomar asiento y me hace saber que no debo quitarme el vendaje del rostro.

― Tengo, la noche entera para ti y vengo buscando estrellas para ti, no hay límites, no hay música para tanto amor – comienza a cantar ― Mírala, que hermosa es yo la elegí para reinar me pase mil días esperándola. Mírala la encontré es ella la de mi canción, la de las cartas escritas que jamás envié – las cuerdas del instrumento suenan suave y en total sincronía con la modulación de la voz pero algo me parece... familiar...

La música cesa, esperaba poder escuchar más ya que la letra me parecía muy bella y muy romántica también. La persona que me acompaña toma mis manos indicándome que debo ponerme de pie, escucho la silla ser arrastrada lejos de mí y los pasos de dicha persona acercarse nuevamente; su respiración se mezcla con la mía, ¿Por qué tanta cercanía? ¿Es Jasper? Tanteo con las manos al sujeto –deduzco que es un hombre porque me saca varios centímetros de estatura- pero este las atrapa antes de que pueda percibir algo y me jala con fuerza hacia él, intento alejarme porque la situación me parece extraña y el no poder verlo me causa cierta desconfianza –aunque si es algo preparado por mis amigos no creo que sea malo pero...–.

― No te vayas Ariadna – susurra la voz y caigo en la cuenta de quién es trata.

Abro la boca preparada para contestar mientras trato de alejarlo de mí pero sus labios toman los míos y siento que algo dentro de mí termina de romperse, termina de soportar esto y me da el coraje necesario para empujarlo con todas mis fuerzas.

― ¡No! – grito y arranco la venda de mi cabeza. ― ¡Vete!

― ¡Escúchame! – pide ― Quiero pelear por ti, lo estoy haciendo.

― Pero ya es tarde, ¿No lo entiendes? No quiero que pelees por mí Santiago, sencillamente porque lo nuestro no puede ser, no quiero que lo sea. – abro la puerta y salgo al exterior en busca de mis amigos, no puedo creer que hicieran esto.

― ¡Ariadna Castillo! – todos ponen atención a los gritos y yo me detengo en seco.

― Escucha, voy a irme en unas horas, tengo una vida, un proyecto y no te incluye ― suelto molesta, ¿Es que acaso no pueden entender lo que digo? ― Mi vida es la danza, nada más y nada más quiero. Tuvimos buenos momentos pero, no es real, no me amas como dices hacerlo y en caso de que así sea es tarde ya; vas a ser papá y de la mujer que intento hacerme daño al confesar lo de mi verdadera madre. No puedo seguir un minuto más cerca de ellos, ni de ti ni de Paris. – lo veo pero no quiero llorar, por primera vez no quiero ― Tenías razón cuando dijiste en aquella fiesta a mis dieciséis que yo era tu hermanita y que jamás me verías de otra forma, eso somos, nada más.




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