Atrevidos

Cincuenta

Camino apresurada por los pasillos del Teatro, hoy tenemos una presentación con una de las maestras de danza y viene mucha gente importante a disfrutar del show –pero para nosotros es una forma de evaluación – y estamos muy nerviosos.

― Rápido Ariadna, ya vamos a empezar y debes maquillarte – mi compañera es una alemana que maneja muy bien nuestro idioma aunque no pierde su acento natal.

― Lo sé, es solo que estaba peinándome – digo viendo mi cabello en perfecto estado.

Tomo el maquillaje, debo pintar mi rostro de blanco, acentuar los ojos con negro y colocar una corona de plumas en mi cabeza pues simulamos ser aves mientras bailamos. Coloco un labial rosa pastel, discreto y elegante que va de acuerdo con mi atuendo, mi compañera lleva quince minutos luchando con su cabello –el cual es sumamente rubio y completamente rizado, tal vez, demasiado-.

― Ven, déjame ayudarte – río. ―Lo llevas muy largo y el peinado no soportara el peso, pero podemos asegurarlo mejor.

― Gracias, creo que moriré antes de terminarlo yo sola – se carcajea y la sigo.

Mientras me coloco el tutu escucho como nos llaman para comenzar la obra, por suerte no hago mi entrada en la primer parte sino en la segunda y eso me da ventaja para terminar de prepararme.

Ya llevo un mes y medio en la academia, ha sido duro, exhaustivo y de lo peor, he tenido riñas con varias de mis compañeras o rivales como suele decir la directora; se burlan de mi beca, prácticamente no tengo gastos que hacer excepto en las zapatillas de baile –dos por semana ya que termino fundiéndolas siempre-, ungüentos para pies –mis las ampollas de mis ampollas tienen ampollas y yo lloro cada vez que me paro en puntas – y trajes para las presentaciones individuales y eso es lo que todas utilizan para molestarme.

Más de una vez han escondido mis cosas o he tenido que recurrir a la violencia –fuera del ámbito educativo claro- para defenderme de esas víboras y es que en esta guerra la competencia es atroz; sabemos que solo una o dos bailarinas llegan a ser algo más que simples maestras de academias y lo mismo es para los varones por ello siempre queremos superarnos, ser mejores y alcanzar la excelencia y no poder ser igualada ni mucho menos superada.

Mi vida ha mejorado mucho, logré conseguir un empleo durante las noches como camarera en un restaurant y disco, tal vez no tenga que pagar la academia pero debo comer y eso es un gasto bastante grande.

― Mira – Eva me sonríe señalando el enorme ramo de rosas rojas ― Que suerte tienes.

― Mi novio es muy atento – sonrío acercándome a verlas.

― ¿Solo atento? ¡Es divino! – me sonríe ― Espero tener un novio así algún día.

― Seguro que será así – asiento.

Jasper se ha convertido en mi novio oficialmente hace un mes exactamente, es una persona dulce y tierna, trabaja muy duro y sus estudios van muy bien, le ha interesado bastante los ritmos de Hip Hop y Pop y está dando clases a niños –se ve tan lindo cuando juega con ellos-.

Mery y mi hermano han formalizado su relación, ella me contó que la presentó en la familia como su chica y que todo marcha bien aunque Marina y Alessa no le dirigen la palabra, Jorge es muy atento con la morena y todo marcha excelente para ellos; han comprado un departamento, están amoblándolo de a poco y en unas semanas podrán mudase a él oficialmente. Me alegra mucho saberlo, jamás pensé que mi mejor amiga y Adrián podrían tener algo en común y mucho menos enamorarse como lo han hecho pero es lo mejor que podría pasarme, que las dos personas más importantes para mí se quieran tanto.

Adrián me llamo hace unos días, me dijo que nuestro sobrino era una niña y que aún no sabían el nombre. La verdad es que no produjo nada saberlo, realmente esas personas se volvieron desconocidos para mí pero la pequeña en camino no tiene la culpa por lo que compré un regalo para ella el cual por supuesto será enviado a casa de mi hermano para que sea él quien lo entregue a mi nombre al padre de la criatura. Con respecto a Santiago, tuve el tiempo suficiente de entender que pasé con él momentos hermosos, que tuve la oportunidad que tanto deseaba en mi adolescencia para amarlo y quererlo, para sonreír con él y saber que se sentiría un beso suyo en mis labios y no me arrepiento de nada. También entendí que nuestra separación fue cosa de la vida, del destino si quieren ponerle otro nombre, cada uno tenía marcado lo que debía hacer y tarde o temprano tendríamos que separarnos porque mi carrera así lo pediría; cuando pienso en el ya no siento dolor ni tristeza ni melancolía sino un cálido sentimiento en el pecho y puedo sonreír al recordar su sonrisa porque al fin de cuentas he superado esa etapa. No lo odio, le tengo un cariño especial pues nos conocemos desde niños, hemos pasado y vivido tantas cosas, tantos recuerdos y buenos momentos, tanta pasión y al final ambos hicimos lo correcto, porque amarse no es seguir juntos a pesar de los dolores que podamos causar sino que a pesar de querernos como nos queríamos sabíamos que lo correcto era otra cosa y pudimos tomar la decisión correcta –aunque doliera y nos alejara-.

¿Qué si volvería con él?

No. No podría, porque amo a Jasper y amo mi vida, nuestra vida.




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