Atrevidos

Cincuenta y Dos

― ¿No irás a París a ver a tus padres? ― Jasper toma asiento frente a mí con una taza de café.

― No, no tengo padres allá y mi mamá falleció – me siento junto a él después de darle un beso. ― ¿Por qué iría allá?

― Es Navidad nena, pensé que te gustaría verlos – se encoge de hombros.

― No, gracias ― bebo mi jugo de naranja.

No necesito verlos y tampoco quiero, guardo un gran rencor hacia ellos y no puedo evitarlo, soy humana después de todo. Quiero creer que en un futuro ese sentimiento desaparecerá, que aun sin querer verlos pueda nombrarlos sin sentir ganas de que desaparezcan de la faz de la tierra.

― Bueno, entonces, ¿Por qué no vamos a casa de mis papás esta noche? Toda mi familia estará allí y sabes que te quieren mucho – me abraza por detrás.

― Me encantaría – me desperezo en sus brazos.

― Genial, partimos apenas estés lista – me besa ― Ahora iré por algunas compras al mercado, no tardo.

Apenas se marcha me encamino a la habitación, preparo un bolso con ropa mía pues conociendo a la mamá de mi novio ella pedirá que nos quedemos unos días en su casa.

Suspiro, hace dos semanas terminé oficialmente mis estudios, terminé mi beca con honores y lo mejor de todo es que una importante compañía llamada "Dandelyon" me contrató como primera bailarina de la misma, no pude saltar más de emoción cuando lo supe porque mis pies no me lo permitieron. Ahora estoy de vacaciones hasta firmar los papeles y demás, trato de estar el mayor tiempo posible con Jas pues con las obras, ensayos y presentaciones fuera del país sé que nos veremos poco y no quiero sentirme sola cuando él no esté cerca de mí.

Debo admitir, que en un principio pensé que Jasper sería algo pasajero, que mi amor por Santiago no podría dejarlo entrar en mi corazón pero fue todo lo contrario. El pelirrojo había entrado años atrás cuando apenas éramos unos adolescentes alborotados, se quedó en mí escondido hasta que su turno de volver a mi vida llego y no pudo ser mejor, en verdad. Lo he querido cada día más, ha sabido enamorarme como ninguno y es que tuvo paciencia en demasía pues los primeros tiempos no podía siquiera compartir algo tan íntimo como un beso subido de tono por la recurrente imagen del moreno a mi mente, sin embargo, lo superé. Comprendí cosas y sobre todo aprendí de mis errores, de los ajenos y de la vida misma.

Y heme aquí, viviendo con Jasper, soñando despierta con él –como toda colegiala enamorada- cuando no estamos juntos y teniendo proyectos futuros donde su presencia es importante para mí.

― ¡Ya volví! – lo escucho gritar desde la sala.

― Tan pronto – volteo al escucharlo llegar.

― Es que tú pierdes el tiempo en cosas tontas – se carcajea y yo frunzo el sueño.

― Hacia las maletas pero si te parece tonto puedo quedarme en casa mientras tú te vas – me encojo de hombros.

― Que cruel eres ― rueda los ojos, puedo notar que reprime una risa – Sabes que me quedaría contigo si no quisieras ir.

― ¿De veras? ¿Por qué? – río.

― Porque te amo Ariadna – suelta serio desde la entrada de la habitación. ― Y además porque esa decisión arruinaría mi sorpresa para ti.

― ¿Qué sorpresa? ― elevo una ceja.

― La que está en la sala – suelta desinteresado.

Niego divertida y salgo corriendo a la sala, prácticamente estoy dando tropezones pero es que la curiosidad me mata. Apenas llego me encuentro con las luces apagadas, velas de colores encendidas por todo el lugar, algunos globos rojos desparramados por el suelo forman un camino hacia el patio trasero y no me detengo; los sigo emocionada, apenas pongo un pie fuera me encuentro con un enorme oso de peluche, ¿De dónde salió? ¿Dónde lo ha tenido escondido? Río y lo tomo como puedo, doy unos pasos más y choco con algo por lo que tengo que dejar el enorme animal de lado para encontrar una mesa y sillas vestidas de blanco, unas copas y champagne pero lo mejor de todo es el gigantesco ramo de rosas azules sobre la misma.

― Sorpresa – susurra en mi oído.

― No puedo creerlo – volteo a verlo asombrada ― ¿Cómo...?

No me deja terminar pues su dedo índice en mi boca me hace callar mientras niega con la cabeza, lo veo curiosa e interrogante, no sé qué lo que va a suceder ahora. Me guía a la mesa, nos sentamos y sirve la bebida.

― ¿Por qué tanto misterio? – pregunto con una sonrisa.

― Porque eres demasiado preguntona y siempre tan perspicaz que no quiero que hables antes que yo – me saca la lengua, que infantil.

― Bueno, entonces ya dime, ¿Qué ocurre? – rio.

Abro la boca sorprendida, conmocionada, mi voz no sale y siento que todo se ha detenido, que su propuesta lo cambia todo.

De pronto aparece en mí, el mismo sentimiento que tengo cuando mis pies tocan el escenario, el mismo sentimiento que surge cuando bailo y me hace sonreír porque saber que hay una persona que puede igualar el amor que siento por la danza.

― Claro que quiero casarme contigo Jasper – sonrío y veo el bonito anillo en mi dedo, ¿En qué momento lo puso allí?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.