Desde mi cama y aún bajo las mantas de lana que mi madre había tejido, escuchaba las gotas de agua caer de la cubierta de paja a los charcos sobre el suelo. El olor a tierra mojada me resultaba agradable y el aire frío que ingresaba por las ventanas de la casa me motivaba a las labores en el campo. No poseíamos un terreno lo suficientemente grande puesto que mi padre no era un noble acaudalado o influyente, era solo un campesino que ofrecía los alimentos que cultivábamos en el mercado del reino, mi madre tejía bonitas prendas y en ocasiones cuando le hacían falta tintes iba con ella al bosque a juntar flores, semillas y otras plantas, aunque en ocasiones no pagaban bien por su esfuerzo ya que se estaban empezando a elaborar tintes mejores en talleres, ella era feliz porque amaba lo que hacía y yo amaba verla feliz, no estábamos tan mal ni tan bien pero me gustaría que ellos estuvieran mejor, son mi todo, incluso el tonto de mi hermano que se fue a la guerra que libran en las tierras del este… lo extraño.
Aún recostado en mi lecho miré alrededor de mi casa y no había más movimiento aparte del humo que salía de la olla sobre la fogata y que colgaba de las vigas con una cadena, realmente era demasiado como si se estuviera quemando, retiré las sábanas y me puse en pie caminando un poco adormecido hasta la cocina, con un palo que había cerca descolgué la manija de la olla del gancho que la sostenía, la dejé sobre el suelo y el interior estaba blanco, seguro era por la sal pero no tenía ni idea qué estaba preparando.
-¿Mamá?- Ya me estaba preocupando por ella, miré en todas direcciones para ver si tal vez me estaba jugando una broma pero no escuchaba nada más que una leve lluvia cayendo sobre la cubierta.
Bostecé y me dirigí hacia la puerta, la piedra que usábamos para detenerla desde dentro no estaba lo que indicaba que había salido, pero ella jamás saldría a menos que hubiera dejado de llover. Vivíamos en una colina no muy alta, salí de la casa y al mirar hacia adelante y como a un tiro de piedra vi una mujer de espaldas con los brazos extendidos a los costados y elevada del suelo, ese vestido lo reconocería donde fuera, por más que tratara de aclarar mi vista parpadeando muchas veces no lo entendía, al mismo tiempo se empezó a escuchar un aleteo horrible, como si un ave gigante volara alrededor de la casa, traté de mirar al cielo pero no veía nada, solo ese sonido que me ponía la piel de gallina y el frío calaba mis huesos, me atemoricé, no entendía qué pasaba, en medio de mi temor algo guio mis ojos hasta la mujer que flotaba, no podía aceptar que fuera mi madre, ella se descolgó de lo que fuera que la sostenía y cayó al suelo, no vi cómo porque las plantas me tapaban la vista, reuní fuerzas pero mis piernas parecían no tener huesos, caminé un poco torpemente para ir a verla pero de nuevo tuve una sensación peor que la que ya estaba sintiendo, vi como algo se movía entre las plantas del sembradío frente a mí trazando un camino de lado a lado mientras se acercaba, me paralicé de nuevo, era muy rápido y el escuchar las plantas ser movidas o aplastadas hicieron que ni siquiera pudiera gritar algo en lo absoluto.
Sin apartar mi vista intenté retroceder hacia la entrada de la casa pero si me era difícil caminar hacia adelante era mucho peor caminar hacia atrás, mi mirada estaba anclada al movimiento de aquellas plantas que caían, luego se detuvo frente a mí, solo unas pocas ramas me impedían ver que había del otro lado, de pronto las ramas al ser empujadas se abrieron de lado a lado y revelaron una cabeza humana cubierta por el cabello largo, suelto y sucio, parecía estar mirando hacia el suelo, como si el tiempo avanzara más lento ella levantó la mirada pero sus ojos estaban cerrados, definitivamente era ella.
-¿Madre?- Fue la palabra más difícil que pronuncié en mi vida, sentí un nudo en la garganta que casi no me dejaba hablar, pude retomar el control de mis piernas al menos un poco pero no sabía si ir con ella o permanecer allí, mis manos no dejaban de temblar, quise que nada de esto fuera real, ¡No podía ser real, no había manera!
En ese momento de tensión sentí que mi corazón iba a explotar dentro de mi pecho y moriría en ese instante, la lluvia no dejaba de caer y el aleteo era más y más fuerte. Giró su cabeza hacia la derecha, se dibujó una sonrisa en su rostro pálido y cuando abrió sus ojos estos se le cayeron al suelo casi al mismo tiempo, miró hacia abajo y con su mano derecha que aún estaba oculta entre las plantas los tomó, trataba de verlos o al menos eso creí, luego me miró a la cara, frunció el ceño y la sonrisa que tenía se transformó en una boca enorme que dio un grito muy fuerte que incluso lo sentí como una ola de viento que me hizo tambalear. Esto tenía que ser una pesadilla, ¡no podía ser real nada de esto! Pronto despertaría y olvidaría lo que estaba pasando, cerré mis ojos con fuerza deseando que todo acabara, pero al abrirlos esperando que la tortura terminara esa cosa que era mi madre caminaba en cuatro patas lentamente hacia mí. Mis ojos se llenaron de lágrimas, no era justo que terminara así, no ella, no para ella…
-Si algún día estás acorralado y sientes que es el fin, jamás te entregues al frío abrazo del miedo, mira a tu alrededor y lo que encuentres para defenderte, eso definirá tu destino. Ahora dime muchacho, ¿qué harás?
-¿Qué harás?...
-¿Qué harás?...
Las palabras de mi padre retumbaban en mi mente. Esa cosa que se suponía era mi madre emprendió la carrera hacia mí, se movía como una bestia enfurecida, pude pensar un poco y entré de nuevo a la casa muy rápidamente, pero al cerrar la puerta y empujar desde el otro lado sentí la embestida y salí volando muchos pasos, con algo de dolor casi en todas partes me incorporé un poco quedando de rodillas sobre el suelo, algo caliente se deslizaba por el lado izquierdo de mi cara pero no tenía tiempo para mirar qué era, la puerta estaba tumbada sobre el suelo, en el exterior la lluvia había incrementado y de nuevo ese rostro sin ojos se asomaba de forma espeluznante por el lado izquierdo de la entrada, no dejaba de mirarme fijamente, no tenía escapatoria, esa era la única entrada y salida de la casa y aunque era muy joven tuve la completa certeza de que no saldría con vida de esta situación.