Atte. El fantasma

CAPÍTULO 7 Soy la única luz

Horas después, los siete adolescentes estaban nuevamente en la bodega, vigilados por un universitario de casi veinte años; descuidado con gafas grandes, concentrado en una laptop. Theo apartó a Andrew del grupo.

— Oye, ¿Desde cuándo tu mamá paga a un hacker? —preguntó Theo.

—Llámalo "Paloma". Le ayuda a borrar cuentas que hablan mal de ella —respondió Andrew.

En la pantalla, Paloma mostró un mapa con puntos rojos, un círculo verde sobre la escuela y un único punto azul marcando una plaza cercana.

— Ok —llamo el apodado paloma—Los puntos rojos son mensajes enviados en la ciudad; el círculo verde es la escuela, y el azul es donde localicé el celular antes de perder la conexión —explicó Paloma.

—Ese es el parque de Barranco, donde será la Fiesta de Luces —dijo Corni. Al notar la mirada de Kayle, frunció el ceño—. Ni lo pienses.

— Tranquila — kayle removio su mano, con una suave sonrisa al sacar su celular— pero, lo que pasó hoy, sobre el fuego y la llama de la victoria. ¿No creen que nos está retando? En la fiesta luces, habra una fogata, seguro

— Entonces, hagamos una trampa — Theo interrumpio.

Con una gran sonrisa, emocionado.

—¡No! —protestó Corni— Tengo una cita con Jack, no quiero que arruinen mi noche.

—¿Crees que nos importa? —replicó Andrew—. Paloma, ¿podemos monitorear esto en tiempo real?

— Esto es a tiempo real —aclaró el hombre. Andrew se sorprendio— solo debo darles el enlace.

— Bien —Theo se acercó— Bruno y Talia tendran que ver eso en casa y nos avisaron.

Fue así como el plan “encontrar al fantasma” inició. Por otro lado, Nicolás caminaba hacia el estacionamiento con un archivero bajo el brazo cuando notó un grupo de profesores mayores conversando con rostros tensos y gestos frustrados cerca de los autos. Dio un respingo y se acercó.

—¡¿Qué tal?! —exclamó con su típica sonrisa, tratando de animar el ambiente.

Los docentes lo miraron de reojo, demacrados y visiblemente irritados. Nicolás retrocedió un paso, pero no perdió su aire jovial.

—Parece que un camión los atropelló y les dejó esa cara de lunes eterno.

Uno de los profesores, rascándose la frente, le lanzó una mirada amarga.

— Debe ser divertido para ti, que tienes tu oficina propia —explicó uno de ellos— la sala de profesores aún se está arreglando, pero claro, Alison nos culpa por no cerrar bien las puertas.

—Yo creí que entró por las ventanas —replicó Nicolás, encogiéndose de hombros.

—Díselo tú a ella —refunfuñó otro, apoyándose en un auto—. Ahora, además de revisar miles de exámenes, nos obliga a revisar toda la escuela. ¡Ni tiempo tengo para visitar a mis padres! Estoy harto, a veces pienso en renunciar.

—Es que tú no tienes hijos que mantener —intervino el más viejo con una risa sarcástica— Algunos trabajamos aquí por necesidad.

—Sí, muy duro todo —comentó Nicolás, asintiendo con una sonrisa de falsa empatía—. Pero la paga no está tan mal, ¿no?

Las risas contenidas de los profesores rompieron el silencio. Uno de ellos lo miró con burla.

—Nicolás, llevas cuatro años aquí, pero sigues siendo un ingenuo — comentó uno de ellos entre risas. Mientras el segundo volteaba alrededor — te lo diría, pero eres muy honesto y

— Yo se lo diré — interrumpió el más viejo y se acercó a Niicolas — los padres hacen lo que sea por las notas de sus hijos... especialmente cuando no logran avanzar.

— Ah eso — siseó Nicolas al alejar el brazo de su compañero — eso ya lo sabía. Pero no veo cómo eso me beneficia.

Con la confianza intacta, pero una sombra de tristeza en su expresión, se dio la vuelta y se alejó, dejando a los profesores entre risas cómplices.

Después de una hora, un grito resonó en la bodega del quinto piso.

— No, no, no y no — se quejó Corni al interrumpir una explicación de kayle en la pizarra con un par de grietas — si hacen una fogata llamaran la atención, y Jack, ya dijo que quería hacer una fogata.

—Todos van a la “Fiesta de Luces” para hacer fogatas. Ese es el punto de la fiesta —respondió Theo, molesto.

—Entonces, ¿qué propones que hagamos? —preguntó Arthur, cruzándose de brazos.

—Caminen —respondió ella— Caminen hasta que encuentren al tipo que mencionó Arthur. Y vayan vestidos de negro, para que nadie los reconozca.

—Será difícil —comentó Kayle, con uno de esos pequeños papeles en mano— Aunque, lo bueno es que hay una alta probabilidad de que sea alguien de la escuela.

—¿Cómo es eso bueno? —Theo frunció el ceño, desconcertado.

Kayle inclinó la cabeza, evaluándolo. Estaba a punto de responder cuando los celulares vibraron al unísono. Todos sacaron sus dispositivos y leyeron el mensaje:

« Soy la única luz que guiara su pobre conocimiento »

—Parece que está confiado —dijo Talia, encogiéndose de hombros.

—Sí, tienes razón —gimoteó Kayle con un aire encantador mientras se acercaba al adulto con la laptop— Paloma, ¿puedes venir con nosotros mañana? Te invito un café.

—Oye, no uses a mi hacker —protestó Andrew, entre ellos. Cubrió la cabeza de Paloma con una mano como si quisiera protegerlo— No la mires, te contagia.

— Calmense —ordenó Theo, alzando la voz—. Bruno y Talia, nos cubrirán desde casa. Paloma, ¿podemos interceptar mensajes si escribimos al número del fantasma?

—S-sí… —tartamudeó el hacker, evitando la mirada de Kayle.

Theo sonrio con fuerza; empuño sus manos en una pequeña victoria. Tomo su mochila y corrió en un solo grito:

— ¡Nos vemos a las ocho!

Kayle lo vio marcharse en silencio. Corni, por su parte, chasqueó la lengua mientras agarraba su mochila y se iba.

—¿Planea ser el líder o qué? —Un suave tono de descontento.

— Solo es un idiota —respondió Arthur, paso junto a ella— Uno que se deja llevar por su padre. Pero no lo culpo… da miedo.

Después de una hora, Bruno bajó del bus con el celular en la mano. Leyendo las indirectas de sus compañeros de fútbol; en una mezcla de cólera y desilusión.




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