Atte. El fantasma

CAPÍTULO 10: Engañamos con destreza

Engañamos con destreza, anhelando evitar ser engañados con facilidad. Es una fina línea entre una venganza que crece con el paso de los años y los principios éticos que pregonamos desde niños. ¿Deseas abrazar la oscuridad del lobo o la pureza de la oveja moral?

La luz tenue de la bodega apenas iluminaba los rostros tensos de los siete adolescentes. Corni estaba a punto de explotar, sus pecas destacaban entre el rubor de su enojo, cuando un suave siseo de Theo detuvo el alboroto. Nadie podía encontrarlos allí; era su único refugio.

—¿De verdad? —Corni rompió el silencio, cruzando los brazos con furia—. ¡Anna fue lastimada! ¿Cómo pueden quedarse tan tranquilos? Lo mínimo que podemos hacer es llamar a la policía.

Su voz resonó como un golpe en la pequeña habitación. Theo buscó calma en su respiración, rogando porque nadie los escuche.

— Lo entiendo, pero... ya pasó —intentó Bruno, con un tono apaciguador.

—¡¿Cómo puedes decir eso?! —gritó ella, moviendo las piernas con desesperación. Theo volvió a sisear, pero Corni no cedió— ¡No quiero que lastimen a mis amigos! ¡Y tampoco entiendo por qué ese loco nos sigue acosando!

Kayle, recargada contra una de las paredes, habló con calma:

— Es cierto — interrumpió Talia— es terrible, pero no tenemos pruebas. No sabemos quién es el "fantasma".

Corni la miró con furia, asustó a la joven de trenzas.

— ¿Dices que no es la culpa del fantasma? — elevó su voz con un deje de advertencia.

— No, es que

Talia quiso explicarse, pero bajo la mirada.

—Entonces, ¿por qué no vamos directo a la policía? —intervino Arthur, alzando la voz.

Bruno negó con firmeza, su mirada seria.

— No — Bruno la detuvo en seco— No podemos. Cuando el fantasma me inculpó, me dijo "No te preocupes". ¿No les parece raro?

—¿Y tú le creíste? —Andrew soltó una risa amarga—. Genial.

— Estoy de acuerdo — agregó kayle.

— ¡CLARO! — exclamó la castaña — los becados apoyándose, qué lindo. Pero, yo tengo asuntos que …

— Cálmate — intervino Theo. Con infinita paciencia — pensemos en otra cosa.

— ¿si le decimos a nuestros padres toda la verdad? — preguntó Corni.

— Ni loco —theo se apresuró a hablar. Un poco asustado, con sus manos en la silla— mi papá vino feliz ayer a casa, ni siquiera preguntó por mi.

— Lo siento,Theo. Pero es lo mejor —corni satisfecha.

— ¡Ja!

Interrumpió Kayle con un mirada desafiante, las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta deportiva

— Bien, hablen. Diles que un criminal te está acosando. Lo único que lograrás hacer es que miles de noticieros te busquen y se pregunten, ¿por qué tú?

Corni tragó saliva, sorprendida.

— Y luego ¿Qué crees que pasará con tu familia cuando todo el mundo hable de ustedes? ¿Qué crees que ocurrirá con el negocio de tu familia?

La crudeza de las palabras de Kayle dejó a todos en silencio. Corni tragó saliva, su enojo transformándose en incertidumbre.

—Esto es una estupidez —murmuró finalmente, tomó su mochila y salio de la bodega sin mirar atrás.

Bruno suspiró mientras veía a Kayle encogerse de hombros.

— Fuiste muy dura — comentó Bruno, viendo cómo Kayle inclinaba la cabeza resignada.

— Pero tienes razón — susurró Andrew al tomar su mochila, mientras Theo permanecía callado, recostado contra la pared — ¿Entonces qué deberíamos hacer?

El chico suspiró, también sin tener una respuesta clara, y en poco tiempo rodó los ojos.

— No sé... Pero más vale que lo descubramos pronto.

Después de unos minutos, Talía esperó en el paradero de buses. Sola, escuchando el tráfico de la tarde. Ansiosa, reviso su reloj cada minuto.

— Talia Adam, ¿no? — escuchó a su lado.

Tom, aquel adolescente con muletas, era ayudado por un hombre fornido. Su seguridad que lo guiaba.

— ¿No tienes chofer? ¿Eres becada?

Su tono era genuino en la curiosidad e ignorancia. Aunque, su calmada sonrisa coqueta se mantuvo aún delante de la desconocida.

— No, no lo soy —respondió no muy motivada— Eres el capitán de béisbol, ¿no? Tom …

— Tomas Villasante De Soto —intervino el chico. Se acercó y ofreció su mano— escuche lo que hiciste en el retiro. Que pena que no somos del mismo grado.

— Junior era mi amigo, pero también un lindo experimento —gimoteo avergonzada.

Con una lágrima en el ojo, cuando Tom rio.

— Perdón, perdón —divago y con esfuerzo se acercó— una vez perdí una rana. Y hace unos días, mi dignidad por culpa de los gemelos Chang.

— ¿Ellos? — preguntó con asco— lo siento, pero no me agradan.

— A mi tampoco — respondió rápido— tal vez, nos parecemos mucho.

Tenía una expresión encantadora que llamó la atención de la joven. Talia se sonrojo y sin poder evitar emocionarse siendo la chica soñadora y enamoradiza que era.

“No debes caer rendida por un chico, primero debes conocerlo” es lo que decía su madre cada vez que terminaba uno de sus cuentos. Y estaba de acuerdo, quería conocer a Tom.

— ¿Te gustaría criticar a los idiotas Chang conmigo? —se burló el chico— si quieres, mi chofer te lleva a tu casa.

Talia reviso su reloj “5:40 pm”.

— Claro — respondió emocionada.

En cuestión de horas, el entrenamiento de básquet se desarrollaba en el coliseo, con el sonido de las zapatillas golpeando el suelo y el eco de la pelota rebotando. Para el entrenador, parecía un simple partido amistoso; pero, algo no cuadraba. Como una rivalidad silenciosa.

Theo se movía con una facilidad envidiable, esquivando a sus compañeros con destreza y encestando con precisión. Para los demás, era el capitán ideal, pero para Esteban, cada punto era un recordatorio de su propia frustración.

«¿Por qué él?», pensaba Esteban mientras sus dientes rechinaban con cada cesto. Una ola de resentimiento lo envolvía cada vez que escuchaba el grito de "¡Bien hecho, capitán!" dirigido a Theo.




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