Era de mañana; Los salones vibraban con el eco de risas lejanas, el rebote de balones en educación física y murmullos entre clases. De pronto, el caos irrumpió: los ventiladores de tercer grado explotaron simultáneamente, lanzando una nube de harina que llenó el aire, sofocando gritos y dejando todo cubierto de polvo blanco.
°”Quien gasta más de lo que tiene, a alguno roba. Atte. El fantasma”
Después de un par de horas, varios estudiantes todavía llevaban restos de harina en el uniforme, algunos intentando limpiarse sin éxito, mientras otros pasearón con orgullo el uniforme deportivo salpicado de polvo blanco. Afuera, los conserjes trabajaban contrarreloj para devolver el orden, pero en la bodega detrás del campo deportivo, el caos seguía su propio curso.
Dos adolescentes tenían una pelea clandestina. Puñetazos que fallaban por poco, patadas y cerca, Aidan observando con una sonrisa perezosa, sentado sobre un viejo banco de madera con un folder en su regazo.
"¿Quieren las respuestas de los exámenes?"; fue lo que dijo el hijo de la directora solo para ver a tantos pelear.
De pronto; un chico cayó delante de otro. Dennis, estudiante de último grado y parte del equipo de béisbol, se acercó a Aidan.
— Tienes suerte que no te pueda golpear — comentó Dennis al arrancar el folder.
Por su parte, Aidan se emocionó, ocultando su risa cuando el chico contrajo su expresión al solo ver el dibujo de un genital.
—¡JAJAJA! —Aidan estalló en carcajadas, sujetándose el estómago—. ¿De verdad creyeron que sería tan fácil? —En su chaqueta apareció un pequeño USB que agitó frente a los ojos de Dennis con evidente superioridad—. Aquí está lo que buscan... pero tiene un precio.
—¿Qué quieres? —preguntó Dennis, tenso.
—Que ataques a Kayle Cruz —respondió Aidan con una sonrisa ladina.
—¿La psycho? —Dennis frunció el ceño— Tom me matará.
—¿Y qué pasará si todos se enteran de tu "trato especial" con la profe de lenguaje? —murmuró Aidan, inclinándose hacia él con una sonrisa siniestra.
Dennis lo sujetó con furia por la camisa, levantándolo sin esfuerzo.
—¿Te divierte esta mierda? —rugió.
Aidan sostuvo la mirada sobre Dennis. En un movimiento rápido, presionó un punto preciso en el antebrazo del chico, arrancándole un gemido y obligándolo a soltarlo. Sin perder tiempo, Aidan pisó con fuerza el pie de Dennis, haciéndolo retroceder con un gruñido.
Recuperó su postura indiferente, Aidan observó desde arriba a Dennis, con la misma sonrisa enigmática que caracterizaba a los miembros de la familia "del Águila".
—Tú necesitas las respuestas —susurró con una sonrisa maliciosa—. Yo solo soy generoso.
Con calma irritante, Aidan giró sobre sus talones y salió, dejando risas contenidas y un silencio incómodo tras de sí. Dennis, con la mandíbula tensa, no pudo más que observar su sombra desvanecerse, furioso pero derrotado.
Después de unas horas, Tras el entrenamiento de fútbol, Bruno arrastraba bolsas de basura cerca del estadio. Un lugar maloliente cercano a los bebederos del campo de atletismo. Concentrado, el chico acomodo su uniforme, cuando oyó gritos. Miró hacia el corredor: jugadores de fútbol y atletismo estaban a punto de liarse a golpes.
— Genial… —murmuró, tentado a escapar.
Solo dio media vuelta cuando se encontró con Theo y Esteban a un lado. El pelirrojo fue el primero en moverse.
— ¡Oigan! —gritó Theo, entregó su mochila a su amigo.
Bruno lo siguió con la mirada. Sus ojos decididos, él no dudó ni un segundo en acercarse, separó a dos chicos con fuerza.
Bruno lo miró por un instante, pero no dijo nada y siguió alejándose lentamente.
— ¿No ayudas? — preguntó el de lentes— son tu equipo.
— No —respondió Bruno con indiferencia.
Mientras Theo lidiaba con los ánimos exaltados, Esteban vigilaba el entorno. Sus dedos temblaron de emoción cuando deslizó el celular de Theo en su chaqueta. Su corazón latía rápido, pero su expresión seguía serena, casi inocente.
Theo, ajeno al robo, logró calmar a los chicos.
— ¡Si quieren pelear, háganlo fuera del equipo! —espetó, visiblemente agitado.
Cuando todo terminó, regresó junto a Esteban con una sonrisa ligera.
— Tu mochila —dijo Esteban, entregándose con fingida amabilidad — ¿Intenterás ganar puntos para volver a ser capitán?.
— ¿Qué? No. Solo quería evitar que los atraparan peleando frente a una cámara de seguridad —respondió Theo.
— Oh, así que en verdad te preocupaste.
Su tono fue tierno, ni siquiera Theo podría haber pensado que en realidad pasó.
Al día siguiente, los altavoces en todo el colegio sonaron y en segundos una voz robótica resonó:
— ¿Quieren saber lo que pasó esa vez con los gemelos Chang? — era femenina, pero
— “Desde lo que pasó con la superiora, todos deben estar estresados. Solo calmamos las cosas”
—”Somos amables”
Era aquella lejana conversación de los gemelos, que hizo a todos en el salon voltear a ellos. Andrew volteó a su hermano, enfurecido por el crecimiento de los susurros a su alrededor. Empujó su silla, se iba a levantar; pero Arthur fue más rápido y acompañado de un grito que callo a todos, dijo:
— ¿Y QUE? Nosotros pensamos en que todos estábamos cansados de ese criminal! —su queja fue alta, asustó a algunos— deberían estar felices de usarnos a nosotros como burla, ¡cuando mañana podría ser cualquiera de ustedes!
El salón se volvió en silencio, Arthur volvió a su asiento y vio de reojo a Andrew; sonriente mientras escribía:
“Vayan a la bodega después de clases”
— Estoy harto —gruñó.
Pocos minutos pasaron, en medio del receso la directora Del Águila, caminaba tajante y con un aura de completa confianza. Los estudiantes que pasaban por su lado, solo inclinaban su cabeza en un acto de saludo cordial. Sin ninguna otra muestra que respeto en un caminar apurado. Alison, lo sabía, en cada intercambio de miradas y murmullos de adolescentes. Una clara diferencia, con las expresiones que daban cada vez que las hermanas o novicias se acercaban.