Atte. El fantasma

CAPÍTULO 15: Busca lo bueno de lo malo

La biblioteca hervía de actividad antes del primer examen, con estudiantes buscando desesperados un rincón donde estudiar. Theo se resguardo en una mesa, y en el otro extremo, Esteban con dos chicos del equipo. La tensión entre ellos era palpable, y los intercambios de miradas cargadas de resentimiento no pasaron desapercibidos para los demás.

—Oye, Theo —se acercó un chico, bajó la voz— esto es incómodo. Deberías disculparte con Esteban.

Theo alzó la mirada.

— ¿qué? — se quejó el pelirrojo — él me golpeó y robó.

El chico suspiró, sentándose más cerca.

— Escucha. Te lo diré como amigo — suavizó su tono— varios creen en ese rumor y como eres amigo de Aidan, nadie te lo dice. No defiendo a Esteban, pero tú rumor va a explotar en algún momento.

« Aidan no es mi amigo » Theo apretó los puños, molesto pero inseguro. Antes de responder, su atención se desvió hacia un grupo de quinto año despidiéndose de Kayle.

—Será como el rumor de la psycho —murmuró el chico— Será linda e inteligente, pero con todo lo que dicen sobre ella … da miedo. Nadie quiere meterse con ella.

Theo se alejó. Rodó los ojos.

— No creo en ese rumor. Bueno, a decir verdad …

Ellos susurraron. Apenas eran escuchados por Esteban y los demás. Solo fueron unos segundos, cuando el joven retrocedió. En una expresión atontada, su mandíbula cayo y trago hondo.

— ¡Claro! — gimoteo— Bien. No se lo diré a nadie.

Después de eso, el chico regresó junto a Esteban. Theo no se atrevió a más, solo tenía una pequeña sonrisa. Ocultaba algo detrás de ella.

A unos pasos de la cafetería, en un rincón donde los aspersores rociaban el césped, Talia entregó un documento a Tom. Su rostro reflejaba el resentimiento que había acumulado.

—Más te vale que esté todo bien corregido —demandó él, sin molestarse en ocultar su desdén— hoy es la exposición.

Ella asintió sin levantar la vista, deseando desaparecer.

—Ahora, dime —añadió Tom con una sonrisa maliciosa—, ¿qué tan buena eres haciendo trampa?

Talia retrocedió un paso, esquivando su mano cuando intentó tomar una de sus trenzas. Ella titubeó, sin saber qué decir cuando las dos antiguas fotos cruzaron su visión.

—¿De verdad? ¿Y qué hay de esto? —Tom quería reirse.

La resignación se dibujó en el rostro de Talia.

—No sé cómo hacerlo —murmuró al final.

La respuesta pareció satisfacerlo, su expresión de triunfo iluminando desapareció poco a poco al notar a Kayle, observando todo.

—Dennis me dijo que estabas aquí. Es muy raro, pero tú me das mas asco —espetó Kayle, cruzando los brazos con una mirada gélida.

Tom intentó ignorarla, pero Kayle avanzó, tomando el documento y lanzándolo a los charcos que los aspersores habían dejado.

—¡¿Qué te pasa?! —gritó, fuera de sí.

Kayle lo enfrentó sin inmutarse, alisándose el cuello del uniforme mientras una sonrisa seductora se asomaba en su rostro.

—¿Vas a levantarme la voz? —susurró, inclinándose ligeramente hacia él— ¿A mi? ¿Qué dirán los demás cuando se enteren de que te gusta la psycho?

El rostro de Tom enrojeció de rabia. Se apartó con un empujón, gruñendo incoherencias al irse del ambiente en silencio. Solas, Talia bajó la mirada hacia las hojas empapadas en el césped, luchando por encontrar palabras.

—¿Ustedes…? —empezó, su voz vacilante—. ¿Tenían algo?

—No —respondió Kayle con franqueza, frotándose las ojeras mientras comenzaba a caminar hacia el patio secundario — El año pasado me causó problemas

Talia la vio alejarse, sus pies vibraron nerviosa hasta que hablo.

—¿Qué tal si estudiamos juntas? —propuso Talia, notando la sorpresa en el rostro de la otra.

Kayle soltó una risa inesperada, relajándose un poco.

—Claro.

Ambas comenzaron a alejarse, mientras sus celulares vibraban al mismo tiempo.

°“El sabio disfruta de lo que el necio va en busca de más y más … — Lao Tse

Después de unas horas, el silencio reinó en el colegio. La directora Alison del Águila caminó con pasos firmes hacia la casa de la congregación. Saludó de forma mecánica a las hermanas que limpiaban el jardín y, sin previo aviso, abrió la puerta de la oficina de la hermana superiora.

Antonia levantó la vista, sorprendida.

— ¿No tocas la puerta antes de entrar? —preguntó con calma, aunque su postura denotaba autoridad.

Alison ignoró la pregunta. Su rostro mostraba una mezcla de lástima y desdén mientras deslizaba un documento sobre el escritorio.

Antonia, frunciendo el ceño al leer las primeras palabras: "Contrato de terreno". Mantuvo la compostura, pero el leve temblor de sus manos traicionaba su inquietud.

— Hermana Antonia —comenzó Alison, su tono controlado pero afilado—, ¿Entiende las consecuencias de atacar una propiedad privada?

La superiora inclinó su cabeza, dudando por sus palabras y empezando a apretar aquel papel. Se sentía su cuerpo quebrarse, aun cuando permanecía quieta mientras Alison se apoyaba sobre la mesa.

—Aparte de conspirar con los padres de mis estudiantes a mis espaldas, estoy casi segura de que mandaste a ese delincuente para desprestigiar la escuela de mi padre en los noticieros. Todo para apoderarse del terreno completo.

Antonia se enderezó en su silla, enfrentándola sin titubear.

— Este terreno no es para mí, sino para los niños. Merecen un espacio digno donde crecer.

La mirada de Alison se endureció. Arrancaron el documento y lo golpeo contra la mesa.

—Si los accionistas superiores se enteran de esto, tú y tu congregación estarán fuera. ¿Quieres un consejo? —su expresión se tornó agria—. Fírmalo.

Sin esperar respuesta, Alison salió de la habitación, dejando tras de sí una atmósfera cargada de tensión.

Antonia, sola, relamió sus labios agrietados. Su mente volaba hacia sus hermanas, los niños, y la familia del Águila, quienes harían cualquier cosa por ganar.




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