Atte. El fantasma

CAPÍTULO 18: Se acabó el tiempo

« Se acabó el tiempo »

La escuela estaba en silencio antes de dar un examen. Concentrados, cuando un extraño mensaje aterrizó en los celulares de todos los adolescentes. Escucharon suspiros de sorpresa… y otros de disgusto, justo cuando Jack subía las escaleras desesperado por las escaleras. Aterrizando con fuertes suspiros, en el salón 4”C”.

Él volteó a cada lado, viendo el descontento de sus compañeros. Pero eso no le importó cuando se acercó lentamente a Corni. Encorvada en su asiento y sujetando su celular con fuerza empañando la pantalla con su propio sudor.

Se trataba de varias fotos de Sofía y Jack muy cómodos en la fiesta de luces, bajo el título "La pareja que engañó a Cornelia Esposito".

Talia no sabia donde ver, incomoda en el ambiente, por otro lado, Corni se resistió a llorar, con las miradas de todos sobre ella, una lluvia de miseria la inundó. Sacudió la cabeza, tratando de olvidar todo, con ganas de gritar hasta que un golpe en el umbral de la puerta sacudió el salón.

— Corni, está retocado — dijo enseguida, pero corni no volteó.

— ¡JACK! — gritó ella. Volteando con furia — ¡Por eso no te importó que me enviaran a otra cabaña en el retiro!

Con un dolor punzante en el pecho de tan solo verlo. A punto de llorar por quien amaba. Hasta que se dio cuenta, Jack intercalaba su mirada entre ella y los observadores.

— ¿Qué ven? — grito Jack.

— ¿Qué pasa? — se escuchó desde afuera. Era Theo caminando a su asiento con una respiración pesada por correr y desviando la atención de su salón a él — no hagan ruido. Tenemos examen.

Despues de eso, nadie más habló.

Corni estaba en silencio, intentando concentrarse sin éxito, mientras que Sofía refunfuñaba con odio. Hasta que la campana sonó y salió casi corriendo, jalando a Ana al interior del baño.

— Estoy harta — susurró Sofía mientras hacía fuerza sobre la plancha de cerámica blanca del baño. Estaba a punto de llorar cuando vio a Ana, desde el reflejo del espejo, viendo fijamente a su celular — ¿Estás feliz? Tú querías decirle a Corni y ahora todos se burlan de mí.

Era un berrinche, una queja que hacían temblar sus piernas

— ¡Y LO PEOR! Ella podría decirle en cualquier momento a su abuela y ¡BOOM! seremos culpables de todo.

Sofía no pudo más, después de sus palabras, se golpeó la nuca.

— Cálmate, ella no dirá nada. Ambas dicen ser la víctima — comentó Ana.

— Tienes razón — susurró Sofía — mientras yo sea la víctima a vista de todos, todo estará bien.

— ¿De qué hablas?

El tono de Ana se convirtió en un susurro. Preocupada por el actuar de su amiga. Sofia solo sonrio, empezando una llamada.

Durante el día, Corni intentó alejarse de sus “amigos”. Pensando su propia condena llena de culpa y cólera. Sentada en las bancas del espacio común entre las escaleras. Su tórax se movía insistentemente con miedo hasta que sintió a dos personas se sentaron a su lado.

— ¿Quieres vengarte? — susurro Arthur, pero la joven negó — ¿Tus padres lo saben?

Corni volvió a negar, apretando con fuerza su antebrazo que sentía más delgado que antes.

— ¿Quieres …

— ¿A ustedes qué les importa que hago? — intervino en un bajo gruñido — no pienso volver a hablar con ellos. Vayanse a la mierda

Fue lo único que dijo en su semblante tan engañoso al irse, dejando al par confundido sin saber si estaba enojada o rendida.

— Es la primera vez que la escucho decir una mala palabra — susurró Andrew — hagamos algo sin que nadie se entere.

Por otro lado, Nicolas reviso cada pasadizo del colegio, volteando hacia los adolescentes en pleno estudio y al otro lado a Aidan, junto a tres chicos. Él se acercó y gritó:

— ¡Hola! Hace cuánto que no nos vemos. ¿Algo nuevo?

Aidan ladeo la cabeza. Intercambio miradas con el grupo y regresó al hombre.

— Perdón Nicolas. Tengo que ir a estudiar— respondió, acomodando su mochila en la espalda.

El menor empezó a caminar, pero Nicolas tenía otra intención. Con una sonrisa juguetona, estiró sus brazos.

— Ser un estudiante modelo es difícil, ¿quieres un consejo? — comentó. Vio al grupo detenerse — Debes dormir bien para dar los exámenes. No dejes que nada o nadie te quite el sueño. Entiendes lo que dijo, ¿No? Je Je.

Una sonrisa amable se asomó en el rostro de Aidan, una expresión que pocos habían visto y que Nicolás había ganado con el tiempo y confianza.

— Gracias Nicolas.

Su sonrisa sincera reflejo el alivio que sentío por las palabras de la única persona que respetaba como profesor.

Horas más tarde. En casa de los Sandoval, Victoria vio a su hija tocar una melodía triste. Extrañada por su propia hija, sabía que algo malo pasaba.

Se mordió la lengua de solo pensarlo y no poder ayudarla, con miedo hasta que Amelia tomó la mano de Corni.

—Detente —ordenó Amelia— ¿Estás comiendo bien? —preguntó, sujetando la mano de Corni, aunque ella se alejó.

Victoria se sorprendió, acercándose con súbitos largos pasos para ver lo que había conmocionado a su amiga.

— Corni. Por favor, cuídate. Las manos de un pianista lo son todo — pauso ella y volteó a Victoria — debes descansar.

— Pero, tengo que presentarme en la feria — argumentó Corni, con cierta tristeza.

Fue entonces que Victoria volteó, sabía lo tanto que su hija apreciaba el piano. Pero también temía por su bienestar.

— Mañana tienes examen, ¿no? — preguntó Victoria — regresemos a casa.

— ¡Oh! es cierto — siguió Amelia con una sonrisa — Theo me dijo que mañana son los más difíciles.

— Si, es cierto — susurro corni, alejándose de ellas — Amelia ¿puedo ir a tu baño?

— Adelante — dijo ella al estirarse.

Hubo un breve silencio, antes de que Amelia giró a victoria.

— Vicky — pausó, apenada — necesito tu ayuda.

Inhalo en el momento que tuvo su atención, cerrando delicadamente el tapón de las teclas y regresando a su amiga. Con un par de ojos penetrantes y oscura mirada, que escarapelo a Victoria.




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