Atte. El fantasma

CAPÍTULO 20: caer derrumbado

Minutos antes del accidente…

Rose yacía sobre su cama, con su hábito en la cintura y un liviano vestido blanco de tirantes, en una plácida expresión melancólica al ver un par de fotos. Podría quedarse horas contemplándolas cuando la puerta de su habitación se abrió.

—Hola —saludó Andrea, con una bolsa de tela en mano—. ¿Y eso?

— Fotos de mis amigos — respondió.

— ¡Quiero ver!

Rose lo meditó unos segundos, hasta que mostró cada una; algunas donde ella está con el cabello pintado, otras con un chico moreno y varios dibujos de corazones.

— Eran de un colegio catolico. Y cada vez que yo entraba, me sentía feliz — explicó Rose con una suave sonrisa triste.

— Entiendo — susurro Andrea — yo me siento segura aquí. Por eso, el jefe dijo que podría quedarme para siempre.

— ¿jefe? — susurró y vio como su amiga sacaba una caja de aquella bolsa.

Se quedó en silencio observando curiosa como sacaba un USB, una cuerda y un cuchillo. Inmediatamente su corazón empezó a quebrarse.

— Hice cosas malas. Así que, cuando lo conocí pensé que sería mi redención — explicó Andrea suavemente, amortiguando todo los pensamientos de Rose.

— Andrea, él no es un salvador — aclaró. Rose trató de sujetar su mano, cuando un nuevo pensamiento cruzó por su cabeza — tú, tú sabías todo.

Andrea asintió.

— Oye. Tenemos una reunión con la superiora, vamos — pidió Rose, con lágrimas en sus ojos y con cierta esperanza por ser escuchada.

Pero, Andrea no hizo caso y volteó hacia la cuerda.

— Ve.

Rose arregló su hábito y escondió su cabello. Poco a poco, sus lágrimas se secaban en su piel mientras sus pies avanzaban hacia la puerta sin ganas de voltear. Andrea estaba a punto de morir, y Rose lo sabía.

« Maldita seas, bastardo. Jefe … pedazo de mierda » pensó Rose cuando se esforzó en pasar por la puerta. Al mismo tiempo, su celular vibró con una notificación.

“Los actos exteriores revelan secretos íntimos. En una roca levantada, se encuentran más secretos del pasado de lo que crees” — Atte. El fantasma

….

En plena calle, Nicolas apretó su mandíbula y sonrió en medio de una llamada. Hasta que se detuvo.

— Si, si. Bye. Hoy tengo una cita con una chica — pauso él, terminando frente a una tienda de mascotas

Colgó la llamada y entró. En total silencio, viendo a cada animal hasta que se detuvo frente a cinco cachorros.

«Muy pequeños» pensó. Se agacho un poco, sus ojos seguían fieros ante una camada juguetona. Pasaron unos segundos, cuando los cachorros se juntaron cerca a él y una sonrisa ladina se dibujó sobre sus labios, como si se estuviera burlando de ellos. Sin embargo, cuando vio a uno moverse y escalar entre sus hermanos, sus ojos cambiaron de sorpresa.

— ¡Me llevo este! — exclamó.

Mientras tanto, los ojos de Alison se enfocaron sobre su hijo. Ambos callados, Aidan pensaba profundamente apretando sus manos hasta que resopló cansado y gritó:

— No quiero — dejó de apretar sus puños, exprimiendo toda su ira — Son mis calificaciones, ¿no? No los cambies. ¡No es justo!

— ¿Justo? — susurró ella, con una risa sutil y despectiva, golpeando su frente con la palma de la mano — En serio, te pareces tanto a tu padre.

Suspiro ahogada, dejó que su cuerpo se recostara en su sillon, mientras sus ojos se inclinaron hacia un cuadro, una foto de su familia. Aidan, ella y su difunto marido.

— Hasta tu abuelo sabe que es más importante —dictó ella — No te dejes vencer por una becada como ella. Debes ser el primero de tu promoción, y luego profesor y después, dejaré que te encargues de la escuela.

Sin ser visto por su madre, se mordió la lengua. El corazón de Aidan se detuvo por un momento, el shock inundó su mente, girando en su propio eje, sintió como la habitación rotaba lentamente.

« ¡¿QUÉ?! »

— Por eso debes ser el primer lugar.

« Yo no quiero ser el director »

— Todo el colegio será tuyo. Todo lo que hago, es para ti. Aidan

« ¡NO QUIERO! ODIO ESE COLEGIO, ODIO LAS CALIFICACIONES, TE ODIO. »

— Ah, si … — murmullo Aidan con una claridad dolorosa. Camino hacia la puerta — buenas noches, mamá.

La madre asintió, aún sintiendo la tensión en el aire cuando se volvió a quedar sola y se movió a su computador. Regresando a las noticias del colegio.

Gruño en el proceso, recordando a todas las ambulancias y policías en la calle.

— Maldita sea … ¿Morir en mi colegio? En cualquier momento los accionistas me dejarán.

Era un lamento largo, su suspiro resonó como eco en su oficina. Mientras Aidan, se encerraba en su habitación. Recostando su cuerpo en su puerta, viendo con tanta intensidad sus zapatos, mientras los peores recuerdos pasaban por su mente.

°°°

" Primero, mamá. ¿Por qué es tan importante ser perfecto? Luego, Nicolas dice que debo intentar hablar con mamá, pero ¿¡CUANDO?!.

Y ahora … ese criminal. Ese tonto dibujo burlándose de la hermana superiora y esas burlas al colegio. Y aún así, ¡¿se preocupa más por su colegio que por el bien de su hijo!?"

Lo que hago es por ti”

No, no lo haces por mi

°°°

— ¡¿BROMEAS?! — se quejó Aidan. Sus cejas se apretaban al punto de crear leves pliegues de piel en su frente, con una incrédula sonrisa

Su voz se volvió frágil pero ronca, su mirada afilada se mantuvo hasta que volteó a su escritorio. Con tantos cuadernos y libros. Se acercó y entre lamentos bruscos se apuró a lanzar cada una de esas notas del pizarrón.

— ¡AHHH! ¡TODO POR ESE MALDITO COLEGIO!

Esa vez golpeó la mesa con sus codos, dejando que sus manos sujetaran su cabeza y su cabello cubriera sus lentes. Respiraba con fuerza a pesar de tener sus pupilas dilatadas a punto de estallar, trató de regular su respiración, poner en práctica la terapia de Nicolas pero solo logró que arrojará sus lentes y empezó a dar leves golpes en la nuca.




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