Atte. El fantasma

CAPÍTULO 34: Asociación Necesaria Estudiantil Organizada

Este es el colegio “Perla Santa High”. Sin directora, sin madre superiora, sin inversionistas y un prestigio .. puff!!

su prestigio se cae como la popo de un perro.

El fundador regresó al cargo, pero con pocos estudiantes, gritos de una minoría cantaba frente a los jardines.

***

Acostado en el sofá de su oficina, Nicolas revisó un par de documentos bajo el título “Orientación vocacional”, sonrió ante un par de ellos. Hasta que una última hoja lo molesto. Dio un respingo soñoliento y siseo al leer:

“Theo Sandoval”

Estudiante de tercio inferior.

Capitán del equipo de baloncesto

Delegado deportivo

Planea entrar a una universidad por una beca deportiva.

Primera opción profesional: Abogado

Segunda opción profesional: Abogado de divorcio.

Meta: Quiero ser socio en el buffet de abogados de mi padre y luego, hacerme cargo del negocio.

°°°

Nicolas dejó escapar un suspiro.

— Con que quiere ser igual a su padre ¿Esto no es antiguo? —murmuró para sí, antes de romper la hoja en varios pedazos— lo volverá a hacer.

Volteo a un par de folletos pegados en la pared,diferentes títulos: “Es importante cuidar tu salud mental”; “la sonrisas y abrazos son la mejor fórmula” y “Día de consejería profesional: Tú decides tu camino”.

Una tierna sonrisa creció, pero desapareció tan rápido como los gritos de un megáfono perforaron la tranquilidad de su oficina, como un toque insistente en su ventana.

— ¡QUEREMOS UNA BUENA ESCUELA!

Exclamó con convicción un estudiante del quinto grado en el jardín, acompañado por un reducido grupo que coreaba el mismo lema

— ¡Nos prometieron una escuela de calidad! ¡Merecemos protección! Únanse a la alianza neo-escolar organizada por un mejor sistema en el colegio. ¡A.N.E.O!

— ¡¿ANO?! — se escuchó por el patio.

— Es ¡A.N.E.O!

Theo se alejó de la multitud con discreción, entre ansiedad y determinación, avanzando hacia su asiento pese a los murmullos maliciosos y las miradas curiosas que lo seguían como sombras.

— ¡Hola! ¡Trillizo perdido! —gritó alguien desde el fondo, provocando risas entre los estudiantes.

Cerró los puños inmediatamente, las risas crecieron y nuevas conversaciones surgieron a su alrededor. La vergüenza y la ira empezó a hervir dentro de él, aunque intentó ignorarlos, un par de gruñidos escaparon de sus labios.

— ¡Oye, Theo! —gritó Esteban, tomó asiento frente a él— ¿Es cierto que ahora eres el títere de un infiel?

— ¿No tienes nada mejor que hacer? —Theo respondió, a la defensiva.

Lo fulminó con la mirada, su enojo amenazando con desbordarse, pero las palabras de su madre resonaron en su mente: "Vamos a estar bien". Respiró hondo, esforzándose por mantener la calma, decidido a no darles el gusto de ver su reacción.

Sin embargo, Esteban, lejos de amilanarse, sonrio perverso se balanceo emocionado en su silla.

— Tú desgracia es increíble

— Sí, ya entendí —susurró Theo, conteniendo el impulso de golpearlo— pero tienes razón. Soy el hijo del abogado que logró cambiar la opinión de toda la farándula y los noticieros con una sola llamada, así que deberías estar más preocupado el día que te vuelva a golpear.

— ¿Me estás amenazando? —replicó Esteban con desprecio— Cuidado, recuerda que mi familia…

La palma de Theo golpeó la mesa, fue un golpe discreto que casi nadie escuchó.

— Cuidado tú —intervino Theo, su tono se convirtió en un susurro y una expresión engreída que confundió a su antiguo amigo— ¿Quieres seguir siendo parte del equipo de básquet y entrar a la universidad? Entonces cuida cómo me hablas.

Esteban chasqueó su lengua, arrugó su nariz y cuando se levantó, no tuvo cuidado al patear la mochila de Theo.

Theo volvió a fijar la vista en su escritorio, ajustando su corbata mientras una oleada de confusión nuclo su visión. Parpadeó rápido, tratando de enfocar.

«Otra vez » penso él, dos dedos acariciaron su cien, volviendo a la normalidad.

Por otro lado, entre los corredores del colegio, Oscar rasco sus ojos soñolientos en un largo suspiro que se detuvo cuando escuchó quejas. De una voz familiar.

— No es mi problema que mi familia tenga buenos abogados. Solo dejenme en paz.

Oscar volvió a la realidad. Inconsciente se encontró frente a la pelea de Corni y a quienes una vez consideró amigos. En medio de un posible acoso, el profesor se acercó.

— ¿Qué pasa? —Oscar tocó los hombros de los dos chicos del grupo— Una pelea cinco contra uno no es justo, ¿No?

— Perdón, profesor Oscar, yo ya me iba —respondió Corni con una sonrisa que desconcertó al grupo, una expresión brillante que contrastaba con la hostilidad del momento.

Anonadados por la acción. Parecía una de sus tantas actuaciones respetuosas detrás de una gran apatía, aunque ella en realidad hablaba con franqueza.

Corni solo asintió ante la sonrisa del hombre y siguió su camino por el corredor hacia el ala sur. Oscar camino por la ala norte y el grupo se quedó en silencio.

— No puede ser —gruñó Jack— Quiero que me cambien de salón. Andrés, Marcus, vámonos.

— No entiendo porque tenian que joder tanto a Corni —dijo Marcus, pero Jack golpeo su hombro— ¿Qué? Es verdad.

— Callate —reaccionó Jack.

El grupo continuó su camino, pero Ana se detuvo, agarró a Sofía por el brazo y la llevó a un lado del pasillo.

— Me voy a disculpar con Corni — susurro Ana, y vio la serenidad de Sofía convertirse en enojo.

Exhalo y en un arrebato, empujó el brazo y se alejó de su agarre.

— Haz lo que quieras, pero tú también eres una criminal —respondió Sofía, con una calma que contrastaba con la frialdad de sus palabras.




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