Atte. El fantasma

CAPÍTULO 38: Reacciona a tus consecuencias

El cómo reacciones a las consecuencias de tus decisiones será lo que te convierta en hombre

Andrew sintio su corazon romperse, junto a una ira extrema contenida. Frente a frente a sus padres. La palabra "traidor" pronunciada por su hermano menor rezo por su mente y ahora, el miedo despues de las noticias de infidelidad.

Sintió que su corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de explotar toda la furia acumulada, al escuchar las palabras de su padre.

— Andrew, Arthur — empezó el hombre, un poco apenado, pero con una mirada romántica — Yo ya sabía lo que hacía su madre.

Su mirada se desvió hacia la casi sonrisa gratificante de Gabriella. Matias suspiró profundamente. Vio la confusión y el dolor en los ojos de sus hijos.

— Chicos — anunció su madre — antes de que nacieran, tome malas decisiones. Pero cuando me di cuenta de su existencia, decidí hablar con Matias. Estaba segura que iban a necesitar una figura paterna y él era la mejor opción.

Arthur volteo a cada uno de sus padres. Sin emitir una palabra, mientras miles de teorías se creaban en su mente.

— Chicos —llamó la atención Matias — Yo no soy su padre biológico.

La sorpresa se apoderó de los gemelos, pero fue Andrew quien sintió cómo su corazón se desgarraba en pedazos. Pero no contra él, si no en contra de su madre. Gabriella permaneció sentada a la espera, tal vez hacía uso de sus años de actuación. Su expresión estoica ganaba la batalla.

— Cuando los vi, decidí protegerlos, trabajar para ustedes hasta el día que ya no me necesiten — continuo Matias, buscando comprensión en los ojos de los gemelos — para mi, ustedes son mis hijos.

En ese momento Gabriella aclaró su garganta, interrumpiendo al hombre. Y, mirando directamente a sus ojos, dijo con frialdad:

— Puedes quedarte en casa hasta que encuentres dónde dormir.

Matias se puso de pie, su rostro mostrando determinación.

— Esto también es para ti, Gabriella —pauso él— Ellos también son mis hijos.

La tensión en la sala aumentó, declaraciones de guerra silenciosas entre los padres de la familia se crearon y una herida en el corazón de Andrew golpeó su alma. Dejó caer su mandíbula, atontado por la declaración. Intentó levantarse pero se sorprendió, cuando la mano de su hermano tomó la suya.

“Tomense de las manos y protejanse”

Las palabras de su padre volvieron a retumbaron en él. Esas mismas palabras que siempre decia en la infancia de los gemelos, cuando la clinica se convirtió en su guarderia y ellos dos corrian por los pasadizos.

Aguantó las lágrimas y sintio el ligero apretón de mano de Arthur. Pero no escucho, el leve sonido de las ruedas de la maleta de Matias rodaron sobre el piso de madera, saliendo del departamento en medio de la noche.

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Era de noche, encerrado en el baño de la casa de Kayle. Ese día de angustia, Theo revolvio su cabello, sus ojos contemplando un mensaje en el celular.

“El cómo reacciones a las consecuencias de tus decisiones será lo que te convierta en hombre — Tu viejo está en acción. ¿Quieres que las noticias hablen de esto?”

“¿Si o No?”

Su respiración era irregular, entrecortada, y se daba cuenta de que no podía llenar sus pulmones del todo; era como si el aire del pequeño baño se hubiera vuelto demasiado denso, demasiado pesado para respirar. Encorvado, su pecho subía y bajaba en oleadas cortas y bruscas, pero solo lograba que su corazón latiera aún más fuerte, como un tambor implacable retumbando en sus oídos.

Finalmente, Theo abrió los ojos, una mezcla de rabia y miedo ardiendo en su mirada. Sabía que una vez tomara esa decisión, no habría vuelta atrás.

En el momento que lo reconoció, sonrió.

“Si” — escribió y envió el mensaje.

Un emoticon resalto en el chat, un guiño y una sonrisa. Theo salió del baño a esa fogata bajo las estrellas en la casa de Kayle.

Después de eso … el resultado es historia.

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Cuando los rayos del sol golpearon las calles, la práctica de básquet estaba a punto de terminar. Theo encesto cada uno de los puntos, su expresion desagradable aguanto gruñidos, sumido en sus molestos pensamientos

«Primero, el fantasma. Todo fue su culpa y ahora esta mierda.»

«¿Trillizos? ¿Hermanos? ¡TODOS VAYANSE AL DEMONIO! »

De repente, su visión se volvió borrosa. Esteban aprovechó y lo empujó. Se robó el balon y encestó, volteo con una insistente sonrisa ladina al pelirrojo en camino a las gradas. Ya no le importo el partido.

— ¡OYE TRILLIZO! ¿Cómo estás? —se burló Esteban. Se acercó a él.

Theo ni siquierda volteo. Suspiro y limpio el sudor en su cuello.

— Theo — se escuchó desde atrás.

Todos voltearon, y sus expresiones cambiaron. Esteban trató de mantener su arrogancia, pero los demás se apresuraron a arreglarse, tanto sus cabellos sudorosos como trajes, solo por ver un par de penetrantes ojos verdes.

—¿Qué haces aquí? —Theo volteo. Una ceja alzada por su encuentro.

—Vine a visitar a mi novio — Kayle se acercó con naturalidad, antes de voltear a los demás— las chicas tenían razón, se ven bien con sus uniformes.

Los chicos guardaron silencio. Algunos desviaron la mirada, sonrojados, mientras otros intentarón disimular su nerviosismo. Kayle mostró una sonrisa angelical, pero Theo vio cómo aquella expresión cambió sutilmente; sus ojos, antes dulces, se endurecieron con una intensidad.

«Modo Psycho activado», pensó Theo.

— Wow —siseo Esteban, incrédulo— Theo, no me digas que psycho está aquí para defenderte.

Kayle mantuvo la sonrisa, pero sus ojos lanzaron una clara advertencia que cambió por diversion.

— ¿Defender? No lo necesita. Theo es increíble. Pocos pueden liderar a un grupo, especialmente si son tan imbéciles y siguen las opiniones de otros imbéciles. ¿No? ¿Idiota A, idiotas B?




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