Un sabado común, en pleno almuerzo, los pies de Theo se revolvieron desesperados. De vez en cuando, apretaba sus dientes, en un estado de incomodidad. Y frente a él, los gemelos compartieron la misma expresión, una realidad que se negaban a aceptar.
Con los puños apretados, sentío la rabia arder en su interior.
“¿Cómo podía él tener un "final feliz"?” fue lo unico que pasó por su mente del pelirrojo.
—Bueno — Gabriella esbozó una sonrisa forzada, intentó romper el silencio— la tutora me dijo que los tres hicieron un círculo de estudio. Eso está... Bien.
Arthur y Andrew intercambiaron miradas nerviosas, pero Theo se mantuvo en silencio, con la frustración claramente marcada en su expresión.
— Por cierto—anunció Gabriella, trato de mostrarse orgullosa— Despedí al guardaespaldas.
— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó Arthur anonadado.
—Está bien —respondió Andrew, ignorando la reacción de su hermano— Mañana iré al consultorio de papá, me duele el estómago.
Andrew continuó comiendo sin preocuparse, vio de reojo la marca de cólera de su madre. Javier,mientras tanto, aprovechó el momento y, con una sonrisa apenas perceptible, volteo a Theo.
—Entonces, ¿estás estudiando? —preguntó Javier en un tono que pretendía ser cordial, pero que apenas escondía un dejo de menosprecio.
Theo alzó la mirada, sus ojos reflejaron una calma forzada, ocultó su furia latente.
—Mejor de lo que tú crees —contestó Theo, con una voz firme y helada—. Tendre un buen promedio cuando acabe la secundaria.
— En un año piensas mejorar? —susurró su padre. Con la misma sonrisa arrogante—. lo academico, No es tu punto fuerte, hijo. Pero, si, adelante. Hazlo.
«Te odio, te odio, te odio», pensó Theo, cada palabra llenándose de un odio visceral. Quería golpear a su padre, descargar toda la rabia acumulada, de nuevo. Pero las palabras de Kayle volvieron a resonar en su mente, frenando su impulso violento.
“Triunfa a través de tus acciones no por la discusión, pero en tu caso … creo que eres mejor hablando que peleando”
Un nudo se formó en su estómago mientras un escalofrío recorrío su espalda. Sabía perfectamente que su padre terminaría investigando.
— ¿Qué tiene? — theo solto— uno siempre puede seguir adelante, haga lo que quiera. Tú lo sabes bien
Javier soltó una risa breve y seca.
—¡Theo! —golpeó la mesa con los cubiertos—. Cuida cómo me hablas.
Pero Theo ya se había levantado.
— Me iré a casa de mamá —anunció con voz desafiante, lanzó una última mirada cargada de desprecio— como no te pienso ver, entonces … Buenas noches.
—¡OYE! —gritó Javier, pero Theo ya habia ido.
El ambiente era intenso. No era necesario saber lo que pasaba entre padre e hijo, solo se debia ver los ojos fundidos de odio. Gabriella lo hizo, queria hablar, tranquilizar a su novio, pero una notificación en su celular la hizo volver al presente. "Alison Del Aguila X". Apagó la pantalla rápidamente, volviendo a centrar su atención en sus hijos, su resolución interna creciendo: protegería a Theo y a los gemelos, incluso si eso significaba enfrentarse a Alison.
En la penumbra, los recuerdos dolorosos de su pasado se arremolinaban en su mente, sombras que jamás desaparecerían.
" Saquenme de aquí. No diré nada.", " Imbéciles. Siempre estuve listo para morir."
«Qué malos recuerdos», pensó Gabriella, sumida en sus pensamientos.
……
Mientras tanto, la luz del día, se filtró al interior de un columbario, delineando el camino de Kayle, despacio, entre sus manos tres lirios rosas. Sin embargo, se detuvo al ver un lirio blanco a punto de caer de un nicho.
Colgado de manera precaria. Frunció el ceño y se acercó rápidamente, estiró una mano para sujetarlo. Fue entonces cuando notó un suave pigmento rosa en los pétalos. Su corazón dio un pequeño vuelco.
—Se acordó de que son sus favoritas —murmuró, una sonrisa genuina asomando en sus labios, aunque sus ojos se llenaban de melancolía.
Kayle se quedó quieta, observó la foto en el nicho: una mujer de mirada profunda y ojos verdes tan seductores como amables, con una sonrisa que parecía traspasar el cristal, lleno el corazón de Kayle de una calidez que no esperaba en aquel lugar sombrío. Sintió cómo unas lágrimas se escapaban sin querer, aunque no trató de detenerlas.
— Mamá, feliz cumpleaños — susurro.
—¿Disculpe? ¿Kayle Cruz?
Kayle parpadeó, volvió a la realidad. Se dio la vuelta y se encontró con una mujer de baja estatura, acompañada de su padre, Aaron. El asintio y luego, ella.
—Ya pagaron el mantenimiento de la urna de su madre —informó la mujer.
Kayle la miró con sorpresa, sus pensamientos intentando alcanzar algún sentido.
—¿Quién lo hizo? —inquirió Kayle, desconcertada.
—Una empresa privada, pero no me dieron nombre —respondió la mujer, apenada antes de casi irse corriendo.
La frustración nubló los pensamientos de Kayle, pero no insistió. Algo en el tono neutral de la mujer le indicaba que cualquier intento de sonsacarle información sería inútil.
Aaron, antes de poder decir algo, Kayle volteo a su celular, salto a una notificación de su cuenta bancaria:
"Abono exitoso de dos mil dólares".
Entrecerro sus ojos y suspiró cansada.
— ¿Cris?
Las horas pasaron, en la oscuridad de la noche, leves ruidos resonaron en una construccion abandonada. Columnas de concreto sobresaliente entre pilas de ladrillos, el polvo suspendido en el aire con cada golpe de los zapatos de cada adolescente temerosos por el joven nieto del fundador.
Sentado sobre una pila de ladrillos apilados en una esquina. Su postura era relajada, pero sus ojos destilaban una intensidad oscura que mantenía al grupo en tensión.
—¿¡CÓMO SE LES OCURRE!? —su voz rompio con el silencio. Un tono de crueldad afilada— ¡¿QUE NO PIENSAS!? Una sola pista y seremos descubiertos. Podrían botarlos del colegio, o llevarlos a la cárcel por encender un bote de basura.