Atte. El fantasma

CAPITULO DE RELLENO 5: Conexiones Inesperadas

RELLENO A: LA TARDE EN EL BUS DE ARTHUR Y BRUNO.

No estoy segura si puedo considerar esto relleno, pero sin duda todas estas escenas son oficiales. Esta por ejemplo, quería ponerlo en un capítulo. Pero … terminó por estar aquí.

Empiezo a enamorarme de estos rellenos. Pero no dejare de publicar la historia completa.

----

Arthur estaba especialmente entusiasmado ese día que cargaba con un estuche negro. Tras una conversación casual, logró convencer a Bruno de que lo llevará en autobús. Bruno, aunque un poco reacio, no pudo resistir la energía contagiosa de Arthur.

— Vamos, será divertido — insistió Arthur, mientras arrastraba a Bruno hacia la parada de autobús.

El autobús llegó y ambos subieron. Arthur, como ese día, observaba todo con una mezcla de fascinación y curiosidad. Bruno, por otro lado, intentaba mantener el mismo entusiasmo.

El gemelo menor, revisaba la calle. Contando las cuadras, hasta que después de otra parada, sacó del estuche una melodica de piano.

— Ok. Es hora del show — dijo Arthur.

Se abrió paso en ese pequeño corredor del autobús, viendo con cierto nervios a cada uno. Pero, para ese chico que había estado delante de diferentes públicos por años, solo lo hizo sonreír.

Arthur comenzó a tocar una melodía alegre de música clásica: "Rondo Alla Turca" de Mozart. La melodía, ligera y jubilosa, llenó el aire, creando un ambiente inesperadamente sereno en medio del bullicio del autobús.

Bruno, desde otro lado, observaba la reacción de cada pasajero. Algunos parecían reacios, frunciendo el ceño o mirando por la ventana. Pero, poco a poco, Bruno se dio cuenta como otros comenzaron a sacar sus auriculares para escuchar a Arthur. Un par de personas sonrieron, contagiadas por la energía de la música.

Poco a poco, Bruno se dio cuenta de que estaba disfrutando del momento. La música de Arthur era contagiosa y lograba transformar la atmósfera del autobús.

«Tal vez este viaje no fue una mala idea después de todo» pensó Bruno, sonriendo.

Sin embargo, ese momento se rompió cuando la propia respiración de Arthur se cortó. Su asma salió, se sintió avergonzado por unos segundos, volteando a cada uno de los presentes hasta que unos aplausos los sorprendieron.

Era Bruno, quien a pesar de su incómoda pose para mantenerse firme en el movimiento, logró aplaudir. Sacudiendo a los demás que copiaron su acción, aplaudiendo al chico uniformado que con una gran sonrisa sonrojada, volvió a su amigo.

— Debo mejorar mi respiración — dijo Arthur.

Guardo bien su teclado, dejando a la vista de Bruno unas etiquetas de notación musical pegadas.

— Aún debo practicar más, casi se me olvidan algunas piezas — susurro.

— ¿Tienes un buen oído? — preguntó el otro.

Arthur dudó, pero después de acomodarse, asintió.

— Si. Es lo que más me gusta.

Ellos dos siguieron su ruta. Mientras tanto, en una de los últimos asientos del bus, Rose se ocultó con vestimenta.

Después de unos minutos, Bruno y Arthur, salieron del bus.

— Oye — dijo bruno — ¿que hacía la hermana Rose ahí atrás?

— Raro, ¿no? pensé que iba a saludar — respondió Arthur con una risa suave.

RELLENO B: Amelia y Oscar

Amelia y Oscar salieron del pequeño restaurante, el sonido del tráfico los envolvió al caminar hacia una tienda de videojuegos cercana.

¿Alguna vez has jugado en una consola de verdad, Amelia? — Oscar tenía una sonrisa dibujada— No vale decir que viste a Theo hacerlo.

¿Consola? —Amelia volteo— La última vez que toqué un videojuego, Mario aún era un par de píxeles corriendo por la pantalla."

¡Bien! Prometo no burlarme demasiado cuando pierdas.

Minutos más tarde, Amelia reía cada vez que ganaba. Su cabello rojo se revolvía con cada movimiento y pequeño salto de alegría. Asombrando al otro adulto, contagiándose con la misma alegría.

Oscar: no creas que ganaras facilmente.

Poco a poco, el puntaje benefició a Amelia en ese videojuego de pelea, mientras Oscar esbozaba enojo, enmarcando sus cejas y gruñendo cada vez que perdía.

¡JA! ¡JA! ¡En tu cara! — la pelirroja lo señaló con una gran sonrisa.

La mirada del hombre se detuvo sobre la mujer. Alegre mientras su concentracion se fundio en el juego. Recordando esa chispa en sus ojos, la intensidad de su concentración, era como ver a Theo. Sin quererlo, se encontró pensando que ambos, madre e hijo, compartían esa misma energía contagiosa y esa sonrisa tan genuina.

“Sabía que Theo heredó tu sonrisa” pensó Oscar. Su mano fue lentamente a la cadera, apreciendo a la mujer.

— Oye …

Sus miradas se cruzaron, y por un instante, el bullicio de la tienda de videojuegos pareció desvanecerse para ellos. Como una lluvia que los detuvo en su propio mundo. Sin embargo, había algo en ese momento, una conexión que ninguno de los dos había anticipado. Oscar sintió un repentino calor en su pecho, una sensación que lo tomó por sorpresa. Amelia, por su parte, notó cómo su corazón latía un poco más rápido, algo que no había sentido en mucho tiempo.

— Escoge tu personaje — logró decir ella.

Oscar apartó la mirada, rascándose la nuca incómodo, mientras Amelia forzó una risa, volviendo su atención al juego.

De vez en cuando sus ojos volaron a él.

“Es el profesor de mi hijo”

“Es un amigo, ya no tengo ninguno deberia aceptarlo”

El ambiente volvió a ser ligero, como si nada hubiera pasado. Sin embargo, una pequeña semilla de duda había quedado plantada en ambos, aunque ninguno de los dos estaba dispuesto a admitirlo todavía.

.

.

.

Si pudiera golpearlos con la mirada. Se habrían congelado, desesperados e ignorantes. Aquellos cegados por la razón, son mansos y quienes ladran más cuando caen en el hoyo.

Todo lo que está destinado a ser, sucederá cuando la voluntad golpee y los perros en celo pidan ayuda en el interior del hoyo. Hasta que una lluvia caiga.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.