El hermano mayor de Bruno.
Pablo Torres, fue un alumno ejemplar. Becado por su buena actitud deportiva, solidario y estudiante aplicado. Un chico que en ese entonces, sus compañeros decían como “Así es Pablo” o “Ese es nuestro Pablo”.
Era querido …
« Es molesto, ¿Porque está aquí? ¿Como diablos llego a la bodega?» Bruno no pudo dejar de ver a su hermano mayor inspeccionando cada rincón de ese lugar lúgubre pero al mismo tiempo hogareño. De vez en cuando, los ojos de Bruno volvieron con los demás chicos. Theo, y los gemelos lo vieron con recelo, a la espera del momento para sacarlo de ahí.
— Es genial que los hayan dejado usar este lugar — anunció con una gran sonrisa, mientras revisaba el golpe antiguo de la pizarra.
Theo chasqueó sus dedos hacia Bruno, mientras sus ojos apuntaron al hermano mayor.
“¡Sacalo!” , vocalizo, en un corto murmullo.
En respuesta, Bruno alzó sus hombros, rechino sus dientes con nervios.
— ¿cómo lo hicieron? —al fin volteo Pablo.
— Theo lo hizo —Bruno señaló al pelirrojo.
Pablo volteo, con la misma sonrisa curiosa que incomodó a Theo.
— Hablé con un tipo sospechoso, piso una hormiga y luego me dio la llave — explicó, en un tono cortante y expresión dudosa.
Fue un momento silencioso entre los jóvenes. Bruno antes de poder levantarse, dos golpes resonaron en la habitación. Uno fuerte contra la parte baja de la puerta y otro con gran fuerza en lo alto.
Las tres chicas aparecieron delante de ellos. Expuestas a primera vista por Pablo, dio un chillido emocionado antes de brincar a ellas.
— ¿Son amigas de mi brothercito? Gracias, que bueno. No saben cuánto me alegra que tenga amigas
—¡Pablo, cálmate! —ordenó Bruno, entre avergonzado y molesto.
Pablo retrocedió con una sonrisa encantadora… y entonces, las miradas se cruzaron.
Talia se quedó quieta, con los ojos muy abiertos. Su rostro se tiñó de rojo como si la hubieran expuesto al sol de golpe. Desvió la vista hacia el suelo, escondiendo una sonrisa tímida.
Corni, por su parte, se rio. No de burla, sino de nervios.
—Hola, ajaja —le dijo, tocándose el cabello con una exageración mal disimulada.
Pero fue Kayle quien sostuvo la mirada de Pablo sin titubear.
—¿Y tú quién eres? —preguntó, sonriendo de lado — Bruno no nos dijo que tenía un hermano tan … bromista
Pablo enderezó su cuerpo, relajo su sonrisa. Un poco coqueto.
—Ag … —graznó Theo, Miró a Bruno con odio y en voz baja— Sácalo ya.
— ¿Por qué su hermano está aquí? — desvío Corni, tratando de coquetear igual.
— Hay, claro. Me llamo Pablo Torres. Yo también fui parte del equipo de fútbol y, por un tiempo, de béisbol. Ahora estudio ciencias deportivas... quiero ser profesor —dijo con esa sonrisa suya que parecía entrenada para derretir muros.
—Wow, ajajaja, qué genial —soltó Corni con una voz tan dulce como encantadora. Jugó con un mechón de su cabello, y luego se rió de nuevo, sin razón aparente.
—Si es genial —susurró Talia, más para sí que para el grupo.
—Entonces, eres alguien ocupado —lanzó Kayle, con esa sonrisa juguetona.
— Si, pero me desocupo para ayudar a las chicas lindas—replicó Pablo, sin perder el ritmo, mirando primero a Kayle y luego guiñando a Corni y a Talía como si fuera una rutina ensayada.
Corni se llevó una mano a la boca, reprimiendo otra risa nerviosa.
Theo gruñó.
A su lado, Andrew y Arthur lo imitaron. Uno giraba el dedo en el aire como quien da una orden de “ya sácalo de aquí”, mientras el otro señalaba a Bruno con ambos pulgares y abría la boca en un “¡haz algo!” silencioso.
Bruno solo se encogió en su lugar, tenso como un cable. Murmuró algo entre dientes que sonaba a: “esto no puede estar pasando”.
— Solo un poco. Siempre hago tiempo para cosas interesantes —dijo, su mirada cayó directamente en Kayle. Su sonrisa se volvió más afilada — De hecho, quiero saber cuánto ha cambiado la escuela, ¿Me enseñan? ¿Ustedes tres?
Theo golpeó la mesa, pero su mirada estaba sobre Bruno.
Bruno tragó saliva y se levantó, vio directo a su hermano.
— Pablo, ¿no viniste solo a ver el club de estudio? Ademas, ¿no tenias tus examenes finales la proxima semana? —soltó Bruno, tratando de poner un freno sin sonar agresivo, aunque ya estaba al borde del colapso.
Corni casi se atragantó con su propia saliva de la risa. Talia apretó los labios, roja como un tomate.
Kayle simplemente lo miró con la ceja alzada, entre fascinada y entretenida.
Se abrieron paso de vuelta al corredor. En poco tiempo, el grupo de chicos se quedaron en silencio, terminaron por voltear a Bruno.
—¡BASTA! —estalló Theo de pronto, se levantó de su asiento como si acabara de recibir una descarga eléctrica— ¡Saca a tu hermano de aquí!
—¡No es mi culpa! —se defendió Brunor— ¡Él solo entró al colegio! y si estas celoso, entonces deberías desquitarte con Kayle, ella coqueteo con mi hermano
— Las tres lo hicieron — aclaró Arthur.
—¿Y qué si coquetearon? —preguntó Andrew, encogiéndose de hombros, y desanimado— solo, hay que botarlo
Bruno levantó una mano, débilmente.
—¿Podemos no hablar de mi hermano como si fuera una plaga?
—Lo es —dijeron Arthur y Andrew al unísono.
—Bueno, aunque tiene buen control facial, eso sí —añadió Arthur, pensativo.
—Y voz de locutor —comentó Andrew— creo que uno de los amigos de mamá hablaba así.
—¡NO LO ADMIREN! —theo grito.
Bruno se cruzó de brazos.
—Ya se fue, bueno, ya se fueron. No podemos hacer nada.
El lugar volvió al silencio, pero después de unos segundos la puerta se abrió de golpe. Las tres chicas entraron con un claro enojo en sus rostros.
Se sentaron en las primeras sillas, entre gruñidos y llenas de cólera.
Los chicos, sorprendidos, intercambiaron miradas.
— Oigan, ¿y mi hermano? — bruno preguntó.
— No me hables de ese imbécil —soltó indignada Corni.