Aullido del Destino

✨Capítulo 1

El Alfa y la Omega
Aiden

Ser el Alfa más fuerte de la manada no es solo un título, es una carga que llevo desde que tengo memoria.
Mi padre, el Alfa actual, me observa con la mirada orgullosa —y exigente— de quien sabe que el relevo está cerca. Solo me queda un último paso: graduarme de la escuela, iniciar el entrenamiento oficial y demostrar que estoy listo para guiar a nuestra manada hacia un futuro mejor.

Pero más allá de ese deber, hay una espera silenciosa que me consume.

He esperado a mi Luna.
A mi alma gemela.
A aquella que complemente mi fuerza, que comprenda el peso del liderazgo y comparta conmigo algo más profundo que cualquier vínculo de sangre o tradición.

Tengo 19 años y ya no veo la hora de encontrarla.

El día amanece frío y nublado, pero eso no me detiene. Camino hacia el campo de entrenamiento con la determinación que me caracteriza. Los otros jóvenes ya están allí: algunos practicando ataques, otros esperando instrucciones. No puedo permitirme distracciones. No hoy.

Sin embargo, cuando empiezo con los ejercicios, siento un cosquilleo en el pecho.
Una energía inexplicable me recorre la piel como una advertencia… o una señal.

Miro al horizonte.
Y entonces la veo.

Sirelle Moonveil.

No es la primera vez que la veo —nuestras manadas han coexistido en tensión durante años—, pero esta vez es diferente. Sus ojos, como lunas plateadas, iluminan la sombra de la tarde.
Su presencia tiene una fuerza silenciosa, una calma que contrasta con la tempestad que llevo dentro.

Nuestros ojos se encuentran.
Y por un instante, el mundo se detiene.

Una electricidad me recorre la espalda. El pulso de mi lobo interno retumba con fuerza, reclamando una conexión que apenas logro comprender.

Es ella, pienso, sin necesidad de palabras.

Me acerco, intentando controlar mi respiración, sin parecer demasiado ansioso. Pero cuando doy un paso, el eco de las reglas, de las viejas alianzas y traiciones, me golpea con fuerza.
No puedo olvidar que ella es una Omega.
Y que nuestras manadas están al borde del conflicto constante.

Aun así, algo más fuerte que yo me impulsa a seguir.

—Sirelle —digo, mi voz más firme de lo que siento—. ¿Cómo estás?

Ella me mira, sorprendida… y algo vulnerable. En su mirada descubro lo que no se atreve a decir: no esperaba verme.
O tal vez sí.
Tal vez también lo siente.

—Aiden —responde, apenas un susurro—. Estoy bien.

El silencio que sigue pesa más que cualquier palabra.

El aire se carga de algo invisible. Un lazo. Un llamado.
Una verdad que no podemos ignorar.

Las preguntas me invaden:
¿Es ella realmente mi Luna?
¿Cómo es posible, si nuestras manadas deben mantenerse separadas?
¿Qué pasará cuando mi padre lo sepa?
¿Y si todo esto no es más que un juego cruel del destino?

Pero hay algo de lo que sí estoy seguro:
ya no puedo ignorarla.

Mientras nos miramos, oigo un murmullo a mis espaldas.
Mi segundo al mando me observa con recelo, recordándome —sin palabras— que debo mantenerme firme. Que no puedo permitirme debilidad.

El entrenamiento continúa, pero ya no escucho nada.
Mi mente está llena de ella: de sus ojos plateados, de su voz temblorosa, de la forma en que su presencia reescribió el rumbo de mi vida en un segundo.

Algo ha cambiado.
Y sé que el Alfa que estoy destinado a ser no solo deberá enfrentar a enemigos externos…
sino también al poder inquebrantable del destino.
Y al aullido de un corazón que ya no quiere callar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.