Aún Estoy Vivo

CAPITULO 7 Reacciona Herbert...

Roberto

Encontré esta mañana a Herbert, acostado durmiendo, bueno creo que estaba desmayado, bajo los arbustos en el arriate de la calle Reformadores, donde usualmente salgo a hacer mi caminata que me recomendó el terapeuta por mis dolores articulares. En mi camino de ida, lo vi y pensé que era un borracho, que por cierto no era común ver un tipo ebrio tirado en la calle en esta zona, pero decidí pasar de largo… al fin y al cabo no estaba interesado en saber quién era.

– Al regresar en mi caminata, ya mas claro el dia lo pude ver mejor y decidí acercarme… – le dije a Sonia en el comedor mientras lavaba los trastos. – al ver la cara le vi rasgos muy parecidos.

– Podría haber sido un ladrón que esperara a que alguna víctima tonta se acercara… ¿Sabes?

– O podría ser alguien que necesitara ayuda. O peor aún… podría estar muerto.. Alguien tenía que avisar a la policía o a los bomberos.

– Siempre me ha encantado que te muestres muy atento a ayudar a los que están a tu alrededor Boby… eres tan bueno y con un gran corazón… –

Dijo Sonia con un encanto de dulzura femenina en sus ojos que al enfocarse con los míos, logramos sentir la chispa que aún existe entre nosotros… pero instantáneamente cambió los ojos dulces por unos de madre protectora.

– Y por eso lo trajiste contigo a la casa? Sin saber quien es? Y si de verdad es alguien malo que quiere despojarnos de lo poco que nos queda ya? – dijo en tono de preocupación porque sabe que somos un par de ancianos que tenemos desventaja al defendernos ante un hombre potente.. – Pero se que lo trajiste porque en verdad necesita ayuda.. No te preocupes amor, yo te apoyo siempre…

– Gracias – le doy un beso en la mejilla – sabía que tu corazoncito de colibrí no podía negarse a ayudar a alguien en apuros…

– Como sabes que está en apuros – pregunta intrigada – te dijo que le paso?

– No, pero al preguntarle de dónde es, se echó a llorar. Y cuando le ofrecí mi teléfono para llamar a algún familiar, cayo al suelo de rodilla destrozado en un mar de llanto.

– Pobrecillo, algo muy serio debe haberle pasado.. Pero es bastante joven como para que … bueno, no quiero pensar que alguna desgracia lo arrastró hasta aquí. – dijo Sonia con un tono de lástima por ver a Herbert por la ventana de la sala.

– ¿Notas algo familiar en él? Fue esa curiosidad lo que me impulsó a acercarme esta mañana.

– Sí, lo noté al nomás entrar por la puerta. Tiene rasgos muy parecidos a… – Sonia deja salir unas lágrimas sin esfuerzo.

– A Axel… – le complemento la oración a mi esposa – hace 28 años que lo perdimos en ese accidente…

– Sí es muy parecido – concuerda Sonia – es una gran coincidencia que alguien con rasgos muy parecidos a nuestro hijo esté en nuestra casa.

– Estaba seguro que la ropa que mantienes guardada en su memoria le quedaría a Herbert. Tiene la misma complexión física que Axel.. es como si hubiera vuelto a vivir…

No podemos evitar los sentimientos de tristeza y dejamos que las lágrimas corran solas por nuestras caras. Aún recordamos a nuestro hijo, Axel y lo extrañamos mucho. Enterarnos esa noche de que había muerto en ese accidente junto con su esposa, nuestra querida nuera Sofía y el bebe de tan solo 3 añitos Alan, nuestro nietecito, derrumbó todo nuestro mundo y casi acabó con nosotros.. Fue el golpe más duro que la vida no había dado.

– Herb, ¿quieres venir a cenar? – pregunta Sonia con una amabilidad que no se puede despreciar. – Puedes pasar, cielo, solo lavate las manos y puedes sentarte con nosotros.

– Bob, puedes traes las cosas que preparaste de una vez. Y por favor ven a cenar también.

– ¿Has cocinado algo especial? – le pregunto a mi esposa quien se ve muy contenta en la cocina terminando de servir los platos. – huele delicioso amor..

– Solo sentí el impulso de preparar algo que no cocino tan frecuente, me siento felíz. – dice con una dulzura en los ojos que se contagia de inmediato, la abrazo por la espalda y le doy un beso en la mejilla..

– Eres la mejor.. – le digo esforzándome para que sienta mi cariño en respuesta.

En ese instante entra Herbert, se nota bastante agotado, pero no precisamente por el trabajo que ha realizado, no es un cansancio físico. Se nota que él podría hacer mucho más, pero parece que sus ganas de hacerlo no están en él.

– Sonia, no tenia que hacerlo. – dice Herb apenado por comer de nuevo con nosotros. – es decir, invitarme a comer. Yo puedo ver que hago…

– No se hable mas… – dice Sonia con un tono firme de Capitán de barco, a quien tenemos que obedecer sin rezongar… – espero que el alimento haga efecto y logres reponer esas energías que te faltan. En verdad lo necesitas cariño!...

Yo concuerdo con Sonia y asiento para dar mi consentimiento de que venga a cenar.. Será el momento oportuno para hablar sobre algunas cosas.

Herbert

Roberto y Sonia han sido excepcionalmente bondadosos conmigo.. Ya llevo una semana viviendo con ellos y has sido las personas mas maravillosas que he conocido. Sin pedir nada, me dan todo lo que necesito y hasta más. Ayer me dejaron instalarme en la habitación que está al fondo del pasillo, la cual habían estado arreglando o preparando para que yo la ocupe y dejara de dormir en la bodega, donde Roberto guarda su herramienta. No me importaba dormir allí, para mi era todo lo que necesitaba para no dormir en la calle o en una banca del parque.

Desde el primer día no me han dejado marchar de su casa, aunque siempre doy excusas de que no puedo estar allí, pero sencillamente me obligan a quedarme con ellos en la casa. Tal vez necesiten más seguridad ya que son personas mayores y sienten temor estar solos en casa. Tal vez, saben que no tengo a donde ir y me tienen lastima. Tal vez… tienen mil razones para ser tan buenos conmigo y yo no tengo nada para darles.

Me he esforzado por agradecerles y pagarles encargándome del mantenimiento de algunas cosas y equipos en la casa, haciendo reparaciones que la casa necesita sin cobrarles un centavo. Me siento aliviado que al menos tenga donde estar, al menos por algún tiempo. Después de todo… no soy alguien que esté acostumbrado a lujos ni comodidades… ni las buscaba..




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