Aún Estoy Vivo

CAPITULO 9 La Prueba

Herbert

Todo el tiempo estoy pensando en Lizi y en mis hijas, las adoro y son mi mundo. No me había atrevido a llamar de nuevo porque me daba miedo.. Por primera vez en mi vida vi a Lizi completamente diferente, como si fuera una desconocida. Aunque para ser sincero, ya lleva meses comportándose muy indiferente conmigo, y hasta llegué a sentir que ya no sentía amor por mi. Y la verdad es que yo creo que también mi amor por ella ya no era el mismo, pero me había esforzado mucho por dejar eso de lado. Pensar que las emociones son temporales me ayudaba a sentir que todo iba a mejorar.

Roberto y Sonia solo quieren verme bien, hasta me han ayudado a encontrar mi carro. Estaba parqueado sin gasolina a la orilla de la autopista hacia Monte Verde, una ciudad que está como a 150 km de donde era mi casa. Aun no tengo idea de como pare en esta ciudad. Han notado que no lo estoy pasando nada bien y para ser sincero conmigo mismo… me doy lastima. Me veo al espejo y estoy fatal. La depresión tocó mi puerta de nuevo y la encontró abierta así que solo entró sin preguntar.

No…. no puedo dejarme vencer, no ahora, que mis hijas están sin mi, quien las proteja y cuide de ellas. El dinero que gané esta semana, bueno, que me dio Roberto sin merecerlo, ya se los envié… Tengo que ser valiente y ser un hombre de nuevo. Llamaré a Lizi y le pediré disculpas. Quisiera abrazar de nuevo a mis amores y darles besos y ser una familia de nuevo… No perderé tiempo. Saco el teléfono e intento llamar dos veces sin respuesta, pero al tercer intento…

– ¿Qué quieres?...

Tan solo al escuchar esas dos primeras palabras me destrozó de nuevo el corazón. Sabía que no estaba dispuesta a buscar una solución a este problema. Por más que le rogué y supliqué no tuve éxito, todo fue un desastre. Despedazado y dolido, me sentía como si hubiera pasado una manada de elefantes encima de mi. Podría haberme resignado si Lizi me hubiera dicho que ya no me amaba, después de todo desde que eramos novios acordamos ser francos y aceptar lo que el otro dijera. Pero esto iba más allá, era una acusación que no solo no es verdad, sino que ella lo cree y está determinada a acabar conmigo.

Esta noche me iré, a donde ni yo sepa de mí mismo. No he dejado de llorar desde que hablé con Elizabeth y tal vez, lo mejor será que me aleje de ellas de una vez. Ya tire mi mi teléfono y borre todas mis redes sociales, correo electrónico y cualquier otra cosa que me de acceso al mundo o que el mundo use que pueda encontrarme. No es posible aguantar más. Es demasiado y solo quiero morirme. Hablaré con Roberto para agradecerle por todo lo que ha hecho por mi y desapareceré por siempre del mundo.

– Qué haces cielo... ¿Estás empacando? – me dice Sonia al tocar la puerta del dormitorio donde estuve posando temporalmente, para llamarme a cenar. – No puedes pensar en hacer algo así,no te lo permitiré. ¿No ves que ya eres parte de nuestra familia? Además , hay algo demasiado importante que queremos hablarte Roberto y yo. Por favor ven a cenar y hablaremos.

– Es que… ya no puedo más con esta vida – le digo volteando la cara para que no vea las lágrimas rodar y caer sobre mis 2 camisas y un pantalón que estoy guardando en una mochila vieja que Roberto me regaló.

– Ven! – me dice con su tono de madre consolando a su pequeño quien llora por haber botado su helado.

– Sientate Herbert, ha sido un día muy largo. Hay que cenar para reponer fuerzas. – dice Roberto con una cara de tranquilidad y esperanza.

Precisamente siento lo contrario, sin fuerzas y nada que las pueda reponer y con todas la esperanzas agotadas. Ahora desearía estar completamente solo en una isla desierta sin nada a mi alrededor. Me refugio en resignarme que lo que me está pasando es porque de alguna manera me lo merezco y nada del mundo podría quitarme este castigo. Tengo que aceptar el dolor y sufrir por ello. De hecho, desde siempre he sufrido, por cualquier cosa, siempre me ha ido mal en la vida. Para ser honesto, ya hasta siento cierta satisfacción en el sufrimiento y el dolor.

– ¿Cómo te fue con la llamada a tu familia? – pregunta Roberto pero me quedo callado por un segundo y luego… suelto el llanto que parece un manantial de lágrimas.

– Lo lamento mucho cariño, no sabíamos que te había ido tan mal. – dice Sonia después de escuchar mi resumen de la llamada, el cual digo con palabras entrecortadas por no poder hablar claramente debido al llanto que no me deja ni respirar.

– Hijo, qué quieres decir con que perdiste a tu familia… – Dice Roberto, quien aunque siempre ha sido muy amable y bondadoso, es la primera vez que me llama así con un tono muy tierno y cariñoso. – quieres contarnos que pasó y por que dices eso?

Creo que se merecen saber más sobre mí. Después de todo me han tratado como si fuera parte de su familia y sinceramente ya les tengo muchísimo cariño.

No nos damos cuenta que ya son casi las 2 de la mañana y aun sigo contando las duras vivencias de mi vida, desde mi niñez recordable hasta que perdí a mis dos hermosas criaturas, quienes eran el impulso de mi razón de vida. Y entre preguntas suyas y respuestas mias, terminan armando el complejo rompecabezas de mi trastornada existencia…

– No lo des todo por perdido cielo – dice Sonia dándome un beso tibio y reconfortante en la frente – Siempre hay algo más adelante que está esperando por nosotros. Solo tenemos que estar atentos y aprovechar las salidas.

Roberto se levanta y me da un fuerte apretón de manos y un abrazo que solamente lo dan los padres para demostrar el apoyo y aprobación a sus hijos amados… el cual es la primera vez que siento uno de esos. Después de terminar de hablar y de la expresión de aprecio y cariño de parte de ellos, siento que ya estoy listo para morir.

– Quisiera preguntarte algo muy personal – Dice Roberto

– Lo que quiera. – le digo como puente que tiene las fuerzas para soportar el paso del último tren y cumplir con su última comisión antes de colapsar. – puede preguntar lo que necesite saber.




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