Elizabeth
Hoy, igual que casi todos los días, no siento ni las ganas ni las fuerzas para levantarme. Nunca imaginé que algo como lo que me pasó se pudiera sentir tan terrible como una inmensa carga que me hunde hasta el fondo. Si por mi fuera, desearía no despertar uno de estos días, pero tengo mis princesas que me necesitan y por ellas doy hasta la última gota de combustible que traigo en mi reserva… No puedo dejarme rendir.
Ya pasaron más de 3 meses desde que… Como me duele siquiera pensar esa palabra. Aun me hace llorar cada vez que se mete en mi cabeza, y aunque no la piense, sus efectos me bajan mis ánimos y cedo constantemente a llorar por la tristeza que cargo conmigo cada segundo.
Ya no encuentro el mismo apoyo en Lucas que pensé al principio. Últimamente se ha comportado muy extraño y me siento hasta, cómo decirlo… acosada. Me incomoda que me insinue un interés extraño especialmente por mi. Lo he evitado y no contesto sus mensajes y llamadas desde hace un par de semanas, aunque es muy insistente.
Desde hace dos meses he intentado llamar a Herbert, no puedo con el peso que conlleva nuestra separación. Estoy muy arrepentida de haberle pedido que se fuera y aceptar el divorcio, ahhh. Lo hubiera perdonado, después de todo, si era un desliz, no era algo que él tuviera la costumbre de hacer. Le hubiera pedido una explicación y hubiéramos luchado juntos por nuestra relación. Pero mi orgullo lo echó todo a perder Decidí pedirle que venga y que podamos hablar y arreglar las cosas pero no logro comunicarme con el, no entran las llamadas a su número y me manda directo al buzón. Tampoco funcionan los mensajes.
Creo que por eso me siento mas sola aun. ¡Dios, dame fuerzas para no dejar a mis hijas a la deriva! Aun necesitan de mi y no quiero afectarles demasiado con mis sentimientos los cuales no han pasado desapercibidos por ellas, me han dicho directamente que he cambiado mucho pero se que me entienden por que no se comportan rebeldes ni mal, al contrario, me ayudan mucho más en casa y me alivianan las penas a veces, al menos en lo que pueden. ¡Como amo a mis princesas.!
– ¡Hermanita, lo logramos! – grita Luna y me asusta cuando lo hace, así que corro a ver que sucede. Pero las encuentro en una escena de celebración.
– ¿Se ganaron la Lotería? – les pregunto al ver que están muy contentas. Ver de nuevo esas caritas que pensé que ya se habían borrado me devuelve mi alegría por un instante más.
Se que algo traman o lo que es peor, ya hicieron alguna travesura. Parece que esta vez sí tuvieron éxito en sus planes ingenuos de niñas, tanto que no quieren decirme ahora y me hacen esperar un poco para contarme. Les dejo que se tomen su tiempo y les sigo su juego.
Después de algunos minutos alguien toca el timbre. No es común que alguien nos visite y menos a esta hora en la tarde. No creo que sea Lucas. Bueno iré a ver…
– Vooooyyy – Luna sale corriendo de su cuarto hacia la puerta para atender
– Espera amor, yo voy contigo. No vaya a ser un robachicos – le digo y me sonrió con ella.
– Tia Hellen pasa adelante, te estamos esperando. – dice Luna y me quedo completamente desconcertada de lo que está pasando.
– Hola mi princesa. – dice Helen cargándola con un abrazo que parece que durará toda la tarde. – cómo ansiaba este momento y verte en persona después de muchísimo tiempo. ¿Dónde está tu hermanita?
– Ahora la llamo, pero siéntate en la sala tía no te vas a quedar en la entrada agarrando la puerta. No le pasa nada a la puerta si la cerramos. – dice Luna y se aleja dando una enorme sonrisa de satisfacción.
– Hola Elizabeth, ¿cómo estás? – en eso Dani sale corriendo y se le lanza encima para abrazarla también.
Me quedo paralizada, completamente congelada y tal parece que no tengo idea que no se que sucede y lo que es peor, no se ni que idioma hablo porque no puedo encontrar una sola palabra para responderle.
Solo me le tiro encima del hombro y le doy un abrazo tan fuerte que hasta yo siento que mi propia respiración se empieza a detener lentamente. Las dos empezamos a llorar, es por la emoción de vernos después de mucho tiempo.
– ¿Qué haces aquí? – le digo con lágrimas en los ojos y expresión de asombro
– Se que no me esperabas, espero no incomodarte con mi visita pero…
– Como crees, por supuesto que no me incomoda. Solo que no esperaba este encuentro, no me lo imaginaba y me sorprendiste enormemente. – le digo y la jalo del brazo y la entro hasta la cocina para poder platicar mas en confianza
– Elizabeth, te he extrañado demasiado. Perdona por no haber intentado acercarme a ti antes. Es solo que…
– No tienes que disculparte Hellen, soy yo quien debió buscarte antes. Parece que algo me cegó y te alejé de mi lado, pero no te desprecio. Eres mi única hermana y es ahora más que nunca que te necesito.
– Hermana, gracias por aceptarme de nuevo y a mis niñas hermosas como las he extrañado. No es suficiente la únicas dos veces que las he visto y no por mucho tiempo. Pero ahora…
– Ahora no te alejaras de nosotras, – le digo y le doy un abrazo muy tierno – tenemos mucho que recuperar de lo que perdimos. Y más ahora que solo te tengo a tí
– No te preocupes, no me alejare. Estaré contigo con lo que necesites.
Después de hablar por un momento sobre nosotras y ponernos al día sobre nuestros caminos que llevamos separados por algún tiempo, continuamos con nuestra vida actual. Han pasado más de dos horas ya y ni lo hemos sentido. Enciendo la estufa para poner agua y preparar un poco de café.
– Como la estas pasando ahora… – me pregunta de una manera muy suave pero percibo su profundo interés
– Para ser sincera me ha costado mucho porque Herbert ya no está con nosotras. – le digo y automáticamente salen gotas de mis ojos de nuevo. Tal parece que me duele mucho más de lo que pensé inicialmente cuando decidí separarnos y la soledad me ha ido consumiendo lentamente. Ella solamente pone su mano sobre la mía. – pero parece que no estás tan sorprendida de esta noticia. Ya lo sabías?