¿aún me odias?

5) DE LA LUJURIA AL AMOR ¿O AL REVÉS?

En Los Ángeles Niky está nerviosa porque será la primera vez que Andros va al departamento, y a pesar del poco tiempo que llevan de relación y aparte que permanecen en secreto, se siente como algo muy formal.

El vuelo desde Boston salió a las cuatro con veinte de la tarde hora de allá. A Los Ángeles estará llegando aproximadamente siete con cuarenta.

Niky vio el reloj, ya tiene que salir para ir por él. Se haría cuarenta minutos en llegar si fuera cualquier otro día de la semana pero considerando que es viernes estará de locos la circulación vehicular. Niky se dirigió al elevador para bajar los tres pisos que la separan del estacionamiento, cuando llegó a la planta baja caminó unos cuantos pasos y se subió al auto encendiéndolo al instante y después prendió el estéreo. Los autos deportivos son muy comunes en Los Ángeles. Niky tiene uno color rojo quemado que alcanza los 250 k/hra. Al menos eso dice el manual, porque nunca ha rebasado los 120 k/hra.

Mientras conduce observa la ciudad que tanto le gusta. Al principio cuando recién llegó odiaba Los Ángeles, pero con el paso del tiempo quedó enamorada de sus playas, los suburbios y los enormes centros comerciales.

Niky miró nuevamente la hora. Son las siete con veinte y lleva una hora y cuarto en el tráfico. Falta poco pero es seguro que llegará por lo menos quince minutos tarde viendo lo lento que van los carros en la avenida más pesada, y para colmo parece hubo un accidente más adelante porque se ve la ambulancia.
Aunque él vuelo es un poco pesado, después se irán directo al puerto de yates porque van a zarpar a las nueve y cuarto. July los espera junto con otro grupo de amigos pues deben estar antes que Jonh llegue.

Su amiga July va ha matarla sino llega a la hora acordada.
Con los nervios por la hora y las ganas de ver a Andros se le pasó el tiempo y cuando se dio cuenta ya estaba en el aeropuerto a las siete con cincuenta. Se bajó del auto y le marcó a Andros extrañada que él no lo hubiera hecho ya, pues la impuntualidad es algo que lo mata. Siempre ha sido así desde que lo recuerda. Le contestó al instante.

** Apena aterrizó el avión—, comentó mientras parece va caminando—. Estaba por marcarte.

—La verdad voy llegando también, el tráfico está horrible.

—Te veo en la sala de espera, voy caminando para allá.

Niky colgó y caminó rápido para encontrarse con él y cuando lo vea correrá como en las películas y rodeará su cuello con las manos al tiempo que entrelaza sus piernas sobre sus caderas. La realidad es que no hará nada de eso, pero si lo besará con todas las ganas que trae acumuladas. Al menos esa era la intención hasta que llegó a la sala y vio un grupo de varios adolescentes de unos once años con parcantas de bienvenida para alguien que se llama Peter. El beso apasionado va a tener que esperar. Cuando vio a Andros caminar hacia ella el corazón empezó a retumbarle. Lo ve guapo, sexy y sabe que muy caliente también. Lo mejor que es para ella sola.

Andros hubiera querido tomarla por la cintura y darle un beso largo y apasionado, pero se limitó a darle un beso de piquito y la abrazó.

—Te ves muy bien—, le dijo al oído en un susurro apenas audible para ella.

Niky sonrió y le tomó la mano y lo condujo hacia el estacionamiento. Hay bastante movimiento de gente y coches entrando y saliendo.

—¿Quieres conducir?–, le preguntó Niky porque sabe que le gusta ir al volante.

Y en sus años de amistad ella y Mel lo aprovechaban y lo traían de chófer.

—Te daré el privilegio. No conozco mucho Los Ángeles y podría perderme–, sonrió apenado.

—No hay problema a mi me encanta manejar. Puede que te duermas–, sonrió.

Él le abrió la puerta y Niky se sentó al volante, Andros cerró y luego dio la vuelta al auto para sentarse en el lado del copiloto.

—Bonito auto—, dijo Andros mientras observa detenidamente el coche—. Doscientos cincuenta kilómetros por hora y trescientos veintiséis caballos de fuerza.

—Lenguaje de hombres ¿verdad?—, comentó ella sonriendo porque no entendió eso de caballos de fuerza.

—Los caballos de fuerza son la potencia del motor para levantar con menos tiempo esa velocidad.

Niky sin quitar la mirada al frente y sin perder la vista de la carretera bajó la mano y la puso en la entrepierna de Andros acariciándolo.

—¿Y si hago esto de cuantos caballos de fuerza estamos hablando?

—De un chingo—, dijo sonriendo.

—Así la clase de mecánica resulta más creativa y comprensible—, comentó con picardía.

—La práctica será más comprensible que la teoría—, agregó de manera atrevida.

Niky no es una joven que ande de hombre en hombre, pero definitivamente con Andros le gusta la forma en que se atreve a llevar la conversación a un nivel más acalorado, y sobretodo la manera en que él le agarra el paso al instante. Pensar que seguramente ha sido así con sus novias la pone un poco celosa. Dejó de pensar en aquello y siguió conduciendo hasta llegar al club de Yates.

Se estacionó y e inmediatamente se dirigieron al que rentó July para la fiesta que le organizó a Jonh por su cumpleaños número veinticinco. Está de lujo con doce camarotes, alberca, bar, cocina, sala de invitados, y una superficie de cuarenta metros y una altura de casi nueve. El yate le costó un ojo de la cara y buena parte de sus ahorros. Pero también dijo July que Jonh se lo merecía.

Antes de subir Andros la tomó por la cintura y la besó de esa forma que se besan las parejas cuando nadie los mira. El calor se intensificó en el interior de Niky deseando que pudieran perderse en un lugar donde estuvieran completamente solos. Andros está del mismo ánimo que ella.

—Desde que llegamos he deseado hacerlo. Me traes loco Niky.

—¡Nicole!—, le gritó July desde la proa—. Deben subir y dejar de besuquearse antes que incendien todo a su alrededor—, dijo a las carcajadas.

Ellos se miraron y se separaron para subir por la rampa y encontrarse con la loca de July.




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