Han pasado tres meses desde que Andros salió del hospital. Niky pegó su cuerpo abrazándolo con fuerza mientras él tiene sus brazos rodeándola. Están en celibato y son dos hogueras con el fuego a todo lo que da... Ambos se necesitan de esa forma tan íntima en que los enamorados se desean. Pero el doctor aún no dice "ya pueden hacer de todo".
Hoy tienen consulta, o más bien Andros tiene cita. Porque Niky ha sido dada de alta un mes antes y puede regresar a su vida normal. Casi. Porque el sexo está descartado mientras lo esté para Andros.
Después de arreglarse se fueron al consultorio del doctor que está viendo a Andros en Los Ángeles y que fue recomendado por el hospital de Nueva York.
Ahora están sentados frente a él esperando las indicaciones.
—Puede reincorporarse a todas sus actividades sin ningún problema—, le comentó a Andros.
—¿Todas?—, pregunto él con media sonrisa en los labios.
A Niky el color se le subió a las mejillas porque Andros no está disimulando que esta pensando en sexo. De hecho solo piensa en sexo desde que se empezó a sentir mejor, y eso es desde hace como dos meses. Ella quiso darle un codazo sin embargo le hizo al pendejo esperando que el doctor diga que sí.
—Todas—, repitió el médico. Es joven y torció los labios en media sonrisa también—. Nada de volar desde el armario.
A Niky la cara le arde.
En realidad han tenido bastante contactos físico. Caricias y arrumacos solamente, todo lo que no implique fuerza ni presión en el abdomen.
Salieron del consultorio y Andros la abrazó por detrás rodeando su cintura y recargando su barbilla a la altura de los hombros sin apoyarse mucho. A ella ya no le duele nada, sin embargo son cuidadosos. Niky puso las manos sobre los brazos de Andros.
—Todo—, le susurró Andros al oído—, podemos hacer de todo.
Ella sonrió. Tres meses. Y de todo les ha pasado menos de eso. Él le abrió la puerta del auto. El auto de Niky. Sacadito de la agencia. Rojo quemado, descapotable, deportivo, de lujo. Y ella tiene las llaves.
—Pelirroja a casa—, le dijo y ella sonrió con él.
Niky condujo por la avenida principal hasta que llegaron al departamento.
—Hagamos maletas que nos vamos a Sacramento. Te voy a robar todo el fin de semana.
A ella el estómago le mariposeo de solo imaginar poder estar con él. Niky se acercó para besarlo y terminó recargada en la pared acorralada entre sus brazos. Andros recargó su cuerpo hacia a ella.
—Para el lunes no vas a poder ni moverte.
—Y tú tampoco vas a sentir las piernas ni vas a poder mover las caderas de tanto que lo harás hoy—, le respondió.
Niky puede sentir el calor del cuerpo de Andros y su respiración acelerada. Inclinó la cabeza y recargó su frente con la de ella.
—No sabes cuanto te amo. Creí que te perdía viéndote ahí...
—No... — dijo Niky poniendo un dedo sobre sus labios—. Ya pasó. Te amo demasiado también. Disfrutemos cada día juntos.
Y se besaron como si la vida se les fuera en ello. Querían entregarse en cuerpo y alma como lo han hecho tantas veces pero el móvil sonó, el de Andros. Sonó y sonó y no podían despegarse. Lo dejaron pasar. Luego sonó el de Niky. Se separaron respirando aceleradamente. Ella no pudo evitar mirar abajo sintiendo la dureza sobre ella. Sonrió.
Niky caminó hacia el tocador y tomó su cel, vio la llamada perdida y era de Mel. Andros que también vio el suyo se la regresó enseguida.
—Hola pequeña ¿todo bien?—, preguntó Andros cauteloso…
**—Si. ¿Cómo te fue en la cita médica?
—Me fue muy bien. Ya me dieron de alta y puedo empezar con mi vida normal. La necesito—, dijo mirando a Niky de pies a cabeza.
—Me da mucho gusto y felicidad oírte decirlo. Le mandé mensaje a Niky cuando salieron de la cita y me contó que todo estuvo bien. También te hablo por otra cosa. Andros necesito tu autorización para hacer la donación anual a la universidad. El movimiento me pide una clave de autorización.
—No te preocupes. No me acordaba de eso—, dijo Andros—, la genero y ahorita te la hago llegar.
—Gracias. Me saludas a Niky y cuídense. En cuanto me ponga al corriente voy a verlos.
—Claro. Te quiero. Yo le digo.
Andros colgó.
—Mel te manda saludos y dice que nada más se ponga al corriente viene. Quizá le demos nosotros la sorpresa el próximo fin de semana.
Niky puso los ojos en blanco. La ultima vez que quiso dar una sorpresa de ese tipo terminaron en el hospital.
Hicieron la maleta para su fin de semana en Sacramento. Ropa suficiente para viernes, sábado y domingo.
Niky no fue a la escuela pues pidió permiso para la consulta de Andros. Tendrá que reponer las horas la próxima semana.
—No lleves demasiada—, le dijo cuando vio la maleta.
Niky anda caliente con tanta insinuación y esa sonrisa, y su mirada la está derritiendo. Se preguntó si es necesario salir para quitarse las ganas. Mejor primero se las quitan y luego se van. Pero Andros está animado en que vayan. Además si ya aguantaron tanto tiempo, que son tres horas.
Sacramento está a tres horas de distancia, es una ruta larga. Son las doce de la tarde y llegaran como a las tres si maneja Andros, y en la noche si maneja ella, pero como a él siempre le gusta manejar llegaran en la tarde.
Bajaron y llevan dos pequeñas maletas y ella le ayudó a Andros a meterlas en la cajuela. No quería pero no hubo marcha atrás, lo ayudó y punto.
—Alguien tiene que apurarse si quiere llegar antes que se haga de noche—, la vaciló sonriendo mientras le pone la mano en la pierna—. Es tu auto disfrútalo.
Y ahí van. En las primeras dos horas pasaron Santa Clara y llegaron a Gorman. Un pequeño pueblito bastante pintoresco y pequeño. El turismo se centra en el lago donde están los hoteles, restaurantes y algunas cabañas.
—¿Qué te parece comer aquí?—, preguntó Andros.
—Me agrada.
Niky buscó donde estacionarse. Al encontrar lugar bajaron del auto y caminaron tomados de la mano por la calle principal y después de algunas cuadras caminaron por la calzada construida a todo lo largo del lago. O al menos una buena parte de él. El lago es mucho más grande de lo que se ve a simple vista. Se adentra hacia el frente y se pierde a lo largo rodeado de una zona extensa de turismo. Les gustó como se ve.
Editado: 24.03.2025