Aún recuerdo, cómo después de tu último llamado, empecé a regresar cada una de tus llamadas, incluso hice muchísimas más, sin embargo, no me respondiste ninguna. Quise creer que era a causa de tu orgullo, por haber hecho lo mismo contigo, pero, en el fondo sabía que algo muy extraño debería estar pasando. Cuánta razón tenía.
Sumamente preocupado salí de prisa al lugar dónde tenías tu cita con el imbécil de Rubén, pero calles antes de llegar al restaurante vi algo que jamás olvidaré. Tu auto completamente desecho, chocado, pero lo que verdaderamente me dejó sin habla fue aquél cuerpo, tu cuerpo, que alguna vez amé, se encontraba aparentemente sin vida, yaciendo en una camilla que llevaban lo que parecían paramédicos.
Mi corazón se detuvo.
Del mismo modo en que a las 11:43pm de aquél viernes en la noche tu corazón dejó de latir...
Él.