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Aún recuerdo como el tiempo parecía más lento.

No sabría contar cuántas horas llevaba allí sentado, esperando.

Tus manos colgando, tu rostro empapado en sangre, es probablemente una de las imágenes que no abandonará mi mente nunca.

Luego de llegar a aquél hospital y que por varios instantes tu corazón dejara de latir, me sentía enfermo de angustia, en medio de mi desesperación, logré llamar a tus padres, para darles aviso.

No sabíamos qué sucedía contigo, y cuándo tus padres me preguntaron qué había pasado, no supe qué responder.

- No... No lo sé, yo sólo... No sé

Horas después cuándo sentía que el cansancio se apiadaba de todo mi cuerpo y mis ojos poco a poco se cerraban, sentí movimiento a mi izquierda y me di cuenta que era el doctor que estaba atendiendote, y me levanté de inmediato junto con tu madre, tu padre se quedó un poco detrás.

- Usted es el que llegó con la paciente Camile, ¿Cierto?- Asentí

-Ellos son sus padres, ¿Cómo está ella?

- Aún está muy delicada, por poco la perdemos. Las ultimas horas son cruciales, sufrió un fuerte golpe por el impacto, sin embargo, lo peor ha pasado. -Suspiré. 

Lo peor había pasado, no me dejarías, te quedarías. Conmigo. Me encargaría de que así fuese.

No te dejaría ir esta vez, ya no.

Él.