Aunque las flores se marchiten

Una parte de mí

La parte de mi día que más odio es cuando voy a casa, ahí el tiempo pasa lento y gris. Quiero salir de ahí.

Creo que debí de quedarme con Amaia más tiempo.

—¿Y cómo va eso del canto? —me decía mi madre con una voz dominante que me estresaba y minimizaba a la vez.

—Ahí...

—Ahí —respondió mi madre seria.

—Sí, ahí...

Ni siquiera me di cuenta de lo que estaba diciendo, solo veía la comida en mi plato sin terminar.

—¡Oye, Becca! —dijo mi mamá golpeando la mesa.

—Estoy yendo a las clases... no te preocupes, mamá —sonreí.

Ese momento... quería saber el porqué de mis sentimientos. Quería saber porque me sentía de esa manera como una tonta distraída.

No, me sentía más como una mierda distraída.

Ese chico se había quedado en mi cabeza, pero no podía perderme. Sabia en donde estaba, mi casa o eso creía.

¿Cuándo fue la última vez que me enamoré? Realmente... ni siquiera me acuerdo la primera vez que lo hice.

Al día siguiente sabía lo que tenía que hacer, estaba literalmente entre la espada y la pared. Tenía que ir a las clases de canto, estaba obligada.

—¡Hoy, hoy será mi día! —dijo Amaia súper emocionada.

—Ajá.

—Si estás de malas... mejor no hubieras venido al colegio.

—Estoy... —me agarré la cabeza de aturdida— cansada, harta y todo lo que se trate de eso. Hoy... hoy... tendré clases de canto.

—¡Ah! No, no, no me digas que... sí, amiga. Por fin, por fin regresa la mejor —dijo Amaia emocionada, feliz y abrazándome. Pero lo que no sabía era que yo realmente era infeliz.

Un "sí..." fue lo único que pude responder.

Cantó desde que tengo ese talento. Yo no sabía en ese entonces que cantar era algo que tenía que hacer, lo hacía por diversión. Que me saliera las notas, que sintiera la música en mí... era parte de algo que nunca poder explicar, pero algo es disfrutar y otra cosa es hacerlo por obligación.

Antes éramos mi padre, madre y yo, pero de un momento a otro... todo cambió. Mi padre vino con una niña y una mujer, yo era demasiado pequeña para entender lo que pasaba. Mi madre me dijo que me quedé en mi habitación, sin embargo, no le hice caso. Yo... escuché la discusión de ese día y los días consecutivos, no sabía qué hacer. Por alguna razón mi madre no se deprimió ni nada, solo se quedó fría y callada. No hablábamos en la casa, pasamos de ser una familia normal a una disfuncional. Quería preguntar qué pasaba, pero de un día para otro me inscribió en clases de natación. No duré mucho, mi primer fracaso. Me inscribió en clases de baile tradicional, segundo fracaso. Estuvimos así durante un año y volvía a fracasar. Ya no sabía qué hacer, me frustré demasiado hasta que mi madre me llevó a una academia de canto. Ahí fue donde me di cuenta que tenía el talento. Lo seguí practicando todo este tiempo.

Mi vida pasó de, levantarme de mi cama, ir a estudiar, recreación y dormir a levantarme, estudiar canto, estudiar en el colegio, prácticas extras de canto, mi propio profesor de canto cada martes y jueves, descansar 15 minutos, más clases de canto y dormir.

Hasta que el profesor le recomendó a mi madre que estudiara piano para ser una artista completa. Mi madre, obviamente, aceptó. Al día siguiente de lo que dijo el profesor, fuimos a uno de los mejores maestros de piano. Y eso fue una cosa más en mi agenda hasta ahora.

—Bueno, chicos. Hoy tenemos a una de las mejores cantantes de la escuela. Ella nos ha representado en —corté inmediatamente al profesor. Estaba harta de escuchar el mismo cuento de siempre.

—Sí, no es necesario. ¿Qué haremos para el festival? —respondí mirándolo.

—Oye... ¿es enserio? —me miró Amaia enojada. Suspiré, sabía lo que había hecho.

—Es un placer... trabajar con ustedes. —Era lo único que podía decirles.

—Claro... entonces, ¡comencemos! En este festival habrá un número más. Se dirán los resultados de los ganadores del curso de arte. Uno de ustedes terminará el show con la canción... hagamos algo. Creen una canción y me van mostrando su avance cada semana."

—Eh... profesor. ¿La canción que debe significar? —dijo una chica equis.

—Buena pregunta. Pues... todo. Ese será el tema, todo, tu todo —dijo el profesor emocionado y con una sonrisa, pero... ¿hacer una canción? Me reí en voz baja, eso era una tontería. Ellos no estaban preparados para hacer una simple canción, aunque les den todo el tiempo del mundo. Gracias a Dios el profesor terminó rápido la clase, dejándonos bastante tarea por culpa de algunos. 




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