Alice.
El auditorio era uno de mis lugares favoritos, ahí podías demostrar todo de ti. Todo lo aprendido durante meses se veía reflejado ahí. Pero a veces algo pasa y ese lugar mágico… se vuelve el peor.
—Y va. One, you. Very happy for you. I don't…
—¿Y se supone que cantemos esto? —dije en voz baja.
—¿Por qué lo dices? Esta canción es linda.
—Hemos cantado esto por tres años consecutivos. —tiré el papel de lo harta que estaba de perder todos los años. ¿El profesor no se da cuenta que con esta canción no se puede ganar?—. Por eso nadie viene a escucharnos. Deberíamos agradecer a los de dibujo por venir a concursar aquí.
—¿“Hemos”? Ja. Alice, no es que quiera ser mala contigo, pero nosotros hemos cantado esta canción. No tú con nosotros. Además, se más buena con el profesor. Está haciendo su mayor esfuerzo por sacar la banda adelante, además, no será la única canción que cantaremos.
—Sí… pero no es lo mismo. La canción inicial tiene que ser grandiosa para que a gente entre y se quede, ¿no crees?
—Sí, eso creo.
Estaba tan atenta a la conversación que teníamos que no me percaté los pasos de él.
—Disculpe la tardanza.
—¡Miguel! —dijo asombrado el profesor.
Miguel.
La música es algo que nunca nadie podrá explicar. Lo que sentimos, oímos es asombroso. Con mis 6 años de experiencia he podido aprender todo tipo de canción, desde clásica hasta urbana. Cada una tiene una esencia diferente y hermosa, cada vez que tocamos el piano, la guitarra, el violín o cualquier instrumento nos emocionados y sentimos en sintonía con todos.
—¿Estás seguro que quieres ir?
—¿Por qué me preguntas eso? —respondí.
—Sabes que ella sigue estudiando ahí, ¿no? —me dijo mi hermana mirándome fijamente.
—Claro, no tengo problema con eso.
Es mentira.
—Hijo, no quiero que sufras de nuevo.
—Madre, estaré bien.
—Conseguí lo que quise. —le sonreí.
—Eres un idiota.
—¡Amanda!
—Vamos, mamá. ¿Por qué crees que él está aquí? ¿Vino para seguir sus sueños?, seguro. Tenemos la respuesta en nuestra cara. Él quiere verla, él se siente culpable de lo que hizo. —Amanda me mira— dilo, “siento lo que le hice”. Dilo rápido, idiota.
—¡Amanda! ¡Es suficiente! ¡Baja del auto!
—¡¿Qué?!
—Lo que escuchaste, bájate ahora.
—Idiota… —agarra su mochila— malograste su vida y la mía —baja del auto—. ¡Me encanta caminar!
Eso fue demasiado para mí, volver a recordar las cosas de hace dos años es difícil para mí. Me gustó lo que paso luego de eso, pero no es lo mismo sin ella. Tiene razón mi hermana en decir que estoy aquí para volver a ver como está. Oí hace unas semanas que había una vacante en mi agencia, quisiera volver allí con alguien que realmente se lo merezca.
Hace 3 meses el profesor me mandó una carta de invitación para representar al colegio. Estaba emocionado, volver después de meses… pero para mi mala suerte no pude llegar a mi primer vuelo, no tuve tanto tiempo para alistar todo, pero creo que es lo necesario. ¡Podré hacerlo!
—¿Miguel? —dijo ella en voz baja.
—¡Justo lo que necesitaba! Muy bien, eh… Miguel hará la canción principal. Denle la guía con los acordes del piano. Siéntate, por favor. Es un placer… —dijo el profesor emocionado.
—Sí, profesor. No sé preocupe. Estoy tan feliz como usted de estar aquí.
—Sigues siendo el mejor, ya todos se olvidaron lo que pasó. No te preocupes —dijo el profesor en voz baja.
—Muchas gracias, profesor. Será un placer trabajar con usted.
—El placer es mío.
—Gracias…
Alice.
—Así que vino Miguel —me dijo Amaia.
—Sí… un clásico. No podemos comenzar sin él, ¿no? —lo dije con una voz entre cortada y mirándolo. Le agradecía a dios por haberme sentado atrás.
—Alice, solo no dejes que tus emociones te ganen.
—Todos tienen una oportunidad y el de él ya pasó —me levanto del asiento.
—No, no te vayas —me sujeta del brazo.
—Aún no puedo creer que el profesor lo felicitara después de lo que hizo, no debería de haberlo dejado entrar aquí. ¿Acaso somos perdedores? Sé que el nivel ha bajado, pero ese no es motivo para dejar entrar a alguien que se va por el camino fácil.
—Tal vez Miguel cambió.
Cambiar, ja. Eso es imposible. No pienso eso.
—O tal vez vuelva a hacer lo mismo, nadie sabe nada de él. Desde que se fue todo se volvió incómodo aquí, y más conmigo. ¿Acaso tengo la culpa de que él haya hecho eso? En ningún momento le dije que lo haga.
—¿Quieres salir de la clase?
—No, está bien.
Susurran.
—Guau, recién llegas. No lo vas a creer. Miguel se unió al grupo.
—¿Qué? Miguel el chico qué…
—Sí, sí.
—Pensé que ya no vendría después de todo el roche que le hizo pasar a Alice.
—Y eso no es todo. Él tendrá el papel principal, hasta tocará el piano como esa vez.
A veces debes dejar que la gente hable mierda, no deberíamos sentirnos culpables por los errores de otros. Más bien deberíamos estar con la cabeza alta, pero aunque sabemos todo de esto no lo hacemos. Por eso todos piensan que somos los culpables.
—Qué irónico, ¿no? —sentía como me miraba de reojo—. Viene a hacer lo mismo que la otra vez, pero quién sabe tal vez cambia de chica.
Decidimos salir.
—No le hagas caso. —dijo Amaia.
Cuando estás en la mierda te das cuenta de quienes son realmente tus amigos.
—¿Aún piensas seguir en la clase?
—Tengo, no es una opción dejarlo. Mi mamá-
—Si fuera por tu mamá no hubieras aceptado entrar al concurso de arte.
—Eso fue diferente. Quiero… quiero demostrar que sé algo más que solo cantar.
—Lo podrías haber hecho de otra manera, pero…
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Editado: 25.08.2021