Alice.
—Y va.
—You, my love and you’re love. Is this love? I don’t know, I don’t see... —canta.
Empezaron a crear todos sus canciones, algunos empezaron hacerlo en la misma clase como si fueran mágicos en sacar letras de la nada.
—Eh... ¿dónde está Miguel? Necesito a alguien en el piano.
—Entonces fue tan loco, era algo que salía —hablaba con Amaia de cualquier cosa, sabía que mi turno seria al final. Como siempre.
—Alice, ponte en el piano.
—¿Eh? Yo... —me acerqué—. No toco hace más de dos años...
—Mejor, practicarás así.
—Sí... —me senté, tocando suavemente las teclas del piano. Volviendo a recordar lo que quise olvidar.
Hace 4 años:
—Entonces, ¿me estás diciendo que tocando estás tres teclas podré tocar una canción?
—No... o sea sí, pero no. Yo tocaré lo demás. Serás algo como una ayuda —sonríe.
—Oh... —lo miré— intentémoslo.
—Ok, respira y...
Cuando mi madre me inscribió a las clases de piano era la peor. No podía sostener ninguna nota, todo se volvió diez veces complicado. Todos miraban mi fracaso mientras que yo veía sus triunfos, muchas de las personas que conocí ahí se volvieron grandes exponentes del piano. Tuve que inscribirme en 3 clases particulares durante 6 meses, el profesor no ayudaba en mucho que digamos. Cuando llegaba a casa también tenía un profesor que me enseñaba, con él aprendí mi primera canción.
Luego de 6 meses, mi profesor particular le recomendó a mi madre a una escuela particular en la que muchos de los alumnos se habían vuelto lo que sus padres querían. Claramente no me lo dijeron a mí, lo escuché mientras bajaba las escaleras de mi casa. Desde esa conversación voy a la escuela “Mind Higher School”, una escuela en la que si tienes dinero obtienes lo que quieres. Y eso es lo que exactamente hacen todos aquí. Somos hijos de adinerados, hipócritas, envidiosos, abusivos, flojos y aunque nadie lo crea todos tenemos algún talento que demostrar.
—Yo...
—Vamos, hazlo —susurra Amaia.
Veo la partidura, suspiro y empiezo a tocar.
—Y va.
—You in me and I in you.
Is this love?
I don’t know
I... I just want you to be here and then...
Maybe we can be happy...
—Solo avancé eso.
—Está bien, está bien. —asienta—. Sigamos con... —se levanta el profesor— Alice.
—¿Y-Yo? Aún no... —miro al profesor.
—Ok. Creo que tengo algo.
Llega Miguel.
—Lo siento por llegar tarde.
—Sí, no hay problema. Solo que no se te haga costumbre. Bueno, ya que estás aquí... toca el piano.
—Claro.
—E-Eh... profesor, no hay problema. Ja, ja, puedo hacerlo sola. Me sé la partitura de... ¿mi canción?
—¿No que no podías?
—Nunca dije que no... solo que estaba oxidada.
—Bien, bien. Toca tú, pero que Miguel este a tu lado. Vi que casi te equivocas en la anterior canción.
—Claro...—suspiré.
—Si no quieres... —dijo Miguel.
—No, está bien. No te preocupes...
—Y va.
—En aquel jardín.
Me dijiste que sí.
Yo también quiero ser feliz, pero...
No veo el principio ni el fin.
Creo que aquí
Podemos ser... feliz
Así tendremos un final
Que realmente nos haga...
Sentía como el profesor me miraba, pero me congelé.
—Talvez así...
Podremos ser algo más que el fin
Demostraremos que con... el amor
Todo se puede lograr, lograr, lograr. (tararea)
Sin mirar atrás, atrás, atrás
Tendré que ir
Estoy aquí y tengo que cumplir la promesa...
Soy el que realmente ama, ama y yo quiero ser, ser el amor que tu...
Y si tu... tan solo si tú, me dejas así, me sueltas, me hablas ahí.
Demostraremos que con el amor
Todo se puede lograr
Déjame demostrarles que, con amor, amor, amor.... (bis)
(tararea)
Saqué las manos del piano, lo había vuelto a hacer. Me salvó.
—Los dos. Sí, sí, cantarán la canción final.
—La... ¿qué? Eh... lo siento, me tengo que ir —salí corriendo.
—Alice—dice Amaia.
—Tranquila, yo la traigo. —escuché que decía Miguel mientras me iba.
En las escaleras:
—Esto tiene que ser una broma, tocar con él... no.
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Editado: 25.08.2021