Una filosofa una vez hizo una gran pregunta, “¿Crees tú en la vida después del amor?” esa filosofa es Cher, en la canción que no dejo de repetir mientras conduzco a la escuela.
También alguien dijo alguna vez, el primer paso siempre es el más difícil. No sé quién dijo eso realmente, pero estoy segura que lo he escuchado miles de veces. Así que hoy lo estoy comprobando.
El día de ayer sentía muchos nervios en mi estómago, mi pecho oprimido y mi boca seca. Ahora que sé a todo lo que me estoy enfrentando, sigo sintiendo todo eso pero en una menor escala.
Caminar por los pasillos no es fácil pero solo me enfoco en el camino que tengo que seguir para llegar a mi casillero y antes de darme cuenta, ya estoy ahí.
Por suerte no hay nadie todavía, es más temprano y eso me dará tiempo a guardar todo lo que tenga que guardar antes que Edgar se aparezca.
Sigo guardando los libros en mi casillero cuando siento una mano. Pego un salto y me giro, estoy en modo de alerta desde que cruzo esa entrada.
Pero es Trey. —Lo siento —se ríe de mí.
Mi corazón se había exaltado por el susto y aún sigue acelerado. — ¿te parece gracioso darme un paro cardiaco en pleno pasillo?
Sonríe de lado. — ¿No escuchaste mis pasos?
Ruedo los ojos. —No.
Él sigue sonriéndome y mi corazón sigue acelerado, uno de los dos tiene que detenerse y sospecho que mi corazón no será. — ¿Cuál es tu primera clase?
—Uh, creo que Filosofía —estoy segura que es filosofía, revisé mi horario cien veces.
—Genial, yo también —se recuesta en el casillero al lado del mío.
Abro los ojos y sacudo las manos. —No, no, ahí no, te contagiaras.
Junta las cejas pero se separa del metal. — ¿Qué pasa?
—Es de Edgar —susurro.
Su sonrisa se amplia. —Ah, entiendo, gracias por la advertencia.
—De nada —respondo.
Trey no dice nada más pero sigue viéndome, yo finjo estar interesada en el interior de mi casillero moviendo un libro de un lado hacia el otro. Su mirada sigue en mí y el calor en mis mejillas se extiende por mi rostro. Solo espero que no lo note.
—No hueles a vainilla —afina.
Aclaro la garganta. — ¿Por qué olería a vainilla? Es mi auto, no soy yo.
—Sí pero ayer pude sentir ese olor hasta antes de irme a dormir, pensé que tú olerías así todo el tiempo —muerde su labio inferior y mi estómago da una vuelta.
—Um, no, solo espero que no huela mal, me bañé y uso jabón, también uso acondicionador pero lamento decepcionarte si no huelo a vainilla, en realidad prefiero el shampoo de aromas florales —las palabras salen de mi sin controlarlas.
Trey niega. —Tan rara, Lani Lane.
¿Por qué cuando me llama rara no suena mal? ¿Por qué suena bien? ¿Por qué siquiera estoy pensando esto? En realidad, si soy rara.
—Ah, genial —Edgar aparece en el pasillo.
Ambos volteamos y cuando lo noto, mis ojos se mueven a Trey. Ayer no me respondió nada sobre su enemistad con Edgar. Los vi en el campo pero no estaban solos y mi padre estaba ahí, evitando cualquier problema pero ahora, solo existe un árbitro y ese soy yo.
No quiero tener que intervenir nada.
— ¿De nuevo tratabas de abrir mi casillero, Lani? —Edgar me habla pero le da unas miradas a Trey.
Yo lo ignoro.
—Entonces ustedes son algo, ¿no? —Se ríe mientras abre su casillero—. Se ven bien, ambos son…
—Solo cállate —Trey interrumpe.
Edgar toma un libro y cierra la puerta de golpe. — ¿O sino qué, Trey?
Trey aprieta la mandíbula y algo me dice que es así como inician las peleas. No quiero que peleen, no quiero salir lastimada y no quiero tampoco que lastimen a Trey.
—Lani, por tu bien, deja de estar cerca de él —Edgar me mira, señalándolo—. Lo único que hará es hundirte más y no quieres eso, ¿verdad? ¿Quieres volver a ser la imagen de la escuela?
Bien, retiro lo dicho. Quiero que haya una pelea y quiero comenzarla yo. —Edgar, ¿no lo has superado?
Aprieto los dedos de mis manos. Mi corazón palpita rápidamente y odio que mi voz suene levemente temblorosa. Quizás él no lo notó pero yo sí.
— ¿Cómo se supera algo tan épico? —Edgar pasa la mano por su cabello—. ¿Recuerdas lo de la bodega? Es de mis momentos favoritos.
Me estoy clavando las uñas en las palmas y si no me detengo me voy a lastimar. —No, no lo recuerdo.
Por supuesto que lo recuerdo y recuerdo lo que ocurrió después, recuerdo como lloraba y como solo quería salir corriendo para tomar un avión que me llevara a cualquier lugar muy lejos.
—Qué mal —Edgar se encoje de hombros—. Toma mi consejo, él fue tu remplazo y no querrás ocupar su lugar también.
Se refiere a Trey. ¿Trey fue mi remplazo en qué? ¿En las bromas? ¿En lo que me hicieron? ¿En más de lo que yo viví?
Edgar se da la vuelta y camina por el pasillo, dejándome con todo el sistema nervioso tenso.
Tengo que tomar una respiración larga para obligar a mi cuerpo a que se relaje. Odio que Edgar, Wynter y todas esas personas no lo han olvidado, odio saber que si quisieran, podrían volver a repetirlo conmigo. Odio que a pesar de querer ser fuerte, me siento tan débil.
Quiero volver a escapar.
— ¿Estás bien? —Trey pregunta, pero está viendo a un lado.
—Sí, solo hay que ignorarlo —a pesar que es una mentira.
Trey toma su teléfono y revisa algo, luego estira la mano para tomar mi brazo. —Ven conmigo.
Junto las cejas. — ¿Qué? ¿A dónde?
—Solo sígueme, tenemos tiempo —pide.
Trey me mueve al pasillo que dirige al baño donde lo conocí ayer, pero no vamos al baño, seguimos el camino y avanzamos hasta la puerta que conecta con la sección de atrás.
Empuja la puerta sin soltar mi brazo y llegamos al lado opuesto del campo de soccer, las tribunas están hasta el frente, en esta parte solo hay algunos árboles y un muro.
Trey sigue avanzando pisando el campo, el pasto recortado cruje sutilmente bajo las suelas de nuestros zapatos y el viento refrescante apenas mueve mi cabello.
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Editado: 18.03.2025