Papá llegó minutos después y luego todos empezaron a entrenar. Intenté distraerme en el teléfono por todo eso que había pasado pero no podía. Quería irme, pero no del campo, de la escuela y nunca más volver.
Me duele el estómago pero no tengo hambre, es algo que no puedo describir. Me la pasé incomoda todo el tiempo apretándome con los brazos el abdomen.
Cuando papá los mandó a los vestidores, solo volteó a verme y me hizo una seña para que comenzara a recoger los conos y los balones.
Parece estresado pero papá siempre luce así y no hay nada que pueda hacer. Tampoco quiero intentarlo, antes lo hacía pero descubrí que a veces tu presencia puede molestar más de lo que crees.
Estaba terminando de guardar el último cono cuando por mi vista periférica veo una silueta. Mi corazón se detiene con miedo, pero noto que es Trey y me relajo.
Quizás esté molesto conmigo pero Trey no es un tonto como los demás.
Subo la mirada, acomodando mi cabello detrás de la oreja despeinado por el viento. —Hola.
Trey señala los conos. —Yo los llevo.
Muerdo mi labio inferior. Algo cambió desde esa clase donde Destiny también me ignoró, necesito saber qué está pasando. —Trey —me muevo frente a él—. ¿Estás enojado conmigo?
Frunce los ojos por el sol. —No.
Hago una mueca. —Pero estás molesto, ¿verdad? Dime, por favor.
Trey es tan solo un chico pero es el primer chico que ha sido diferente conmigo, el primer chico que parece querer ser mi amigo.
Rasca su cuello. —Lani Lane, ¿no estás cansada de todo esto?
No tiene que explicar a qué se refiere. Estoy cansada de las bromas, de los apodos y de los comentarios inapropiados. —Estoy acostumbrada —porque Trey no ha visto ni la mitad de malos que pueden ser.
Se cruza de brazos. —No deberías acostumbrarte a eso. Ni tú, ni nadie, no es justo. —sonríe pero está enojado—. Es patético y una estupidez que se comporten así, ¿Por qué no pueden ser normales? ¿Por qué tienen que buscar fastidiar a otros? Y esto es ridículo, se nota que la mayoría lo hacen por aprobación y esa estúpida aprobación siempre apunta a las mismas personas.
Edgar y Wynter.
Trey ha vivido todo eso de parte de Edgar y yo de parte de Wynter, sabe de lo que habla y yo lo entiendo completamente. Su rabia me llega al corazón y se mezcla con la mía, pero la que yo tengo es silenciosa, se acumula hasta que explota y causa un desastre.
Tuve tres colapsos mentales por todo eso que pasó. La vez que decidí irme con mamá, la vez que mi hermana y yo peleamos y cuando supe que tenía que regresar aquí.
—Tengo que ir a dejar esto —le digo.
Trey respira profundo, exhala por la boca. —Te ayudo, vamos.
Él lleva los conos con un brazo y con la otra mano me ayuda a arrastrar la red de balones. Llegamos al área de los vestidores y también me ayuda a dejarlos ahí.
Pero para nuestra mala suerte, Edgar salió aunque esta vez, solo. Nos mira sonriendo como siempre y eleva una ceja. —El vestidor es todo tuyo, Calvin. Puedes pasar con tu novia.
Edgar se mueve hacia el pasillo sin nada más, me sorprende que no haya dicho otra broma.
—Espera aquí —pide Trey.
Lo veo adentrarse a los vestidores y pocos segundos después, escucho que exclama un insulto. Frunzo el ceño y me inclino un poco para escuchar pero no sé qué ha sucedido.
— ¿Trey? —pregunto, Edgar ya no está en este pasillo y dudo si es una buena idea pero lo hago de todas formas. Doy un paso y otro más hasta entrar a los vestidores.
Escucho ruido como algo moviéndose y me asomo a la siguiente parte, donde hay otros casilleros para ellos y lo veo. Trey está inclinado, moviendo frenéticamente algo sobre el suelo.
— ¿Qué pasó? —pregunto, acercándome.
Mis ojos se abren cuando me doy cuenta de lo ocurrido. Es el uniforme de Trey y tiene partes quemadas, como si alguien le hubiera prendido fuego pero no logró consumirlo.
No puedo creerlo, sin duda fue Edgar. Estaba aquí solo y desapareció rápidamente, huyendo de su crimen.
Trey ha logrado apagarlo y cierra los ojos, se ven tan cansado y muy molesto. No sé qué debería hacer, quiero ayudar pero es demasiado tarde.
Es mi culpa. Si Trey no hubiera ido a ayúdame, si Trey no hubiera hablado conmigo y si él no estuviera relacionándose conmigo esto no hubiera pasado.
Es mi culpa y ahora Trey está sufriendo las consecuencias de estar cerca de mí.
Mis ojos se llenan de lágrimas que se retienen, nublándola. —Lo siento —susurro.
Trey levanta la vista y se pone de pie. —Lani Lane…
—Perdón —trago con dificultad—. Es mi culpa, yo no debí…
—Oye, no es tu culpa —coloca su mano en mi hombro—. No lo es, esto lo hizo Edgar seguramente y él es el único culpable.
Respiro profundo y parpadeo rápido para evitar que las lágrimas salgan. —Trey, vamos a hablar con papá, ¿sí?
Entorna los ojos. — ¿Lo harás? ¿Hablaras con él?
Niego. —No sobe mí, sobre esto. Yo lo vi, podemos hacer que te den otro uniforme y que saquen a Edgar.
Trey asiente lentamente. —Claro, gracias, está bien.
Trey suspira y se inclina para tomar su uniforme, luego toma mi mano. — ¿Dónde estará tu papá ahora?
Veo nuestras manos y por primera vez siento que estoy haciendo algo bien. —En su oficina.
Trey y yo salimos de ahí y nos dirigimos a la oficina de papá, estaba ocupado atendiendo una llamada telefónica y luego ya nos deja pasar. Nos damos una mirada y es él quien comienza a hablar.
—Entrenador, lo siento, solo quería hablar con usted porque pues, estaba ayudando a Lani Lane… a Lani y cuando llegué al vestidor alguien le había prendido fuego a mi uniforme —lo muestra—. Creo que fue con un encendedor, algo pequeño, pude apagarlo pero está arruinado claramente.
Papá me mira frunciendo el ceño. — ¿Qué?
Respiro profundo. —Papá, es cierto. Yo estaba ahí cuando Edgar salió, estaba solo y cuando Trey entró encontró su uniforme así. No había nadie más, papá, creo que fue él.
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Editado: 18.03.2025