Aunque Sea Mentira

16: La historia de Destiny

Temía que algo hubiera cambiado drásticamente al siguiente día pero todo era igual.

Parece que ese video no se hizo famoso como el anterior y las personas lo ignoraron. Aún sigo recibiendo miradas, risas y susurros pero nada demasiado grave.

Cuando llegaba a mi casillero encontraba las notas pegadas con apodos y burlas, como siempre, las tiraba dentro de mi mochila y seguía con mi vida. Todo el tiempo que Wynter estaba cerca me sentía tensa pero ella mantuvo su distancia y eso es algo bueno.

Si ella fue la persona que publicó ese video quizás se dio cuenta que ya no tuvo tanto impacto como antes y ha optado por solo ignorarme. Tal vez ya no le sirvo.

Es gracioso como ahora se dedica a publicar videos de moda, consejos, cultura pop y de vez en cuando da “consejos” y habla sobre el amor y la felicidad. Cuando la escucho decir esas cosas pienso que es tan falsa.

En la clase antes del entrenamiento de soccer, Destiny y Trey estaban conmigo también. Cada vez que tenía a uno de ellos cerca o ambos me sentía mejor, agradezco demasiado que no se quieran alejar. Me siento bien sabiendo que son personas buenas y que están a mi lado.

Cuando la clase termina, Trey se voltea y nos habla a ambas. —Nos vemos después del entreno, ¿sí?

Destiny asiente y yo me encojo de hombros. De todas formas tengo que guardar las cosas como siempre.

— ¿Qué harás con tu uniforme? —pregunto.

Arruga la nariz. —El entrenador me dejó usar otra camiseta, fue la más afectada. Los pantalones cortos están decentes, voy a tener que comprar otra.

— ¿Tú vas a comprarla? —pregunto.

Se levanta, tomando su mochila. —No tengo opción. Me voy ahora pero no lo olviden, ¿sí?

Destiny voltea a mi cuando él sale del salón. — ¿Tú vas con ellos ahora?

Asiento. —Ayudo a papá en unas cosas aunque durante que ellos entrenan no hago nada realmente.

Destiny muerde su labio inferior. —Um, ¿te molesta si estoy contigo? Suelo ir a la biblioteca pero, bueno, quizás si tú quieres…

—Si —le sonrío, poniéndome de pie—. En realidad lo prefiero. Si tienes hambre vamos a comprar algo.

—Tengo comida, ¿Qué hay de ti?

Arrugo la nariz. —No suelo comer aquí en realidad, no tengo hambre.

Inclina la cabeza. — ¿No tienes hambre? Um, yo… bueno…

— ¿Qué pasa? —pregunto.

Ella se acomoda la bolsa. —Es solo que te traje unas galletas, si quieres. Está bien si no las quieres.

Sonrío ampliamente. — ¿De verdad? Claro que las quiero, amo las galletas.

Ambas salimos juntas y caminamos en dirección opuesta a la cafetería. —Me gusta hacer galletas, son de vinilla con chispas de chocolate.

— ¿Las hiciste tú? Eso es genial —afirmo.

Ella mete la mano en su bolsa y saca un contenedor cuadrado. —Aquí están, podemos sentarnos en algún lado.

No quiero llevarla con los tontos del equipo pero no puedo estar muy lejos de ahí así que vamos a la puerta del lado contrario y nos sentamos en el escalón. Solo está la persona del aseo y nos da una sonrisa amable, luego continua con los suyo.

Pruebo la primera galleta y mi estómago me agradece que al fin le he dado comida. En realidad no es que no tenga hambre pero comer en la escuela es algo que ya no hago.

Una vez alguien me grabó mientras comía un sándwich y los comentarios fueron burlándose de mi peso. Otros eran peores, desagradables en todos los sentidos.

Otra vez estaba comiendo una barra de cereal y Kira pasó tirándola a un lado. Por supuesto, eso también lo grabaron y mintieron afirmando que yo le había gritado insultos después de eso cuando en realidad, solo permanecí callada.

—Gracias por la galleta, me encanta —digo—. De verdad, Destiny. Gracias.

Me sonríe y ella saca otro recipiente, otro más grande con fresas y uvas. Me lo acerca para que tome una y lo hago, sonriéndole de nuevo.

—Oye Destiny, gracias por ser buena persona.

Suelta una risita. — ¿Qué? No me agradezcas por eso.

Me encojo de hombros. —Y gracias por alimentarme, de verdad. Suelo comer comida no casera y siento que han pasado meses desde que comí una fruta.

—Ah, deberías comer más seguido. Es bueno para tu cuerpo —afirma.

Sonrío de lado. —Lo sé, debería. Mi tío dice que es bueno para el colon aunque no estoy segura donde está el colon.

Destiny ríe. — ¿Tu tío? ¿Cómo se llama?

—Mi tío con problemas estomacales se llama Rick. Él ama la comida pero siempre está quejándose que le duele el estómago.

Junta sus piernas. — ¿Vives con él?

—Sí, con papá y mis abuelos —le explico—. El tío Rick es joven, digo, no tan joven pero está en sus treintas y le gusta la música que a mí me gusta. Es divertido, un buen tío pero…

Pero él no sabe nada, al menos, no toda la historia.

—Yo no tengo tíos —Destiny afirma—. Mis padres son hijos únicos, ¿sabes? Es raro no tener tíos o primos, aunque tengo muchos “tíos y tías” falsas. Los amigos de mis padres.

Asiento. —Pero tienes a tus hermanos, ellos estaban ahí, ¿verdad?

No bajaron nunca pero sabía que había alguien en la casa. Se escuchaba música, voces y Destiny solía subir en ocasiones.

—Ah sí, ambos trabajan desde casa —explica—. Suelen salir también, ellos nadan, tocan en la iglesia y tienen amigos pero estaban ocupados. Se encargan de algo sobre computadoras y sistemas que nunca entiendo pero siempre me ayudan con mi portátil cuando lo necesito.

Bajo la mirada a sus piernas y recuerdo esos tatuajes sobre la cicatriz. No quiero preguntarle directamente sobre ello, así que digo: — ¿Tus hermanos saben de tus tatuajes?

Sonríe. —Sí, ellos también tienen —se encoje de hombros—. No fue un secreto, fue un regalo de mis padres cuando cumplí dieciséis.

Abro los ojos. —Un momento, ¿tus padres te dejaron tatuarte? Vaya, eso suena a que son muy modernos.

Mastica una uva, luego traga. —No son tan modernos pero ese tatuaje es algo significativo. Um, supongo que lo notaste, ¿no?




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