—Si quieren les puedo reservar una habitación en el hotel de mi padre —Edgar afirma.
Trey sin dudarlo, se levanta impulsándose al sostenerse del asiento frente a él. Veo que por un segundo, Edgar parpadea rápidamente.
— ¿Qué quieres ahora? ¿Por qué no sigues entrenando?
Edgar resopla. — ¿Crees que porque estás jugando con la hija del entrenador me puedes dar órdenes? No seas estúpido, Calvin, no vales nada en este equipo.
—Tú no vales nada —le dice de regreso.
Edgar rueda los ojos. —No vas a obtener nada con Lani, es una mojigata y una…
—Tienes que callarte ahora —Trey da un paso para moverse fuera de lo asientos.
—Oh, ¿ves? Actúas como si realmente te importa. Solo una tonta como ella lo creería —ahora me mira—. Lani, ¿de verdad piensas que le importas? Mira, no lo conoces pero pregúntale a cualquiera aquí, no es tan chico bueno como crees.
—Déjala en paz —Trey habla firmemente.
Pero Edgar solo ríe. — ¿Dejarla? Calvin, tú no sabes la historia que tengo con Lani, ¿Por qué no le dices?
Ahora yo me levanto de golpe. —Cállate Edgar, ve a practicar.
— ¿O qué? —me mira desafiante—. ¿Qué me harás?
Trey respira profundo y señala su rostro. —Escucha Edgar, más vale que te detengas. ¿Cuántos años tienes? ¿Por qué no maduras?
—Porque hago lo que yo quiero —responde y sus ojos se mueven al fondo.
Giro y noto que papá está caminando al campo sin saber el tipo de conversación que estaba sucediendo ahora. Edgar baja rápidamente para fingir que nada ha sucedido.
Trey me da un vistazo. —Quédate, como siempre, ¿sí?
Asiento y lo veo bajar también.
Papá me mira un segundo cerciorándose que esté aquí y comienza a dar indicaciones de todas esas cosas que no me importan.
Durante el resto del tiempo me la pasé observando la mitad del tiempo a Edgar y la otra mitad a Trey.
Ahora tengo una cosa más que podemos agregar a nuestro plan. Debemos tener una estrategia, una que tenga distintas rutas y no estancarnos con solo una. Si Destiny no nos va a ayudar está bien, pero eso no significa que hemos perdido.
Mientras seguía esperando a que terminaran, revisé las notas en mi mochila sin sacarlas para que nadie se diera cuenta que las estaba leyendo. Decían cosas que ya he escuchado, pero había dos que eran un tanto distintas.
La primera decía: “La más linda de la clase es Wynter y la más fea eres tú”
Siento un poco de pena ajena por quien sea que escribió ese insulto de niños. Sí, me han llamado fea varias veces pero de todo lo que me pueden decir, es lo que menos me afecta.
Luego leo la otra que en realidad estaba pegada casi en la mitad de esa: “0:16 Gold 0:21”
De nuevo es una de esas notas con números. Quiero entender de qué se tratan pero no lo hago. Pensaba que eran fechas o alguna broma que no entiendo sin embargo, cuando busqué la última en internet no me apareció algo así con esas palabras y números.
Finalmente el entrenamiento termina y todos se mueven a los vestidores. Pensaba que papá solo me daría una mirada y se iría pero me hace una seña, pidiéndome que me acerque.
Tomo mi mochila y me muevo hacia abajo. Él está con el rostro enrojecido por el calor pero no está sudando pues realmente lo entrenadores no hacen ejercicio.
— ¿Qué pasa? —pregunto.
Aclara la garganta. — ¿Cómo te está yendo en la escuela?
Esta es del tipo de preguntas que no son realmente una pregunta, solo quieren que les digas lo que ellos quieren escuchar. Cuando alguien te pregunta cómo estás, no espera que le cuentes tus problemas, solo lo hace por cortesía.
—Estoy bien —respondo.
Para él es suficiente, asiente y me da su famosa sonrisa fugaz. —Bien, termina todo aquí y ve a clases. Por cierto, mañana no hay entrenamiento así que ve a la cafetería.
No puedo hacer eso papá. —Claro.
Se da la vuelta y no me muevo hasta que él entra. Miro los conos y suspiro, digamos que aunque prefiero estar aquí es aburrido esto. Pero no me quejo totalmente, después de todo no tengo que estar en la cafetería.
Cuando todo eso ocurrió, recuerdo que varias veces se reían de mí y me tenía que sentar sola. En muchas ocasiones me sentaba en mesas ocupadas y todos se levantaban para irse.
Cada vez que recuerdo lo mal que me sentía me dan ganas de llorar por esa Lani más joven. Sé que hice cosas malas, lo sé, pero no puedo entender como se lo tomaron tan personal y porqué dejaron que Wynter, Edgar y sus amigos dirigieran sus vidas.
Todavía lo hacen.
Volteo hacia la puerta cuando escucho pasos, es Trey acercándose con su ropa casual. Él seguramente tiene su uniforme en la mochila, me dijo que jamás lo volvería a dejar ahí.
Eso es tan injusto.
—Hola Lani Lane, ¿Cómo me viste hoy en el entreno? —Trey se mueve automáticamente para ayudarme.
Resoplo. —Ni siquiera los estaba viendo —esa es una mentira.
Trey toma un balón y mira hacia la portería. — ¿Eres buena en esto?
Niego tres veces. —Te dije que soy mala, no hago deporte, ni siquiera me muevo más de lo necesario.
Trey se acerca y me quita un balón de las manos. —Ven, vamos a divertirnos un rato.
Miro hacia la entrada solo para asegurarme que papá no está de vuelta. Es posible que Trey se meta en problemas por estar aquí conmigo y no quiero eso.
—No soy buena.
Trey se mueve a ese punto frente a la portería, de donde lanzan los penales. — ¿Pateas o defiendes?
Arrugo la nariz. —Creo que pateo.
Trey deja el balón sobre el punto y se mueve frente a la portería. Yo me acerco y respiro profundo. A pesar que papá fue un jugador en su juventud y ahora entrena a adolescentes, yo no hago esto nunca. No es lo mío.
Trey estira los brazos hacia arriba y da unos saltos. —Vamos Lani Lane, patea con fuerza.
—Te puedo lastimar —advierto.
—No lo harás, soy duro como una piedra —bromea.
Respiro otra vez y lo hago, pateo tan fuerte como puedo pero no sirvió de mucho pues el balón se fue a un lado y ni siquiera pasó cerca de la portería.
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Editado: 18.03.2025