Estoy castigada.
Cuando la patrulla de policía llegó, todos salieron corriendo. Todos excepto yo. Empecé a decirle a Trey que se fuera pero no lo hizo, tampoco Destiny.
Los demás sí se fueron y no me importa, hicieron lo que debieron. Pero la policía nos encontró y nos hizo muchas preguntas. Les explicamos que solo era una reunión de compañeros y como no encontraron alcohol o drogas, solo llamaron a nuestros padres.
Así que ver a mi padre, con ese rostro de decepción fue la peor parte pero ya me estoy acostumbrando a que me vea como si su peor error en la vida fue tenerme.
No suelo hablar de esto mucho porque es patético pero sé que mis padres se arrepienten de tenerme. Lo sé. No necesito que me digan, sus acciones son suficientes.
Josh y su otro hermano David llegaron en un taxi. A diferencia de papá, quien Trey evadía totalmente, ellos parecían preocupados. Incluso Josh se acercó a preguntarnos si estábamos bien.
Ojala tuviera hermanos así.
Incluso llegó la hermana de Trey, quien es muy parecida a él y lucia molesta pero Trey logró sacarle una sonrisa con algo que le dijo.
En cambio yo tuve que viajar de regreso a la casa con papá aplicándome la ley del hielo. Creo que ya se rindió conmigo, ya no me da sermones.
Ah, y me quitó el teléfono por el resto del fin de semana. Creo que no sabe cómo castigar a una adolescente así que hizo lo más popular.
Así que no tengo idea si están hablando de mí, si la gente me odia, si están burlándose, si Wynter está humillándome o si ahora soy la nueva burla del internet.
Es domingo y me imagino a Destiny en la iglesia, con su familia. A Trey, con sus hermanos y el caos de su casa.
A los demás, recordando como tuvieron que escapar de la policía por una semi fiesta o lo que sea que haya sido eso.
Bajo las escaleras para desayunar algo a pesar que son las once y ya es tarde pero estaba esperando que papá saliera para no tener que verlo.
Cuando llego a la cocina, me encuentro a mi tío Rick comiendo dos tostadas con mantequilla y una taza de café. —Buenos días.
Él levanta la mirada. —Lani, ¿Cómo que te fuiste de fiesta?
Ruedo los ojos. —No fue una fiesta, fue algo… tonto. Un error.
Me mira un segundo, luego se levanta. — ¿Quieres que te haga algo de comer?
—No gracias, solo tomaré café —digo, aunque mi tío sepa cocinar no hay muchos ingredientes y no tengo ganas de nada realmente.
— ¿Qué pasó ayer? Necesito que me lo cuentes todo —sonríe.
Suspiro, moviendo a la cafetera y tomando mi aburrida tasa amarilla. —Eh, no hay mucho que contar, solo fue algo que planeamos con algunos amigos.
—Eso es divertido, eres joven, deberías divertirte mientras puedas —dice.
Me siento frente a él. — ¿Por qué siempre hablas como si fueras un anciano? Ni siquiera tienes cuarenta.
Se encoje de hombros. —Ya verás. Cuando crezcas te darás cuenta que tener diecisiete años no es nada, apenas estás viviendo. Te falta mucho.
Miro el café en la taza. — ¿Cuánto más falta? No me estoy divirtiendo.
Mi tío estira la mano y me da una palmada en el brazo. —Lani, la vida no se termina a pesar que parece que sí. Te lo dice alguien que es un fracaso.
Entorno los ojos. —No eres un fracaso.
Sonríe de lado aunque no parece muy feliz. —Mírame, soy divorciado, nunca me gradué de la universidad y trabajo en lugares donde mis compañeros tienen diez años menos.
No sé porque pero sus palabras llenan mis ojos de lágrimas. En realidad, sí sé porque.
— ¿Lani?
Niego, apretando los labios. —No eres un fracasado. Tío Rick, tú no eres la peor persona del mundo.
Frunce el ceño.
—Tu… no lo digo pero, tu eres el único que me hace sentir menos sola en esta familia. Sé que probablemente no querías que tu matrimonio se acabara y todo eso pero, no eres tan malo como piensas.
Sonríe y me parece que esta vez, es una sonrisa genuina. —Eres una buena chica.
Bufo. —No lo soy.
— ¿Qué? ¿Cómo qué no? —de la un mordisco a su tostada—. Tienes buenos gustos musicales, eres estudiosa y no das problemas. Si hubiera tenido una hija, me hubiera gustado que fuera como tú.
Y las lágrimas se deslizan por mis mejillas.
—Oye Lani, ¿Por qué estas así? ¿Por qué te regañó tu papá? Lo lamento, de verdad pero…
—No —ahora no puedo detener las lágrimas—. No lo sé. A veces solo quiero hacer las cosas bien, quiero ser otra persona o solo, cambiar repentinamente. No sé qué pensar o hacer. No lo sé.
Mi tío se levanta y se mueve hasta donde yo estoy, me rodea con sus brazos y me abraza.
Cuando era más joven, él también lo era obviamente pero recuerdo pensar que era un chico divertido y alguien que me parecía genial. Mi tío siempre fue amable, conmigo y con Esmeralda. Recuerdo que en algunas ocasiones nos daba dulces a pesar de las quejas de mi madre.
Él fue quien me enseñó a montar bicicleta y me prestaba su teléfono cuando era muy joven.
No creo que ni él ni yo hubiéramos deseado tener la vida que hoy tenemos hace diez años. Seguramente mi tío se ve como un fracasado porque lo han hecho sentir así y yo, aunque por otros motivos, también me siento así.
Pero ahora mismo, él es de mis personas favoritas.
—Lani, ¿Qué te pasa realmente?
Aprieto los ojos y empiezo a sollozar.
Lloro por todas las veces que no se me era permitido llorar. Por las veces en que me encerraba en el baño con la ducha cayendo para evitar que escucharan mis llantos. Por como presionaba la cara contra la almohada en las noches así nadie notaba que estaba llorando.
Por todo lo que nunca dejé salir.
Nunca pensé que sucederían dos cosas el día de hoy, bueno, tres.
Primero, que le contaría a mi tío todo. Sé que él sabía un poco del drama familiar pero no la parte contada por mi punto de vista. El único punto de vista que debería importar. Le conté de los videos, de la escuela, las burlas, como mi hermana y mamá me hacían a un lado, cuando regresé, como conocí a Destiny y Trey, los demás chicos y como planeamos lo de ayer.
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Editado: 18.03.2025