Aunque Sea Mentira

40: Rojo

Los días pasaban y las cosas empeoraban.

Alguien volvió a publicar ese video de mi a los catorce años, en una cuenta nueva y anónima, con las letras: “La rata lo hizo de nuevo”

Las personas me miran distinto, están creyendo realmente que yo besé al novio de Wynter y nadie se hizo responsable por lo de las llantas. Sugerí a papá que revisara las cámaras de seguridad pero solo me miraba como si hubiera sugerido que el FBI investigara el caso.

Odio que papá no esté de mi lado, odio que no puedo contar con él en absoluto. Si alguien alguna vez piensa que el hecho que mi padre sea el entrenador tengo ventajas, tiene que enterarse que es todo lo contrario. Papá seguramente preferiría que no estuviera con él.

Así que hoy que es el día de San Valentín y también el aniversario de Edgar y Wynter, haré algo. No sé si voy a terminar de clavar el último clavo en mi ataúd o realmente puede servir de algo.

Llego y aunque es un día común, hay varias personas que llevan globos, regalos, flores y osos de felpa para regalar. Incluyéndome, voy con una caja mediana decorada de corazones y una gran moña rosada.

Me aseguré de llegar un poco más temprano pues hay algo que tengo que hacer, algo que he preparado por varios días.

Cuando llego al salón busco el escritorio de Wynter y aun no le han decorado pero sé que eventualmente sus amigas y probablemente Edgar lo hagan.

Pero hoy, yo le daré el regalo más grande.

Mi teléfono vibra y sé que son los del chat grupal. Ellos saben de mi plan y serán parte importante de todo esto. Me sorprende que aun quieran ayudarme a pesar que parece que nada me sale bien pero tal vez esto no es algo solo de mí, quizás ellos tienen experiencias con Wynter, Edgar y sus amigos que solo ellos saben.

Dejo el regalo en su escritorio, sobre el asiento y salgo rápido, moviéndome hacia el final del pasillo para observar cuando ella llegue. Un momento después llegan varias de sus amigas y lucen con prisa. Son Sabrina, Kira y Jamie.

Pensé que se tardarían más pero rápidamente salen y toman caminos distintos.

Un momento, ¿Y si tocaron el “regalo”? ¿Y si lo abrieron?

Antes que alguien más llegue, regreso rápidamente al salón y me detengo cuando noto que la caja sigue ahí pero sobre ella está una más pequeña, como un cilindro brillante con una moña dorada.

Qué raro, ¿Acaso no le darán más regalos? ¿Por qué solo le pusieron un regalo pequeño? Estoy segura que personas como ellas le llenarían de flores y globo solo para agradarla.

Y luego, noto algo más… una parte del cilindro está derramando algo.

Es como si fuera de cartón, saliéndose un líquido, tal vez es un perfume o un dulce derretido. Tal vez pero, noto que es un color rojo oscuro. Rayos, parece sangre.

Claro que no es sangre, ¿Por qué le darían algo así a Wynter?

Me acerco y tomo el cilindro, solo por curiosidad lo acerco a mi nariz pero no tiene un olor repugnante o metálico sino más como, pintura. Parece pintura.

¿Es pintura?

— ¿Qué estás haciendo? —Wynter llega y alza la voz.

Abro los ojos, dejo el regalo sobre el mío. —Nada.

Mira su escritorio y frunce el ceño. — ¿Querías robarte mi regalo? Que patética eres.

—No —respondo—. Wynter, escucha, yo no iba a hacer eso.

Rueda los ojos. — ¿Por qué eres así de envidiosa? Ya sé que nadie te da nada pero eso no te da derecho a robarme mis regalos.

Y para mi mala suerte, Edgar entra con un ramo de rosas y una bolsa de regalo. Detrás de él, algunos de sus amigos. Edgar me mira entornando los ojos y se acerca. — ¿Qué pasa, amor?

Wynter saca el labio inferior como si estuviera haciendo un puchero. —Lani quería robarse mis regalos.

—Vaya, que idiota —Edgar me mira, sonriendo—. No te basta tratar de robarme de Wynter, ¿eh? Ahora quieres sus cosas.

—Es que ella quiere ser como yo —Wynter replica.

Uno de los amigos de Edgar grita: —Pero es más fea que tú, Wynter.

Wynter endereza la espalda. —Yo no te entiendo, Lani. Te dimos oportunidades para que limpiaras tu imagen y ahora eres una ladrona y una ridícula, ¿Por qué no te matas? ¿Vale la pena vivir así?

¿Es enserio? ¿Realmente me está diciendo que me mate? ¿Cómo puede ser tan cruel?

Miro el cilindro y lo vuelvo a tomar. — ¿Por qué tú no abres tu regalo?

Levanta una ceja. — ¿Qué?

—Tus amigas vinieron a dejarte esto, ¿sabías? Yo solo lo tomé porque noté algo raro en él, si tú eres tan especial y amada, ¿Por qué no lo abres?

Me observa en silencio por varios segundos. — ¿De qué estás hablando?

Y en ese momento, entran Sabrina, Kira y Jamie otra vez. Siento que ellas estaban planeando algo pues tienen los teléfonos en las manos, como si estuvieran a punto de grabar algo.

—Tus amigas lo dejaron —digo.

Wynter bufa. —Obvio que sí, porque yo si tengo amigas.

Sabrina habla, con la voz entrecortada. —Yo… no fui.

—No, yo tampoco —Kira toca su cabello.

Jamie da unos pasos hacia atrás. Vaya, que malas son mintiendo. Pero, yo ya soy su enemiga así que no importa si juego un poco con esta situación.

—Fueron ellas tres, ¿sabías? Y si dicen que no, yo las grabé.

Es mentira pero ellas no lo saben.

Sabrina abre los ojos y rápidamente se mueve a quitarle el regalo a Wynter. — ¿Qué haces? —Wynter lo toma de nuevo—. ¡Es mío!

—No, Wynter… Lani está mintiendo.

Wynter junta las cejas. —Ah, no entiendo nada. Obviamente alguien me dio esto y es mío, ¿Qué importa quién fue? Seguro un chico cualquiera enamorado de mi —Wynter toma la tapa para abrirlo pero le está tomando trabajo.

—Wynter —Kira da un paso al frente, estirando la mano.

Edgar deja todo lo que está sosteniendo sobre el escritorio de al lado para tomar el cilindro y ayudar a Wynter.

—No, esperen —Sabrina muerde su labio inferior.

Y cuando Edgar lo abre tirando con fuerza, es como si esa cosa explotara por el movimiento, derramando pintura roja oscura sobre su camiseta blanca.




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