AÑOS DESPUES
—Nadie te advierte que crecer significa que tu cuerpo comienza a doler —Trey se masajea el hombro.
—Pues a mí no me duele el hombro, ¿sabes porque?
— ¿Por qué no haces nada de ejercicio? —sonríe.
Asiento, sonriéndole. —Exacto.
Mira hacia el frente. Trey tiene una estantería que él mismo quiso construir. Luego se rindió y pidió ayuda a personas profesionales. Trey tiene muchos libros, tantos que están por todo nuestro apartamento. A veces le sugiero que done los que leyó cuando era adolescente pero se rehúsa.
Al menos le da un toque interesante a este lugar, cuando alguien nos visita piensan que somos intelectuales. A pesar que yo no leo.
Bueno, gracias a Trey he leído un par de libros pero sigo prefiriendo las películas y ahora escucho audiolibros.
— ¿Viste las fotos de Destiny en su luna de miel? —Trey sonríe—. La chica está viviendo la gran vida.
—Se lo merece —afirmo.
Destiny finalmente salió con su eterno enamoramiento platónico, el chico que conoció en la iglesia, Flyn y desde ahí fue como una comedia romántica para ellos. Se casaron y se fueron a una playa paradisiaca como luna de miel.
—Sí, supongo que sí, fue mejor que nuestra boda después de todo. —Trey sonríe, aun masajeándose el hombro.
Nuestra “boda” fue algo muy… espontaneo. Un día decidimos que deberíamos casarnos y lo hicimos. No fue algo más que ir al despacho de nuestro viejo amigo Collin quien se graduó de la escuela de leyes y nos casó.
Yo sé que no es un final de telenovela pero nunca me imaginé con el vestido blanco, pero desde hace mucho tiempo he sabido que quiero a Trey por el resto de mi vida.
— ¿Te doy un masaje? —pregunto.
Se mueve a mi lado. —Mejor dame un beso.
Me inclino para besar su mejilla. —Por ahora, confórmate con esto. Tengo que revisar las tareas de todos mis alumnos. Como siempre, lo envían a última hora.
—Mejor ponles calificación perfecta a todos y ya está.
Ruedo los ojos. —Claro, para ti es simple. Ojala mis exámenes fueran como los tuyos.
No sé porque ni cómo fue que Trey y yo decidimos que lo que realmente queríamos ser en la vida era ser profesores de secundaria.
Bueno, sí lo sé. Yo siempre quise hacer algo más con todo lo que viví en la secundaria y cuando tuve que tomar la decisión de ir a la universidad opté por este camino. Solo quiero que si algún día una chica adolescente o un chico se sienten como yo lo hice en su momento, puedan confiar en mí.
También, quiero que sientan que mi salón de clases en un lugar seguro. Hasta ahora lo he conseguido. A veces se quejan que soy estricta pero ellos no son necesariamente los chicos más fáciles. Son ruidosos, desordenados y sobre todo, son todo lo que deberían ser. Están creciendo y aprendiendo y me gusta saber que yo soy parte de su formación en la vida.
Ahora, Trey, es el profesor de educación física. Es adorable verlo con los alumnos de cinco o seis años. Es la cosa más tierna del mundo y él es bastante bueno con los niños.
— ¿Sabes? —Se levanta y toma mi mano—. Tú y yo deberíamos salir a comer algo, ¿Por qué no vamos por un café? Tienes que relajarte.
Me encojo de hombros. —Está bien, supongo que puedo hacer eso. Déjame ir por mi chaqueta.
—Claro, ve.
Voy a nuestra habitación a buscar la chaqueta que siempre uso pero no la encuentro tan fácilmente así que empiezo a revisar en orden hasta llegar a casi el final del armario y veo algo.
Un viejo sudadero que solía usar.
Lo saco y sonrío a pesar que tiene un poco de polvo y huele con si hubiera estado ahí por un tiempo, lo sostengo recordando un día hace muchos años.
— ¿Lista? —Trey entra, se acerca a mí—. Oh, ¿Ese es?
—Sí, el que te presté cuando estabas desnudo en el baño —digo.
Suelta una carcajada. —Lani, no estaba desnudo —toma el borde de la tela—. Me alegra que no lo hayas tirado, me recuerda al mejor día de mi vida.
Levanto la mirada a él. — ¿Cuándo entraste al baño de chicas y arruinaste tu camiseta?
—Y conocí a la persona más extraña del mundo —besa mi frente—. No puedo creer que haya pasado tanto tiempo, parece que fue hace un par de años.
—Aun somos jóvenes —lo vuelvo a guardar—. Al menos yo me miro joven.
—Sí, sí, tú y tú eterna juventud —me toma de la cintura, abrazándome por detrás—. Te amo, Lani Lane. Te amo más de lo que podrías imaginarlo.
Me recuesto en él, disfrutando de este momento. Amo cuando tenemos momentos así, donde me siento como si fuéramos las únicas personas en el mundo.
—Sigues llamándome Lani Lane cuando legalmente soy Lani Calvin ahora —bromeo.
—Lani Lane suena mejor —afirma—. Incluso tus alumnos te dicen “señorita Lane, ¿no?
—Es por el nepotismo, al menos papá hizo eso bien —bromeo.
Luego de la secundaria me distancié un poco de mis padres pero con el tiempo y empezar a ir a terapia, les di una segunda oportunidad. No diría que soy la más unida con ellos pero estamos bien, mejor que nunca.
No sé si alguna vez tendré hijos pero si lo hago, quiero que sepan que no importa lo que piensen, pueden confiar en mí. Que les voy a creer, que juntos vamos a encontrar una solución para lo que sea que estén pasando.
—Tú y tu nepotismo —besa mi mejilla—. Rayos, Lani, ahora no quiero ir a ninguna parte y solo quiero quedarme aquí contigo y ver una película mientras te abrazo.
Me muevo para verlo de frente. —Ese es un gran plan, ¿Por qué no nos quedamos y ordenamos algo de comer?
—Siempre tienes las mejores ideas —dice.
Trey se acerca a mi rostro y me besa lento y suave, como siempre.
Entre los besos abro los ojos y veo una fotografía que tenemos en nuestra habitación, una que nos tomamos el último día de escuela con ese grupo que formamos con otros de nuestros compañeros y tres chicas más jóvenes.
Aun mantenemos comunicación con ellos y aunque no nos hablamos tan seguido, siempre serán parte de nuestra historia. De mi historia.
#1546 en Joven Adulto
#9035 en Novela romántica
amigos y amor, escuela drama, venganza dolor y amor inesperado
Editado: 23.03.2025