Aunque tú nunca me elijas

Capítulo 21

Negué instintivamente con la cabeza.

—No —dije con incredulidad—. No puedes estar haciendo esto.

—Es la verdad —respondió, derrotado.

—¡Tú no puedes hacer esto! —grité.

La impotencia y el enojo no hacían más que aumentar en mi interior. ¿Cómo podía decir que quería a mi hermana y al minuto siguiente confesar que yo le gustaba? Acababa de escuchar lo que más había deseado que dijera desde el día en que nos conocimos. Sin embargo, lo odié por eso.

—¡Eres un imbécil! —exclamé.

Me le acerqué con rapidez y lo empujé por el pecho. Retrocedió un par de pasos, pero no dejó de observarme con una mirada de consternación.

—Lo siento —susurró.

—¡¿Qué diablos sientes?! ¿Ser una mierda de persona que puede jugar con mi hermana y conmigo a la vez?

—¿Qué? —Pareció herido—. Mi intención nunca ha sido jugar con ninguno de los dos.

—¿Y qué es esto? —exclamé con ironía—. ¿Me dices qué rayos es esto que estás haciendo?

—¡Escúchame, Seokmin! —dijo y me tomó por los hombros.

Me separé con violencia.

—¿Seokmin? ¿Ya no soy más Rodolfo?

—Seokmin, Rodolfo, me da igual, ¡escúchame por una vez! —pidió. Luego, en un tono más bajo, agregó—: Por favor...

Tomé una enorme bocanada de aire intentando tranquilizarme.

—Bien, ¿qué es lo que tanto quieres decir? Suéltalo de una vez.

Asintió y suspiró profundo.

—Solo vine para dejar las cosas claras entre nosotros. Te lo debía desde lo que hice anoche... Ya te lo dije, yo de verdad quiero a tu hermana y estoy decidido a hacer bien las cosas con ella.

—No sé a qué le llamas tú hacer bien las cosas.

—A que lo dejemos todo como está.

—A que pretendamos que nada ocurrió, ¿no? —pregunté con amargura.

—Sí —afirmó. Bajó la mirada y tomó aire—. Lo que estoy sintiendo no estaba en mis planes, Seokmin. Cuando te conocí ya había comenzado algo con Nae, y ella no merece que le haga esto. Supongo que con el tiempo lograré superar lo que siento por ti y corresponderle... y también espero que podamos olvidar todo esto y volver a ser amigos.

Quisiera decir que Charlie estaba fingiendo en ese instante, que sus palabras estaban vacías. Sin embargo, sonaba realmente sincero y arrepentido. A diferencia de mí, él no era un mentiroso.

¿Es posible querer a dos personas a la vez? Sí, solo que la balanza siempre se inclina más hacia una de ellas, y la única forma de que ese cariño se convierta en amor es dejando ir a la otra.

Charlie acababa de tomar su decisión.

Mi lado egoísta y obstinado no quería darse por vencido y aprovechar esa pequeña ventana que su confesión me había abierto. Mi otro lado, por el contrario, se alegró de que escogiera a Nae. Lo nuestro no podría hacerse realidad. No éramos más que las personas correctas en la situación equivocada. Si lo hubiéramos aceptado desde ese momento, nada se hubiera salido de nuestro control.

Herido y frustrado, me recompuse como tantas veces lo había hecho y me revestí de esa calma que tan bien se me daba fingir.

—Pues, no hay ningún problema, entonces —dije con frialdad—. Si se trata de olvidar, eres tú el que tiene que hacerlo. Yo ya me acostumbré a la idea de que nada pasó entre nosotros.

Asintió con la vista fija en el suelo.

—¿Sabes qué? —añadí, como si me diera igual lo que él sentía—. Esta situación tuvo un lado positivo, después de todo: comprobé que no me gustas tanto como pensaba. Es más, ya no me importas en lo absoluto, Charlie. Lo único que espero de ti es seas capaz de hacer feliz a mi hermana, al menos hasta que ella comprenda que se merece a alguien mucho mejor que tú. Alguien que, como mínimo, no la vea como una opción.

Su expresión delató lo mucho que lo afectó escucharme. Abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla luego de un instante y se limitó a asentir. Eso fue suficiente para que yo diera por terminada la conversación y me volteara para alejarme de él. Quizás mis palabras fueron mucho más crueles de lo planeado, pero jamás he sido capaz de controlarme a la hora de herir a las personas.

Esa noche llegué a casa ahogándome con mi propio llanto y odiándome como nunca antes. Si estaba haciendo lo correcto, ¿por qué me costaba tanto aceptarlo?

***

Los días siguientes fueron una tortura. Hice hasta lo imposible por no tropezar con Charlie cuando iba a recoger a mi hermana, y su evidente decisión de cumplir sus palabras facilitó mi objetivo. Pensé en volver a bloquear su número, pero la verdad es que no necesité hacerlo. No intentó comunicarse conmigo ni una vez.

Llevábamos casi una semana sin saber nada uno del otro. Parecía que tendríamos éxito si de alejarnos se trataba. Sin embargo, Nae lo invitó a cenar a casa y no hubo forma de postergar más nuestro encuentro. Quise inventarme alguna escusa y no estar presente en la cena, pero si lo hacía estaría contradiciendo mis propias palabras y demostrándole que aún me importaba. Tenía que ser fuerte, eso era lo mejor para todos.




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