Aunque ya no estés

Situaciones inesperadas

Otis

Casi una semana había pasado desde que mi casa no se siente tan vacía. Alguien le está dando un poco de vida, no es exactamente la que se fue hace ya tres años, pero funciona. No estoy acostumbrado a hacer “amigos” tan rápido como mi hermana porque la comunicación no fue ni nunca será mi fuerte.  La chica se esmera en hablarme y yo solo logro decir dos palabras como mucho. Estoy intentando ser menos duro con ella ya que no tiene la culpa de lo sucedido, pero no puedo hacer mucho. Me cuesta expresarme con las palabras, quizá, si escribiera en un papel, sería más fácil, pero es ridículo y seguro se reiría. Ahora mismo se encontraba trabajando, y aunque yo debería de hacer lo mismo, mis energías están por el piso. Por ende, no abrí y no hubo ingreso, solo de clientes que me quedaron debiendo por sesiones pasadas. Agarré el libro que me quedé a la mitad leyendo, pero el timbre sonó. Si fuera Zara hubiese entrado sin mas. Miro por la mirilla para encontrarme con dos hombres grandes y barbudos llenos de tatuajes. Tenía dos opciones. La primera, ignorarlos y fingir que no había nadie. La segunda, abrir y que me roben o me disparen. Intenté con lo primero, pero no funcionó, tocaron el timbre tres veces más. Abrí la puerta cansado de escuchar la misma melodía a cada rato.

- ¿Qué? – pregunté.

- ¿Se encuentra Zahara? – pregunta el pelado.

¿Zahara? Jamás escuché ese nombre en mi vida. Obvio que aquí no había ninguna Zahara.

- No. – intenté cerrar la puerta, pero me detuvieron.

- Esto es serio joven. Si ella está aquí, mas le vale dárnosla o le pasará lo peor.

Lo peor me pasó hace tiempo. No hay mas que hacerme para que me pase lo peor. Matarme puede ser, pero me daría igual. De todas formas, algún día todos vamos a morir. Sería como adelantar el futuro.

- No hay ninguna Zahara.

Se miraron entre los dos. Observaron detrás de mí desconfiados, pero al instante bajaron las escaleras y se fueron. Todo eso había sido muy raro. ¿Los tipos están tocando puerta por puerta hasta encontrar a esa chica? Dementes. Es más fácil ir a la policía o pedir ayuda por internet, al menos eso se hace ahora. Trato de volver en lo que estaba, pero vuelvo a ser interrumpido.

- Mierda.

Esta vez, por mi teléfono. La pantalla se iluminó con la cara Olivia. Sabía para lo que llamaba, pero no tenía ganas de nada. Esos tipos me dejaron un mal sabor de boca y ni “Orgullos y Prejuicios” me lo sacaría. Ni tampoco una buena canción de The Rolling Stone podía distarme del todo. Al final, terminé por aceptar su llamada.

- ¿Si?

- ¡Oyeee! ¡Mira a quien tenemos aquí!

Sonaba como si estuviera borracha, no, estaba borracha. Me apreté el puente de la nariz antes de responder.

- ¿A quién, Olivia? – rodeé los ojos. Seguro era una persona que no conocía y mucho menos me importara.

- ¡Nuestra querida amiga, Zara!

Bueno si, si la conocía. ¿No debía de estar trabajando? ¿Y cómo ella estaba con Zara? Tenía tantas preguntas, pero ninguna iba a preguntar. Le corté a Olivia y le timbré a la otra. Tardó mas tiempo del que planeaba en contestar.

- ¿Dónde estás, Zara?

- Tranquilooo, señor hablo cuando quiero. Estoy en algún lugar – se ríe y vuelve a hablar – en un bar. Lejos… lejos… de ti.

Mi paciencia era casi nula. No iba a aguantar cosas como estas, y muchos menos si venía tomada.

- Mándame ya mismo la ubicación.

- Sí señor.

Le corté enseguida cuando las escuché reírse de nuevo. Me iban a salir canas si seguía en este ritmo. Y como le ordené, me mandó su ubicación. Estaba a tan solo cinco cuadras de la casa. Agarré mis llaves, me coloqué mi abrigo y encendí el motor del auto. Cuando llegué, lo primero que vi, fue a dos personas vomitando fuera del local. Eran las 17:00 horas y ya todos de este modo… No me quería imaginar cuando sea media noche. Pase apresurado hasta la barra, supuse que estarían ahí, pero no. Después de estar cinco minutos buscándola con la mirada, las encontré a las dos bailando en el medio. Todas las personas las miraban con atención, pero sobre todo a la chica rubia de ojos verdes, que invadió mi espacio personal hace una semana. Genial, antes la salvé del frío, ahora tengo que salvarla de los pervertidos. Me acerqué a ambas y las saqué del bar. Escuché muchos abucheos, pero me dieron igual. Ambas se sentaron en el escalón y empezaron a reírse.

- ¡Otiiiis! Ella es Zara.

No puede ser. Este era el mejor momento para que los hombres de hoy vengan y me maten.

- ¿Qué hacía en un bar, Olivia? – pregunté enfadado por lo irresponsables que son.

- Bueenooo. Llevé a Tity a cortarle sus uñitas, vi a Zarita trabajando en mi peluquería favorita, una cosa llegó a la otra y llegamos acá – me dice de lo mas orgullosa.

Una cosa llegó a la otra. Ajá, claro. Yo sé muy bien como es Olivia, es muy persuasiva, solo en ese aspecto se parece a la chica que tiene al lado, que, por cierto, parece estar en otro mundo, hace rato se quedó mirando el techo, acostada en la nieve que había en el pavimento. No iba a permitir que se enferme para que luego me lo contagie a mí. Detesto enfermarme, los gérmenes, la suciedad, y todo eso. Levanté primero a Zara y luego fui con la castaña. Para mi suerte había aparcado el auto muy cerca de donde nos encontrábamos. Las metí a las dos dentro y las llevé a mi casa. Para bajarlas fue mas difícil, ya que hay una corta escalera para llegar al porche. Ya dentro, les preparé un café a cada una, negro para Olivia y de leche para Zara, ese era el único que le gustaba. No sabía si a la otra le gustaba el que le di, pero se lo tomó como si fuera agua. Después que se le bajó la borrachera a Olivia la dejé en su casa, insistió con pedirse un taxi, pero no era seguro, ni aunque sea de día. Cuando volví, la rubia ya no se encontraba en el sofá. La manta no estaba ni tampoco las tazas. Escuché el sonido de la ducha al acercarme al pasillo. Mientras ordenaba mi biblioteca, escuché el cerrar de una puerta. Sin saber porque, me di vuelta. Observé las piernas desnudas de Zara y un poco la espalda. Tenía una cicatriz algo larga en la pierna, exactamente en el gemelo izquierdo. La curiosidad de saber cómo se lo hizo surgió, pero la respuesta jamás tendría. Me conocía bastante bien como para saber que no le preguntaría nada.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.