Aunque ya no estés

Pesadillas y verdades

Zara

Noto un cuerpo cálido sobre el mío y un brazo fuerte apretándome la cintura. Trato de deshacerme de su agarre como puedo sin despertarlo. Me quedo observándolo dormir plácidamente antes de irme. Cuando llego a la cocina, un rico olor invade mi sistema por completo. Cuando llego, observo a Teressa y Lizy desayunando mientras conversan en susurro de algo. Me acerco hasta ella y ambas me reciben del mejor humor y me comparten un poco de su comida. Yo acepto educadamente y desayuno en silencio, para no cortar su conversación. Teressa comienza a hablar sobre una presentación y su hija sobre una competencia. Vuelvo a mirar las fotos que están colgadas en la pared de la sala. Ella con un ramo de rosas abrazando a dos chicos, su hermano y un colorado. Al parecer patinaba, o eso se ve. A los pocos minutos, se oyen pasos acercándose. Aparece Otis desperezándose en el marco de la puerta de la cocina. Saluda a su familia y a mí, cosa que es raro ya que nunca suele hacer eso, siempre pasa de mí. Se sienta a mi lado y nos imita.

- No tienen porqué irse ya… En la tarde viene Lucas y…

- No podemos, madre. – la corta el pelinegro – Zara debe de trabajar y yo igual.

Todos me miran esperando a que confirme lo que acaba de decir, simplemente asentí con la cabeza y les dejé claro que otro día sería. Terminamos de comer y me decidí en vestirme. Busqué lo que traje ayer en mi bolso y me puse eso. Era simplemente una remera gris de cuello alto, con un saco del mismo color y unos pantalones negros. Me hice una coleta alta y estaba lista. Al igual que Otis. Ya estaba a punto de salir de la casa cuando Teressa me llama desde detrás de su barra americana.

- Querida… Solo quería que supieras que te escuché anoche…

- Ya… Lamento molestarla. Solo fue una pesadilla – trato de sonar lo menos preocupada para que no supiera que estaba mintiendo.

- ¿Son continuas… las pesadillas?

No sabía que decirle. Sabía la verdad, pero realmente no me apetecía contarlo. La señora no parecía tener malas intenciones conmigo, pero no la conocía lo suficiente como para confesarle lo que soñé. Esta era mi segunda vez en esta casa, no sabía si sería ultima, pero, aunque no lo fuera, no creo que algún día podría decírselo. Pero mi cuerpo me traicionó y confirmó su pregunta. Tomó mis manos entre las suyas, acercándose más a mí.

- ¿Sabes lo que significa cuando sueñas con algo repetitivas veces? – negué – Significa que te dejaste algo pendiente o… que eso pueda convertirse en realidad. Deberías de tomarlo como una señal y cuidarte de lo que sea. No dejes que tus miedos te ganen.

No sabía que responder ante eso. Mis pesadillas varían, pero siempre terminan igual, y el final, es bastante feo en realidad. Pero no siempre las tengo. Supongo que varía de mi estado de ánimo o no. Intento pensar en cosas buenas antes de cerrar los ojos, pero ellas me vencen y aparecen. Me vuelvo a despedir de ella y entro al auto de Otis. Lleva su típica cara de pocos amigos mientras ve como me abrocho el cinturón de seguridad. Regla obligatoria para subirte a su auto: siempre usar el cinturón, o te sacará a patadas. El viaje es tranquilo y no estaba nevando. Aun había rastros de nieves por las calles, pero no tanto. Estábamos entrando a abril y se notaba la primavera, ya que hoy, estaba haciendo algo de calor. Mi estación favorita es el invierno, pero la primavera me agrada mucho y no me molesta. Miro a Otis de reojo y pienso cuál sería su estación favorita. De seguro que el invierno, su personalidad fría va de la mano con el invierno. También me lo imagino como un copo de nieve. Si, uno que, aunque haya más de treinta grados, no se derrita. ¿Se habrá enamorado alguna vez? No parece que en el pesado, hayan logrado ablandar su corazón, pero él es muy impredecible. Me gustaría saber mas de la persona con la que convivo, pero de seguro no me responda y me deje hablando sola como una idiota. Tal vez él pensaba que lo era… Estoy realmente confundida, un momento puede ser un tipo amable y para el otro, actúa como si fueras su enemigo.

- ¿Quién era el Lucas que tu madre nombró?

No contestó. Lo veía venir. Solo me dio curiosidad y pregunté. Quizás era una mala persona y por eso no contesta u otra cosa. Me limité a mirar por la ventana en lo que quedó del trayecto. Ya quería llegar a la casa ya que dejé a Chubby solo y era capaz de destrozarla en unos instantes. No quería imaginar como estaba en toda la noche que nos ausentamos. Pero para nuestra suerte, nos encontramos con el lugar en condiciones, solamente el olor feo que aparece por las mañanas. No paraba de ladrar de alegría cuando le puse su arnés. Lo llevaría a mi trabajo como casi siempre. Otis nos hace el favor de dejarnos frente a la puerta para luego irse apenas bajáramos. Supuestamente tenía que trabajar entre otras cosas. Las caracolas sonaron y los perros ladraron. Solté al pitbull y dejé que vaya al lugar donde estaban sus amigos. Mientras yo observaba como Cameron luchaba contra un chihuahua para cortarle sus uñas. Se veía tan gracioso y lindo.

- Oh, hola Zara – me saluda con una sonrisa – ¿Cómo va?

- Pues como siempre – confieso mientras meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón - ¿Quieres de mi ayuda?

- Nah… ya casi lo tengo… ¡Pequeña! Quédate quieta.

Río por lo que acaba de pasar. Un perrito diminuto, tiene mas fuerza que él. Dejo de sonreír cuando escucho que se avecina un nuevo cliente, pero no es cualquier cliente…

- ¡Zarita! – Olivia me abraza con fuerza – Vine para que tus bellas manos, atiendan a mi princesa – sacude a su perrita por los aires para luego entregármela a mi – Hace mucho que no te veía. Tampoco a Otis… y eso es raro… En fin ¿Cuándo vengo por ella?

- Em… – miro el reloj y pienso cuanto tiempo tardaría en hacerle el pack completo – Dos horas, quizás.

- ¡Genial! Chau Tity, mami vendrá por ti en un ratito. Adiós, bella – se despide muy emocionada y sale dando un portazo.




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