Aunque ya no estés

¿Por qué rojo, Otis?

Otis

Cada vez que me preguntan: “¿Por qué todos tus muebles son rojos?” “¿Por qué tu fascinación por ese color?” “¿Qué significa para ti?” Nunca se que contestar en concreto. Tengo la respuesta, pero se me hace difícil explicarlo, y aun mas, que los demás lo comprendan. Yo internamente pienso, que el rojo para mi deja de ser un color, es un sentimiento, un recuerdo. Si ya de por sí, el rojo significa amor y pasión, para mi todo lo contrario. También representa a una persona en específico. Y mi amor por esa persona. Hace tiempo que dejó de ser un simple color. Se convirtió en mi marca, y así será para siempre. Quizás para otros tenerle cariño a un color es absurdo y causa gracia, pero para el que lo siente no. Lo mismo me sucede con los libros. A veces puede llegar a marcar tanto a alguien, que esa marca jamás se irá, vive con uno mismo. Te pierdes y luego cuesta encontrarte. Mi escapada mas fácil a la realidad es leer, boxear o pasar horas mirando a un punto fijo sin pensar en nada en específico. Dejo que mi mete y alma se desconecte por un segundo, olvidando todo y fingiendo que nada está mal con mi vida y que lo que me sucede, no es mas que un simple bajón común. He intentado avanzar de muchas maneras distintas, con ayuda psicológica, familiar, pero la que mas me resultó fue la soledad. Aislarme de todos. Mudarme a otra ciudad y empezar de cero. Lo distinto de ahora es que dejé pasar a mi vida a alguien nuevo. No tengo un escudo contra lo que pueda pasar. No estoy psicológicamente preparado para vivir eso de nuevo, solo espero que no se repita… Me faltan muchas piezas a mi rompecabeza, pero poco a poco, las estoy encontrando. Lo bueno tarda en llegar se dice… y vaya que es verdad, pero a veces ni esperando siglos llega.

- ¿Diga?

- ¿Otis? ¿Eres tú, cierto?

Me quedo callado por varios minutos. Su voz me sacudió el cuerpo. Mi mente estaba en blanco. Buscaba las palabras correctas. ¿Pero qué le diría? Lo sé, afirmar o negar su pregunta, pero… ¿Después de eso? Suspiré profundo antes de seguir con esta conversación.

- ¿Becca?

- ¡Oh, Dios mío! ¡Si eres tú! – escucho sus gritos femeninos. Me aparto el celular de la oreja casi que aturdido.

- ¿A qué se debe esta llamada, Becca? – trato de no sonar muy duro pero no puedo.

- Bueno… creí que ya era tiempo de hacer las paces…

Miro a mi alrededor y me encuentro con la mirada de Zara desde la cocina y con la de Chubby desde un sillón individual. No disimulaban nada sus ganas de saber quién era. No tenía ganas de volver a hablar con ella, ya que nunca le perdoné lo que me hizo, y dudo que algún día lo haga realmente. Pero ser una persona madura es saber perdonar y dejar lo malo atrás. Podía hacer un intento ya que fue hace mas de tres años… La perdonaría, pero nunca lo olvidaría.

- De acuerdo.

Es su turno de hacer silencio.

- ¿De… acuerdo? ¿Solo me dirás eso?

- ¿Qué mas quieres que te diga? – me encojo de hombros, aunque ella no puede verme.

- No sé… ¿Podemos quedar? Para hablar las cosas mejor…

Mi vista vuelve a caer en Zara, quien veía su serie de vampiros mientras come helado junto a nuestro perro. No quería irme y abandonar este momento, tenía oportunidad de comer algo para nada saludable y poner excusas, la que es sábado, por ejemplo. Pero termino aceptando juntarme con Rebecca y dejar las cosas claras. Mientras entraba al bar la localicé sentada frente a la barra tomando una cerveza al parecer, había olvidado todo lo que le gustaba a ella la cerveza. Se levantó inmediatamente cuando me vio y caminó rápido hasta mí, me había alterado pensando que me abrazaría, pero solo se dispuso a sonreírme. No le devolví el gesto, solo caminé detrás suyo analizando todo este lugar tan feo. Todo era tan oscuro y antiguo. Pero yo no elegí este sitio. Me pedí un agua sin gas y nos quedamos varios segundos en silencio evitándonos con las miradas. La incomodidad se sentía desde acá hasta Rusia.

- ¿Y bien…? – comienzo mientras le doy un corto sorbo al vaso.

- Voy a ser directa, Otis – me mira finalmente – Me arrepiento un montón haber hecho lo que hice y te juro que daría todo para volver a estar a tu lado… Me da igual de que manera, quiero estar ahí, en tu vida, compartiendo momentos agradables juntos, como antes – hizo un ademan de sujetarme las manos, pero yo las aparté. No pudo disimular su cara de desilusión.

- Nunca nada será como antes, Becca. Que yo haya aceptado venir hasta aquí no significa nada. Haber estado contigo me demostró lo que mucho que valgo y que no me debo de conformar con lo primero que veo.

Lo largué. Había esperado muy poco este momento, pero se sintió bien. No me iba a estar engañando ni muchos menos a otras personas, en este caso a ella. No podía ni ser su amigo ya que su presencia me incomoda. Actualmente no necesito mas problemas en mi vida, ni mas personas ocasionándolos. Su mirada cambió a dura e intensa. Me gustaría saber que estaba pensando para saber cómo reaccionar y mantenerme en el margen.

- ¿Hay otra?

- ¿Qué? – dije casi que en un grito.

Había esperado de todo, pero menos eso.

- Lo que escuchaste. ¿Hay otra mujer?

- ¿En qué sentido? – pregunto confundido.

- Sabes a que me refiero. ¿Si o no? – como no pensaba tener esta conversación justamente con Rebecca, me levanto de la silla decidido a largarme, pero su agarre me detiene – ¡Contéstame carajo!

- Baja la voz. – le ordeno ya que teníamos la atención de muchas personas.

- ¡No! ¡Simplemente quiero saber si en la vida de mi expareja hay alguien más! – silencio incomodo - ¡Carajo Otis!

- ¡No es de tú incumbencia si hay alguien más o no! – espeto cerca de ella.

- ¡Me importa muy poco si es asunto mío o no! ¡Dímelo!

- ¡Sí! ¡Hay alguien más! ¡¿Y quieres saber otra cosa?! Vive conmigo.

Y así, dejándole bien en claro que sentía cosas por otra persona, salgo del bar. Por una parte, me sentía confundido. Aun no sabía muy bien si lo que acababa de descubrir era cierto o simplemente fue el enojo del momento. Pero recuerdo las veces que la escuché hablando con Cameron y riéndose con él y las ganas que me daban de sacarle el teléfono y dejarle claro a ese chico que no le vuelva a hablar. O las veces que la tenía muy cerca de mí y lo único que quería era besarla o simplemente abrazarla. Tres meses de su llegada y parecía años. Arranqué el auto y me fui al puente, necesitaba aclararme todo este lío que había en mi cabeza para poder decírselo a ella, o al menos intentarlo. Sabía que estaba jodido por ella cuando un simple roce alteró todo mi mecanismo. O cuando casi me desahogo con ella, pero me frené, ella aun no lo había hecho, ¿por qué yo si? Mi mente no para de pensar cosas distintas. El frío golpea mi cara mientras camino con la vista en el mar. Luego de pasar ratos en pura soledad, y mucho silenció, regresé a casa. No había rastros de Zara ni de Chubby. Colgué mi abrigo y me di una ducha para luego, tomar una siesta. No sé qué hora era, pero la habitación estaba totalmente oscura. Mientras camino hacia la sala de estar escucho voces. En el intento de que no me vea, trato de identificar a las personas. Primero veo a Zara, sostenía algo, con mi mirada la seguí hasta que vi que sostenía las manos del tipo aquel. ¿Realmente lo había dejado pasar? ¿A mi propia casa? No lo iba a permitir. Interrumpí tosiendo y en seguida, las risas desparecieron. El chico rápidamente se levanta y me extiende la mano. Ni en broma se la iba a aceptar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.