Aunque ya no estés

El cisne dorado

Otis

Se ve preciosa, ¿qué digo?, se ve como una jodida reina hermosa. Lleva lo que parece ser una falda dorada que brilla mas que el sol, una maya dorada con brillos también, un excelente moño muy producido y esas zapatillas raras. Está nerviosa, lo sé, pero ella lo logrará, deslumbrará al jurado y a cualquiera que la vea. Me acerco a ella para calmarla, me sonríe en agradecimiento. Intento besarla, pero me niega el beso porque se le sale la pintura.

- Ya debes de irte, Otis. No está permitido que entre alguien que no sean las bailarinas...

- Dame un beso y me voy – digo divertido.

- No, ya vete que… – se calla de repente cuando entra alguien.

- ¿Qué hace este chico tan guapo en tu camarín y no el mío?

- ¿Disculpa? – le digo ofendido.

- Está en mi camarín porque es mi novio – habla mi novia – ¿Qué se te ofrece, Grace?

La tal Grace mira de abajo hacia arriba a Zara, para luego sonreírle falsamente.

- Pobrecito… Bueno como sea, solo venía a decirte que Bea nos quiere ver a todas – abre la puerta y sale – ¡Ahora! – la cierra de un portazo que me movió el pelo.

Escucho a la rubia maldecir por debajo cuando esa se va.

- ¿Tienes que aguantar esto todos los días?

- Casi todos los días – me corrige – Y no es siempre, ahora si ya vete que tengo que irme.

- ¿Beso? – pone los ojos en blanco y me deja besarla – Deslúmbralos a todos, pimpollo.

Voy a mi asiento donde me espera Zaira y el chico ese del que habla siempre. Las luces se apagan y solo dejan un reflector alumbrando el escenario. Mujeres y hombres cuyos rostros no logro ver por lo lejos que estoy, son los primeros en bailar y hacer pasos raros. Salen cada vez mas personas y comienzo a preocuparme por no ver a mi novia.

- ¿Y tú hermana? – le pregunto a Zaira.

- No seas impaciente, ya saldrá.

Y entonces salió con un gran salto. ¿No se romperá los huesos? Dios mío. Es imposible no saber que era ella cuando es la única que iba de dorado y la única que parece una hormiga entre todos ellos. Mi chica hace otros pasos igual de complicados y raros que sus compañeros hasta que lo toca bailar con un chico. Este sujeto – el cual ya me cae mal – la eleva hacia el aire tomándola de las caderas. Su vista está hacia arriba, perfectamente en esa parte.

- ¿Quién se cree ese imbécil para verla de esa manera? – gruño sin quitarle la mirada.

- Tranquilo hombre, solo están bailando – trata de tranquilizarme Kevin.

Y una mierda. Trato de dejar mis celos de lado y me concentro en la única mujer que me llama la atención y me gusta. Parece una diosa por la manera sensual que baila, por su delicadeza al hacer cualquier movimiento. De repente las luces cambian a dorado y solo la enfocan a ella. Rápidamente saco mi teléfono y la fotografío. Esas fotos quedarían muy bien colgadas en nuestra casa. Cierra los ojos y automáticamente sé que ella desapareció, no físicamente pero su cabeza está en otro lado. No se muy bien en que piensa, pero por lo que me dijo es que cuando baila se olvida de todo, se concentra solo en la música y se desconecta del mundo. Siento mi mejilla un poco húmeda y no puedo creer que esté llorando por esto. Ella da su cierre y todos nos paramos a aplaudir.

- ¡Si! ¡Esa es mi novia! – grito bien fuerte llamando la atención de muchas personas y sobre todo la de ella.

Todos abandonan el escenario dejándole lugar al siguiente grupo en competir. Tomo las flores que le compré antes de venir y corro hacia su camerino. Se ve tan feliz abrazándose con todas sus compañeras hasta con ese loco. Lo aparto y abrazo eufóricamente a mi chica. La beso para que el chico sepa que es mía y luego la dejo en el piso.

- Dije que los deslumbraras, no que los hipnotizaras – beso su mejilla y le entrego el ramo. Su sonrisa se agranda mas.

- Son preciosas, cariño – al terminar de decir la palabra, se tapa la boca. Sus ojos se agrandan.

Joder, como me encantó escuchar eso.

- ¿Cómo me dijiste? – la tomo de la cintura y ella se sonroja.

- Se me escapó – responde avergonzada.

- Pues a mí me fascinó. Repítelo.

- Gracias, cariño.

- Diablos, como te quiero.

Sin dejar que responda a mi fuerte confesión, la beso. Obligándola que retroceda y en el trascurso atropellamos a varias personas, pero no nos importa. Me separo un poco de ella para que poder respirar mejor.

- También te quiero, Otis – dice a mi oído.

Estallaría en este momento, acá, pero hay un jurado que debe de dar los resultados. Dejo que se acomode el maquillaje que yo arruiné y salgo.

- No sabía que una huérfana pudiera tener un novio tan exquisito – detengo mi paso al escuchar una voz algo familiar.

Me doy vuelta y verifico quien es. Que pesada es esta mujer, con razón está soltera.

- Y yo no sabía que personas con tan poco cerebro, pudiera coordinar dos pasos seguidos sin caerse, con permiso – la dejo con la palabra en la boca y regreso a mi lugar.

Los diez grupos entran ordenadamente con sus respectivos profesores. La academia de mi novia se llamaba Luna Roja, así que cuando digan ese nombre significaría que habían quedado entre las cinco mejores academias de baile. Una jueza se levanta y comienza a decir el primer grupo, luego el segundo y así hasta decir el ultimo.

- ¡Y el último grupo que competirá por el gran título es… Luna Roja!

Aplausos y gritos llenaron la sala. Estaba muy feliz por ella. Se vuelven a abrazar entre todos mientras dan brincos. Si que se lo merecen, todos hicieron una presentación increíble, menos la parte donde el chico tocó a mi novia todo fue hermoso. Con mi cuñada y su invitado fuimos a felicitarla.

- Lo hiciste muy bien hermana. Te amo.

- Te amo más, Zai – se abrazan y luego sigo yo.

- Nunca dudé de tu capacidad. Felicidades, cariño.

- ¿No hay más rosas?




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