Aunque ya no estés

Fin de la cuenta regresiva

01/08/2022

Otis

Estoy tan nervioso que podría vomitar lo que cené hace dos meses atrás. No podía creer que esto estaba por pasarme a mí. Creo que por la emoción y las ansias de ver a mi bella mujer entrar por el hermoso arco de flores, no me permiten cerrar bien mi esmoquin y enderezar correctamente el moño. Suspiro frustrado.

- ¿Necesitas ayuda? – madre al rescate.

- Ayúdame antes de que me arranque todo esto.

- No seas un gruñón, Otis. Te ves precioso y Zarita también.

- ¿La viste? ¿Cómo está ella? ¿Qué tal su vestido? ¿Lleva velo? – tomo aire.

- Tranquilo muchachito. Cuando la veas te volverás a enamorar.

- Cada vez que la veo me vuelvo a enamorar, madre.

Cuando por fin termina con mi saco, me mira con los ojos rojos.

- Madre…

- Lo siento, hijito – se limpia las lágrimas delicadamente – Es que no puedo creer que ya estas grande y dejaste de ser mi pequeño.

- Siempre seré tú pequeño – la abrazo y beso su cabeza tiernamente.

- Les deseo lo mejor infinitamente. Me tengo que ir o la loca de tú abuela me robará el lugar.

Logra sacarme una sonrisa y se va. No había visto a mi familia desde hace muchos años por problemas que tuvo mi madre con ellos, pero hoy al ser un día muy especial para mí, los necesitaba acá. Me miro por última vez en el espejo, cierro mis ojos con fuerza y salgo del cuarto. Habíamos organizado la boda en nuestra casa en el gran jardín que hay al fondo. Con los nervios apoderándose de cada parte de mi conciencia y cuerpo, comienzo a caminar por la alfombra roja que conduce hacia el hermoso altar, donde me esperaba un sacerdote, la dama de honor de Zara y Lucas. Me paro mirando hacia la entrada deseando verla pasar por ahí. Entonces la típica melodía de bodas suena y aparece mi hermosa mujer agarrada del brazo de Cameron.

Quedé deslumbrando al verla. Un hermoso vestido bien largo por detrás, el velo que le cae por el rostro y un detalle muy llamativo, las piedras rojas que decoraban el vestido. No pude evitar derramar unas cuantas lagrimas mediante ella avanzaba por la alfombra. Parecía una princesa a punto de casarse con su príncipe, pero me consideraría mas un villano. Llega hacia mí y puedo identificar sus hermosos ojos verdes detrás del velo. Me limpio la cara como puedo ya que mis manos me temblaban. Joder, que calor.

- ¿Son plenamente libres para para contraer matrimonio?

- Si, lo somos – respondemos los dos al mismo tiempo.

- ¿Se comprometen a amarse y respetarse durante toda la vida?

- Si, nos comprometemos.

- ¿Se comprometen a colaborar en la obra creada de Dios, asumiendo su responsabilidad en la comunicación de la vida y en la educación de los hijos de acuerdo con la ley de Cristo y de la Iglesia?

- Si, nos comprometemos.

Muevo mis pies, nervioso, y acomodo el moño. Siento que me estoy asfixiando. ¿Cuándo llegará el momento donde diga que nos podemos besar?

- Así, pues, ya que desean contraer matrimonio, unan sus manos y manifiesten sus consentimientos ante Dios y su Iglesia.

Tomo las manos de Zara.

- Yo, Otis O’Brien, te quiero a ti, Zahara Hyland, como mi esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte por el resto de mi vida.

Vuelvo a llorar. Que sensible que soy.

- Yo, Zahara Hyland, te quiero a ti, Otis O’Brien, como mi esposo y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad. Te amaré por el resto de nuestras vidas.

- Otis O’Brien, ¿acepta a Zahara Hyland como su esposa hasta que la muerte los separe?

La miro hipnotizado, enamorado.

- Acepto.

Sonrío y sé que ella también lo está haciendo.

- Zahara Hyland, ¿acepta a Otis O’Brien como su esposo hasta que la muerte los separe?

- Acepto.

- Bendice, Señor, y santifica el amor de estos hijos tuyos, y que estos anillos, signo de la fidelidad que se deben, sirva para recordarles el amor que los une. Por Jesucristo nuestro Señor.

Tomo el anillo de mi mujer y se lo coloco en su dedo anular de la mano derecha. Ella tomo el mío y me lo coloca suavemente.

- Los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.

Levanto su velo y me encuentro con el rostro mas hermoso y feliz que he visto en este mundo.

- Te amo, hoy y siempre.

- Te amo con todo mi corazón – dice ella.

Entonces, la beso de una manera que jamás hice. Sabía que todo esto era lo correcto cuando al besarla, dejé de escuchar los aplausos de nuestros invitados y me concentré solo en ella. Nos separamos para que mi esposa pudiera tirar su ramo de flores. Todos se estaban peleando por quien lo agarraría.

- ¡Ey! ¡Ese perro se llevó el ramo!

- ¡Chubby! – grité yo mientras no paraba de reírme. Nuestro perro salió corriendo con el ramo en la boca.

Tomo a mi esposa de la mano y la guío hasta la pista. Perfect de Ed Sheeran suena por todo el jardín y lo hace todo aún más perfecto. De una mano la sostengo de su cintura y con la otra, su otra hermosa mano con el anillo. No puedo evitar perderme en su mirada, en su sonrisa. Es con ella con quien puedo sentirme seguro, y no me importa que ella diga ser una amenaza para nosotros y que es mejor estar lejos, el verdadero problema es dejarla ir sin arriesgarnos, sin quemarnos. Suavemente la acerco más a mí y pone su cabeza en mi pecho. Los rayos del sol hacen que su cabello sea vea mas rubio todavía. Su aroma a frutilla que tanto adoro se quedará en mi ropa y eso hará que no quiera lavar este esmoquin. Una señora se acerca y nos pide que posemos para las fotos.

- ¿Y Zaira? – pregunta Zara mientras arregla el traje de Chubby.

- No lo sé. La última vez que la vi estaba sentada por aquí.

- Iré a buscarla, ya regreso amor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.