Aunque ya no estés

Vida injusta

Zara

Y me besó como si yo fuera la única persona que existiera en este mundo. Lo amo tanto que no me cabe todo este amor en mi pecho. Ya puedo decir que estoy completa. Tengo una casa muy linda, el mejor perro del mundo, al que hoy le pusimos un traje rojo con un moño negro, a mi hermosa hermana y al mejor marido. ¿Qué mas puedo pedir?

Les hago creer a todos que tiraré de una vez por todas el ramo, pero no hasta que cuando por fin lo aviento por los aires, lo agarra alguien inesperado. No puedo parar de reír al ver como mi Chubby corre por todo el jardín con rosas en su boca.

- ¡Ey! ¡Ese perro se llevó el ramo! – dice Grace.

- ¡Chubby! – lo llamo, pero no me hace caso.

Con la mirada intento de buscar a mi hermana, pero no hay resultados. Que extraño no verla por aquí, creí que sería la primera en venir a abrazarme, en cambio lo hace Liv. Bailé junto a mi esposo por un buen rato. Se sintió como estar en el cielo. No podía creer nada de esto. Todo de él me encanta.

- ¿Y Zaira? – le pregunto a Otis.

- No lo sé. La última vez que la vi estaba sentada por aquí.

- Iré a buscarla, ya regreso amor.

- Amor – sonríe.

- No me extrañes, amor.

- Me faltas un segundo y ya te estoy extrañando, amor – me besa y salgo a buscarla.

- ¡Zaira!

Carajos, con estos tacones es imposible caminar por el césped.

- ¡Hermana! ¿Dónde estás?

Reviso toda mi casa desde la primera planta hasta la tercera. En los baños, habitaciones, cuartos de servicios, garaje, todo, y nada. Esto ya era serio y preocupante para mí. Salgo hacia la entrada de mi casa y la veo hablando con alguien.

- Aquí estas. Estaba tan preo…

Me detengo en seco cuando vea quien era ese alguien.

- Oh, pero si es la esposa. Felicidades por esta nueva etapa.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto firme. Miento si no decía que estaba muy asustada.

- Solo vine a visitar a las hermanas Hyland. ¿Me extrañaron?

- Nunca.

El hombre da pasos hacia nosotras y tomo del brazo a mi hermana para retroceder.

- No saben cuanto esperé este momento.

- Zaira… Vete – le digo en voz baja.

Cuando ella intenta escapar, el hombre saca un arma.

- ¡Quieta ahí! – la apunta a ella y luego a mí.

- ¡¿Qué mierda quieres?! ¿Dinero? ¿No te bastó con matar a mi padre y a mi madre? ¡Jodido imbécil!

- Baja la voz o te arrepentirás. Prometí acabar con cada uno de ustedes, y así será – se escucha el calor ruido que hace un arma al recargarse y luego posa su dedo en el gatillo – Comenzaré por la menor. Esto será divertido.

- ¡No! ¡Zaira! – la empujo con toda mi fuerza y siento un enorme dolor en mi pecho.

Caigo al piso inmovilizada por todo el dolor que tengo.

- ¡NOOO!

Pongo mi mano en mi corazón para poder detener toda la sangre que salía. Me dolía un montón. Respirar me dificultaba, al igual que mantener mis ojos abiertos.

- ¡Zara! ¡Hermana! ¡No, por favor! – siento su cuerpo encima de mí, abrazándome - ¡No me dejes! ¡Lo prometiste!

- Zai… – hablo con mucha dificultad – Vive… Recuerda lo mucho que te amo, hermana…

- ¡Nooo! ¡Zara, no digas eso, joder!

Y entonces todo se volvió oscuro. Por fin la oscuridad me absorbió.

Otis

- ¡Llamen a una ambulancia carajo! – vuelvo a sacudirla sin parar – ¡Zara!

No, no, no. ¡NO! ¡Tiene que despertar! ¡Tenemos un futuro por delante juntos! Mi vista está completamente borrosa. La cargo en mis brazos para llevarla corriendo yo mismo hacia el hospital porque los imbéciles no vienen. Trato de detener el sangrado con mi mano como puedo.

- ¡Descuida amor, ya llegaremos!

Y corro sin parar, sin mirar atrás, con el corazón en las manos. No puedo parar de llorar y de rezarle a Dios que ella sobreviva.

- ¡Ayuda, por favor!

Todos en el hospital se alteraron al verme entrar de este modo. Rápidamente trajeron una camilla y se la llevaron. Intenté alcanzarlos, pero una doctora me frenó.

- ¡Es mi esposa! ¡Debo de entrar con ella!

- Señor, no puede entrar al quirófano.

Y así, veo como la mujer de mi vida lucha contra la vida y la muerte. No puedo quedarme quieto un segundo. Recorro todo el pasillo con una mano en el corazón y otra en mi frente. Parecía que estaba por explotar. Quería llorar, gritar, matar al enfermo mental que le hizo esto a Zara. Juro por Dios que me vengaré de esto, salga con o sin vida, lo quiero muerto. Todos nuestros seres mas cercanos entran corriendo por las puertas automáticas.

- ¡¿Dónde está mi hermana?! ¡¿Dónde está, Otis?! – me grita Zaira con todas sus fuerzas.

- ¡A-ahí! ¿Quién fue? – logro decir después de tratar de tranquilizarme un poco. Mi hermana y madre me abrazan y lo agradezco.

- ¡El hijo de…! – bajó la voz – de Jackson Murphy.

- ¿Y cómo mierda las encontró? – estoy tan angustiado, asustado y furioso que si tuviera a ese tal Jackson adelante haría que suplique por su vida, pero obviamente lo mataría igual.

- Nos venía persiguiendo desde el día del secuestro.

- Mierda – me dolía un montón la cabeza, ni siquiera podía mantenerme de pie.

- Todo estará bien, Otis. Ella es fuerte – dice mi madre mientras no deja de besa mi cabeza.

Y vuelvo a llorar. No debí dejar que vaya por Zaira sola, pero no es algo que supiéramos que iba a suceder. Compré esa casa principalmente para que ningún tipo extraño sepa nuestra dirección, pero fue todo en vano. Olivia me trae un poco de agua y le agradezco. Entonces, después de pasar mas de cinco horas en el hospital, salen dos enfermeros del quirófano.

- ¿Familiares de Zahara Hyland?

Inmediatamente nos acercamos todos hacia ellos.

- ¿Cómo está? ¿Qué pasó? – preguntamos Zaira y yo al mismo tiempo.

Los doctores comparten una mirada confusa y yo deseo que no sea lo que estaba pensando.




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